Por Nicolás Artusi
"Eramos tan pobres...": el consuelo del empleado sometido compara los años infantiles de privaciones y justifica una adultez entregada a los caprichos del capo. Si en el sketch mítico de Olmedo el subordinado Pérez era capaz de entregarle hasta las sábanas al Señor Gerente, en inútil mérito para el ascenso nunca concretado a la subgerencia y como promesa de responsabilidad filial ante su señora esposa, una nueva técnica de autoayuda laboral se presenta como "el arte de ganarse al jefe". Se dirá que lo importante es encontrar el camino para ponerlo de tu parte y que es poco apto para hombres con dosis altas de dignidad, pero en la carrera por el puestito muchos oscilan entre la obsecuencia y la picardía, y hacen un credo de la frase "sí, señor, sí".
El manual ocupa estantes en la sección Negocios de las librerías, con la técnica que se llama manage up y que, aún sin traducción acertada, es definida por el Urban Dictionary inglés como "el procedimiento de manejar o dirigir a tu superior de manera tal que vos y tus colegas puedan hacer su trabajo sin interferencias". Se trata, ni más ni menos, de emparejar la relación. Una de las gurúes en la técnica es la yanqui Yael Zofi ( @yaelzofi ) , que plantea su caso como piedra basal de un don para conquistar la jefatura. Ella trabajaba en una multinacional como secretaria bilingüe que escribía correos largos y prolijos. Su jefe siempre le contestaba con monosílabos. Un buen día, ella empezó a mandarle mails brevísimos, que no produjeron reacción alguna, negativa ni positiva, en el Señor Gerente. Pero la tarde en que él la llamó a su despacho fue para darle un ascenso. ¿Final feliz?
Si el trabajador alienado se convirtió en un lastre para las empresas 2.0 ( "yo me limito a hacer lo que me piden" ), el manage up propone una táctica para trepar en el organigrama: hacerse notar, tener muy claras las prioridades del jefe, adaptarse a su estilo de trabajo, ver más allá del entorno, ser conocido por las soluciones y no por los problemas. Ahí donde el eficiente Pérez le haya pedido al Señor Gerente "el favor de que me cuide las sábanas", una lógica del chupamedismo olmediano lleva a la rutina laboral una aberración semántica, la de conquistar al "superior", entendido ya no como "jefe" sino como el "más excelente y digno respecto de otros de menos aprecio y bondad". El diccionario nos condena. Y la oficina nos impone una estrategia de guerra.
Ahí donde el libraco de manage up comparta el rubro de autoayuda con la superación personal o la espiritualidad chatarra, el best seller nos dirá mucho acerca del estado de las cosas: con la retórica de un aforismo de Narosky, ¿se trabaja para vivir o se vive para trabajar? Sometido por el yugo de la oficina, al empleado ya no le alcanza con hacer su tarea: deberá manipular, congraciar y agradar al Señor Gerente para obtener la promesa de la prebenda, elevada la petición a la gerencia de Personal: "Pérez, usted ya la tiene adentro".
conexionbrando.com
"Eramos tan pobres...": el consuelo del empleado sometido compara los años infantiles de privaciones y justifica una adultez entregada a los caprichos del capo. Si en el sketch mítico de Olmedo el subordinado Pérez era capaz de entregarle hasta las sábanas al Señor Gerente, en inútil mérito para el ascenso nunca concretado a la subgerencia y como promesa de responsabilidad filial ante su señora esposa, una nueva técnica de autoayuda laboral se presenta como "el arte de ganarse al jefe". Se dirá que lo importante es encontrar el camino para ponerlo de tu parte y que es poco apto para hombres con dosis altas de dignidad, pero en la carrera por el puestito muchos oscilan entre la obsecuencia y la picardía, y hacen un credo de la frase "sí, señor, sí".
El manual ocupa estantes en la sección Negocios de las librerías, con la técnica que se llama manage up y que, aún sin traducción acertada, es definida por el Urban Dictionary inglés como "el procedimiento de manejar o dirigir a tu superior de manera tal que vos y tus colegas puedan hacer su trabajo sin interferencias". Se trata, ni más ni menos, de emparejar la relación. Una de las gurúes en la técnica es la yanqui Yael Zofi ( @yaelzofi ) , que plantea su caso como piedra basal de un don para conquistar la jefatura. Ella trabajaba en una multinacional como secretaria bilingüe que escribía correos largos y prolijos. Su jefe siempre le contestaba con monosílabos. Un buen día, ella empezó a mandarle mails brevísimos, que no produjeron reacción alguna, negativa ni positiva, en el Señor Gerente. Pero la tarde en que él la llamó a su despacho fue para darle un ascenso. ¿Final feliz?
Si el trabajador alienado se convirtió en un lastre para las empresas 2.0 ( "yo me limito a hacer lo que me piden" ), el manage up propone una táctica para trepar en el organigrama: hacerse notar, tener muy claras las prioridades del jefe, adaptarse a su estilo de trabajo, ver más allá del entorno, ser conocido por las soluciones y no por los problemas. Ahí donde el eficiente Pérez le haya pedido al Señor Gerente "el favor de que me cuide las sábanas", una lógica del chupamedismo olmediano lleva a la rutina laboral una aberración semántica, la de conquistar al "superior", entendido ya no como "jefe" sino como el "más excelente y digno respecto de otros de menos aprecio y bondad". El diccionario nos condena. Y la oficina nos impone una estrategia de guerra.
Ahí donde el libraco de manage up comparta el rubro de autoayuda con la superación personal o la espiritualidad chatarra, el best seller nos dirá mucho acerca del estado de las cosas: con la retórica de un aforismo de Narosky, ¿se trabaja para vivir o se vive para trabajar? Sometido por el yugo de la oficina, al empleado ya no le alcanza con hacer su tarea: deberá manipular, congraciar y agradar al Señor Gerente para obtener la promesa de la prebenda, elevada la petición a la gerencia de Personal: "Pérez, usted ya la tiene adentro".
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