domingo, 24 de julio de 2011

Un doctor milagroso para Chávez y Fidel


Hugo Chávez batalla contra su peor enemigo: el cáncer. Y para librar el combate más importante de su vida confía en José Luis García Sabrido, un médico español de 66 años, que ostenta en su currículum haber salvado la vida de Fidel Castro en 2006, cuando estuvo al borde de la muerte por una enfermedad intestinal. Por esa intervención, en Cuba lo conocen como “el doctor de los milagros”. Y, ante el temblor político que conmocionó al chavismo un mes atrás, el jefe del servicio de Cirugía General III del Hospital Gregorio Marañón de Madrid tiene línea directa con los servicios secretos cubanos y el Palacio de Miraflores.
Como si se tratara de un funcionario de la más alta jerarquía, el galeno cuenta con un avión en el aeropuerto de Barajas, dispuesto por La Habana, para trasladarlo al otro lado del Atlántico si una emergencia médica lo requiere. Y, aunque es el doctor más amado por la izquierda latinoamericana, cultiva un bajo perfil y le escapa a las luces de la fama, aquellas que conquistó luego de operar a Fidel.
Tuvo un fugaz paso por la Argentina en 2008, cuando visitó Buenos Aires invitado por la Obra Social del Personal de la Actividad del Turf (Ospat). En esa ocasión, en una entrevista con PERFIL, García Sabrido declaró que Fidel había padecido “una enfermedad no maligna” y consideró que, si lo deseaba, podía volver al poder. “Fidel Castro siempre fue muy celoso de su vida privada y por eso respetamos su derecho a la intimidad”, adujo a este diario, sin develar el secreto médico de su paciente.
Quizás con ese mismo celo profesional, eligió el silencio y prefirió no confirmar si comandó la segunda operación que le practicaron a Chávez en La Habana. Sin embargo, citando fuentes médicas, la prensa española no dudó en señalar que sus conocimientos sobre radioterapia y quimioterapia intraoperativas y los métodos quirúrgicos que practica a pacientes con cáncer lo conviertieron en un hombre clave para el chavismo.
Luego de atender a la prensa en su estadía tres años atrás en Buenos Aires, el médico viajó a Rosario para participar de un congreso de medicina. En esa ciudad, García Sabrido sufrió el robo de una notebook, que contenía documentos de trabajo. Tras el siniestro, fueron agentes de inteligencia cubanos, que lo acompañan siempre a sol y sombra, los que intervinieron para proteger la integridad y los bienes del visitante español. García Sabrido ya no era un médico más, sino que era el hombre que le había salvado la vida a un Fidel moribundo y que monitoreaba permanentemente su cuadro clínico. “Cuando alguien solicita mi opinión médica, no le pregunto su ideología ni su religión. Castro es un paciente excepcional, pero no deja de ser un paciente, y yo soy médico y me debo a mi profesión”, explicó en 2006 al diario El País.
El “doctor de los milagros” no sólo atendió al líder cubano, sino que además tuvo como pacientes a Raúl Castro, a la esposa del jefe de Estado caribeño Vilma Espín, que falleció en 2007 a causa de un cáncer linfático, al líder del Partido Popular Mariano Rajoy y al bailarín Antonio Gades, que fue quien lo acercó a los círculos de poder del castrismo.
García Sabrido pasa sus horas dentro del hospital que depende de la Universidad Complutense de Madrid y suele esquivar a la prensa. Pero se animó a romper con esa tradición durante la entrevista que concedió tiempo atrás a este diario. “Los propios cubanos y sus políticos saben que hay que hacer cambios dentro de la Revolución, manteniendo lo medular. Algunos ya están en práctica, como las reformas en el campo y la liberalización del comercio que lleva a cabo Raúl Castro”, opinó por ese entonces García Sabrido, al confesar su admiración por Cuba y su régimen de gobierno castrista.
Hijo de un combatiente republicano que luchó en la Guerra Civil española, el médico tiene en sus manos no sólo el bisturí con el que operó a Chávez y Fidel, sino también el futuro de la Revolución Bolivariana. Millones de chavistas rezan por él.
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