Los casilleros de inasistencias de los boletines de Agustina González están en blanco. A poco de terminar la primaria, esta niña de 11 años no faltó a clase ni un solo día. Hace nueve años que Agustina tiene asistencia perfecta en la escuela.
Simpatiquísima, movediza, menuda, Agustina asiste al sexto grado del Colegio San Agustín, de Monte Grande. Va a jornada completa, es decir, está en la escuela de 7.30 a 16. Todos la conocen. Las maestras y profesores que la tuvieron como alumna dicen que es una chica especial. Y los que no igualmente saben que es la nena "que nunca falta".
Con indisimulable orgullo, Daniela Ribote y Ricardo González, los papás de Agus, como la llaman todos, son los grandes artífices de esta conducta que mantiene a rajatabla.
Viven a cuatro cuadras de la escuela y la obsesión por la asistencia es, casi casi, una cuestión de familia. "Veo tanta irresponsabilidad en el trabajo, que no quiero eso para mis hijos. Yo le digo que entre estar en la calle y estar en el colegio, prefiero que esté acá. Es un orgullo muy grande para nosotros", se emociona la mamá. "Las raíces se transmiten... mis papás me contaron que yo tampoco quería faltar nunca", recuerda Daniela.
Frío extremo, calor implacable, lluvias torrenciales, muchos fueron los contratiempos meteorológicos que tuvieron que sortear en estos nueve años. Pero eso jamás impidió que Agustina llegue a horario a la escuela.
Diluvio
"Me acuerdo de una mañana en que diluviaba, iba con ella y el agua llegaba a la puerta del auto. Me crucé con una mamá, que muy preocupada me preguntó qué le pasaba a Agustina, si la llevaba al médico... Cuando le contesté que íbamos a la escuela y vi su cara, me di cuenta de lo «loca» que estaba", relata Daniela.
"Y al día siguiente que nevó éramos sólo dos en toda la escuela", recuerda, por su parte, Agustina.
Sus dos hermanos menores van por la misma senda: Florencia, de seis años, y Matías, de cinco, tampoco faltaron ni un sólo día a la escuela.
"Es un ejemplo para ellos y un ejercicio para cuando el día de mañana tome la responsabilidad de un trabajo. Estamos tranquilos porque vemos que cosechamos los valores que sembramos en ella", dice Ricardo.
-Llama la atención la salud de hierro de Agustina... ¿Nunca se enferma?
-Tuvo varicela... pero en verano. Y con fiebre la traigo igual y le llevo la medicación. Cuando tuve que darle vacunas, pedimos permiso, se retiró un rato y volvió a la escuela, explica la mamá.
El colegio le entrega todos los años a Agustina una distinción por su asistencia perfecta. El Club de Leones de la zona también va a premiar la constancia de la niña.
"Hace algunos años, de los 700 chicos que asisten a la escuela teníamos dos o tres que no faltaban. Hoy sólo ella tiene asistencia perfecta", sostuvo a La Nacion el director del nivel primario, Gustavo Preiti.
"La dedicación y el sacrificio de Agustina es un orgullo para la escuela. Sabemos que es el esfuerzo de toda una familia, pero nos hace sentir muy bien que ella esté acá tan cómoda como en su casa", añadió.
A Agustina, que cumplirá 12 años en enero, le va muy bien en la escuela. Ha obtenido notas que van del 8 al 10 durante su paso por las aulas. ¿La receta? "Al no faltar y estar siempre en clase, ella no necesita estudiar", dice la madre.
-¿Nunca te dan ganas de faltar, Agustina?
-Sí, a veces, pero sé que me tengo que levantar. Es mi responsabilidad y sé que me sirve para las responsabilidades que voy a tener de grande.
"Agustina es una lección de vida, un ejemplo para toda la comunidad. ¡Ninguno de nosotros falta porque sabemos que sí o sí ella va a venir!", afirmó Nuria Vergés, propietaria del colegio y directora del nivel inicial.
lanacion.com
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