Nora Bär
MAR DEL PLATA.- Por momentos, las sesiones del X Congreso de Obesidad y Trastornos Alimentarios, que acaba de finalizar en esta ciudad, alcanzaron profundidades filosóficas. "¿Qué es la obesidad? ¿Qué es ser obeso? ¿Es lo mismo ser obeso que estar enfermo de obesidad?", se preguntaron los especialistas en una de las conferencias que inauguraron las jornadas. Las respuestas no resultaron tan sencillas ni obvias como podría imaginarse.
MAR DEL PLATA.- Por momentos, las sesiones del X Congreso de Obesidad y Trastornos Alimentarios, que acaba de finalizar en esta ciudad, alcanzaron profundidades filosóficas. "¿Qué es la obesidad? ¿Qué es ser obeso? ¿Es lo mismo ser obeso que estar enfermo de obesidad?", se preguntaron los especialistas en una de las conferencias que inauguraron las jornadas. Las respuestas no resultaron tan sencillas ni obvias como podría imaginarse.
Todo un cúmulo de investigaciones está indicando que, cuando hablamos de salud, no basta con alcanzar el dorado galardón de "peso normal" que determina el índice de masa corporal (peso dividido por el cuadrado de la altura). Hay personas pesadas y, sin embargo, con mejor salud metabólica (es decir, niveles adecuados de colesterol y triglicéridos en sangre, buena sensibilidad a la insulina, sin hipertensión ni intolerancia a la glucosa, todo lo cual reduce el riesgo de varias enfermedades) que individuos delgados, pero cuyo tejido graso es, desde el punto de vista cualitativo, cuantitativo y funcional, inadecuado. Es más: un estudio publicado en la revista Circulation descubrió que entre mujeres con igual estado metabólico, una mayor adiposidad puede reducir (y no aumentar) la prevalencia de enfermedad coronaria.
¿Quiere decir que tenemos que dejar de lado todo lo que habíamos aprendido sobre los trastornos que acarrea la obesidad? "No -corrige la doctora Rosa Labanca, docente de la UBA y presidenta del Congreso de la Sociedad Argentina de Obesidad y Trastornos Alimentarios (Saota)-. Significa que, si bien el índice de masa corporal es una primera señal de alerta, igual que la relación entre la cintura y la cadera [que en las mujeres no debería ser superior a 0,72], para evaluar la salud de nuestros pacientes tenemos que ir más allá de estos números e investigar, por ejemplo, cómo es su alimentación y cuál es la proporción y distribución de músculo y tejido adiposo de su organismo."
A medida que la ciencia logra nuevos conocimientos sobre el caleidoscopio fisiológico del organismo humano, el panorama de la obesidad se va haciendo cada vez más complejo. Según explica el doctor Gustavo Lobato, médico nutricionista y deportólogo de la UBA, además de secretario de la Saota, una clasificación aproximada de esta nueva visión indica que, en todas las categorías de peso, hay individuos metabólicamente sanos y otros que sufren problemas metabólicos.
"¿Cuál es la diferencia entre un individuo obeso metabólicamente sano y un obeso en riesgo? -se pregunta Lobato-. El primero tiene poca grasa visceral, porque tiene buena cantidad de tejido celular subcutáneo. Tiene alto índice de masa corporal, pero también alta sensibilidad a la insulina, y adipocitos en cantidad y calidad adecuadas que pueden albergar el exceso energético. Es un obeso que no tiene las complicaciones metabólicas de la obesidad, aunque -aclara- pueda padecer las complicaciones mecánicas, como la apnea del sueño o los trastornos articulares. En el segundo, el tejido celular subcutáneo está desbordado. Lo mismo puede ocurrir en personas con índice de masa corporal normal, como los individuos mayores que sufren pérdida de masa muscular y disminución de la masa ósea, pero acumulación de grasa visceral. Tienen bajo peso, pero alta proporción de grasa dañina."
