Pala, merluza, papusa, pipi, mandanga, merca, milonga, frula, farafa, falopa, cocó, farfala, camerusa, coca, ayudín, cocuchi, pichi, alita. El problema no es como se llama a la cocaína en su contexto natural, la calle, sino la facilidad para conseguir una sustancia que no siempre estuvo al alcance de cualquiera. Sucede algo paradójico: mientras las autoridades del Sedronar aseguran que el consumo está amesetado desde 2006, casi todas las fuerzas de seguridad y los especialistas consultados para esta nota aseguran que con el crecimiento de los decomisos, de las cocinas clandestinas –o sea, de la producción local– y cierto auge de modalidades de venta –delivery que trabajan en todos los barrios y dealers que operan en zonas históricamente liberadas por la policía- hay un escenario de abundacia inédito.
Siempre hablando de cocaína, en lo que va del año, la Policía de Seguridad Aeroportuaria lleva secuestrados 435 kilos, la Federal 130 y la Gendarmería 1100. “Es obvio que internamente tenemos ámbitos importantes de consumo”, admitió en junio la ministra de Seguridad de la Nación, Nilda Garré, luego de que la Prefectura confiscara 444 kilos en el interior de un velero en Puerto Madero. Poco tiempo antes, en marzo, el informe anual del Departamento de Estado de los Estados Unidos había advertido que la Argentina es el segundo mercado más grande para la venta de cocaína en América del Sur, después de Brasil. Y la Iglesia también había emitido un alerta: a fines de junio, la Comisión Nacional de Pastoral sobre Drogadependencia advirtió que existe “una mayor disponibilidad de sustancias, que se pueden conseguir con facilidad”.
Pero, ¿repercute eso en la situación del consumo? ¿Esa evidente abundancia facilita el acceso de los consumidores a la droga? Ignacio O’Donnell, director del Centro de Atención Casa Flores, sociólogo y magister en Tratamiento de Adicciones, explica: “ Hoy es más fácil comprar cocaína por el crecimiento de los deliverys. Antes estaba muy limitado a ciertos barrios, pero hoy es más fácil acceder a la sustancia estés donde estés. La calidad depende del precio. Todo el tiempo atendemos consultas, aunque no lo refleje la estadística”.
Un equipo de Clarín recorrió diversos lugares de la noche porteña para chequear si esa facilidad es real o una percepción (ver aparte). A primera vista, surge que el consumo de cocaína atraviesa sectores sociales y que desde lo marginal barre con todos los estratos hasta los reductos vip, donde una bolsa de más o menos 10 líneas cotiza a 150 pesos promedio. Mientras tanto, en los 183 Centros Provinciales de Atención a las Adicciones del gobierno bonaerense se atendieron en los primeros tres meses del año un 27 por ciento más de personas que en el mismo período de 2010: sólo 60 mil consultas entre enero, febrero y marzo. Además, unas 3.200 personas iniciaron tratamiento en un centro de la Red Preventiva Asistencial.
El otro problema es la calidad. Según los especialistas, cuanto peor es los riesgos crecen para el que consume y puede llevar, sin exagerar, a la muerte.
Alberto Trimboli, presidente de la Asociación Argentina de Salud Mental y coordinador del Servicio de Adicciones del Hospital Alvarez, explicó que “la calidad de las drogas empeora, ya que se utilizan distintas sustancias para estirarlas”. Según cuentan los pacientes en tratamiento, existe mucha facilidad para comprar. “No solo ya no es necesario ir a las villas, sino que los barrios tienen “kioscos”, los bares dealers y sin olvidar que el “delivery” hace que no haya necesidad de trasladarse para comprar”, explica.
El Observatorio de Políticas Públicas en Adicciones porteño realizó un estudio de comportamientos en la nocturnidad sobre 1000 jóvenes de entre 15 a 35 años.
El 14% consumió alguna vez cocaína.
En el Hospital Álvarez, los especialistas hablan de pacientes poliadictos. Reciben en promedio unas 60 personas por mes por consumo de sustancias psicoactivas, 50 por cocaína. Pero además la mayoría consume en forma frecuente pasta base, marihuana y psicofármacos. Todos toman alcohol.
Para Carlos Souza, director de la Fundación Aylen, “dentro del grupo de consumidores que atiendo, el porcentaje que utiliza cocaína como sustancia de preferencia ronda el 75%. En ese grupo hay una división por poder adquisitivo: los limitados económicamente consumen cocaína cortada comprada en villas, los adinerados compran a un dealer cocaína de alta pureza ”.
“La de más baja calidad se rebaja con antiinflamatorios o antimicóticos, bicarbonato, cafeína y anfetaminas. Se ha encontrado vidrio molido de tubos fluorescentes”, explicó Carlos Damin Jefe de la cátedra de Toxicología de la UBA. “Con la cocaína, se está dando un pequeño aumento los fines de semana. Gente de 31 a 40 años y de todos los niveles socioeconómicos. La calidad de la sustancia influye en el efecto del paciente, que es traído por el SAME o los amigos”, explica.
Según Trimboli el motivo de inicio es la curiosidad o ser aceptado por un grupo. Pero luego, dicen, para sentirse mejor. Es decir, una vez que la adicción existe, es necesaria para evitar el ‘bajón’.
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