Según el doctor Alex Valenzuela, presidente de la Sociedad Chilena de la Obesidad, cuando se aumenta de peso, diversos factores determinan dónde almacenaremos los triglicéridos (grasas sintetizadas a partir de los alimentos), si en el tejido adiposo subcutáneo o en el profundo, visceral. "Depende de factores genéticos, del estrés... También sabemos que el sedentarismo condiciona la distribución del tejido graso hacia lo más profundo -explica-. Vemos cada vez más pacientes que, a pesar de su índice de masa corporal elevado, no tienen dislipidemia; no tienen hipertensión; no tienen problemas de intolerancia a la glucosa, pero en ellos la pregunta es cuánto tiempo pueden permanecer así. Un caso es el de los luchadores de sumo, que tienen índice de masa corporal superior a cuarenta, consumen 7000 calorías diarias y son metabólicamente normales mientras realizan seis horas diarias de gimnasia que redistribuye su grasa hacia los tejidos subcutáneos. Pero cuando dejan de hacer la actividad física que practicaban, padecen todas las enfermedades metabólicas propias de las personas obesas y la mayoría fallece del corazón desde los 35 años en adelante. Entonces, ¿existe el obeso sano?"
Al parecer, una cosa es definir obesidad y otra diferente, quién es obeso. "No son obesos todos aquellos que la parecen -concluye el doctor Julio Montero-. Me parece que lo más importante no es determinar quién es obeso clínico, sino quién es obeso metabólico. Hay casos en que el tejido adiposo puede ser un factor protector y, por otro lado, es importante que no se nos escapen individuos dismetabólicos sólo por no tener un excesivo sobrepeso."
UNA DIETA INFLAMATORIA
- MAR DEL PLATA.- Una de las hipótesis que explicarían por qué es tan nociva la grasa visceral es que se encuentra infiltrada por una gran cantidad de macrófagos, células del sistema inmune asociadas con los procesos de inflamación. "Una posibilidad es que los pacientes obesos metabólicamente normales carezcan de la infiltración de macrófagos, que son los que más generan las sustancias negativas que producen resistencia a la insulina", explica el doctor Valenzuela. Según especialistas de la Saota, la alimentación baja en carbohidratos, y con carnes, verduras y frutas sin procesar, más algo de lácteos tendría también efectos antiinflamatorios en el organismo.
Alimentos: la calidad y la cantidad es lo que vale
Un ejemplo de todos los matices que habrá que tener en cuenta en el manejo de la obesidad es el que presentan personas con peso normal, pero gran cantidad de tejido graso. "Hay individuos aparentemente delgados que pueden tener hasta un 47% de grasa corporal", afirma la profesora Sonia Nigro, de la Sociedad Uruguaya de Obesidad.
Otro, el de las personas obesas y al mismo tiempo desnutridas. "Se está produciendo una situación paradójica -explica el doctor Julio Montero-: hay gente que come mucho, pero en realidad come poco. Es decir, ingiere gran cantidad de calorías en alimentos que no contienen nutrientes. Comen mucho de algunas cosas, pero poco de otras que necesitan para metabolizar las primeras. Los principales consumidores de nutrientes son los alimentos que comemos; por esa razón, las personas anoréxicas, que comen poco, tienen relativamente pocos signos de carencias vitamínicas y minerales. Los obesos, que están sobrealimentados en calorías, necesitan muchas vitaminas para metabolizar todo lo que comen."
Al parecer, para mantenerse saludable, no se trata de encontrar la dieta mágica, sino de adoptar otro estilo de alimentación. "No sólo hay que fijarse en la cantidad, sino también en la calidad de los alimentos", subraya el doctor Marcelo Pachetti, de la Saota. Una regla sencilla sería dejar de lado la comida industrializada o muy elaborada.
"Frutas, verduras y carnes son los alimentos que más se adecuan a nuestros genes", afirma Montero, y subraya que esto vale también para la cocción: sugiere preferir los alimentos hervidos o al vapor, y evitar las altas temperaturas y los alimentos muy dorados.
lanacion.com
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