Por Ana Prieto.
"Si vivís en la Antártida o en un puesto fronterizo, adelante con la terapia virtual. Si vivís en la ciudad, sacá un turno". Esa es la opinión del psicólogo sistémico Federico Richard, profesor en la Universidad del Aconcagua, Mendoza, sobre las terapias online. No es que tenga algo contra los tratamientos a distancia; ha trabajado así en coaching para empresas "pero sólo cuando era imposible coordinar un viaje y tener las reuniones personalmente".
Aunque la psicoterapia a distancia se remonta a los tiempos de Freud, que trató a algunos de sus pacientes vía correspondencia, todavía es un terreno con tantos entusiastas como detractores. Hoy se puede recibir tratamiento psicológico vía Skype, podcast, chat con o sin webcam, mail, videoconferencia y blogs. Hay terapias individuales y grupales; hay portales especializados en anorexia y bulimia, control de la ira y adicciones, y también programas de tratamiento para descargar y trabajar a solas en la computadora, sin seguimiento de un psicólogo. Basta poner en el buscador iTerapia, terapias online o e-therapy para ver desplegadas cientos de páginas que ofrecen servicios de salud mental.
La Argentina, uno de los países más psicoanalizados del planeta, no se queda atrás.
El Instituto de Psicología Argentina, Intrapsi, TerapiaVirtu@l, PsicoterapiasOnline, EnigmaPsi, La-angustia, Campo de psicología, son sólo algunos de los sitios locales que ofrecen atención psicológica virtual. Aunque entre los mencionados hay diferencias evidentes. El portal de La-angustia, por ejemplo, asegura que los resultados de la terapia online "son los mismos que en un consultorio particular cara a cara", algo en lo que el Instituto de Psicología Argentina no parece estar de acuerdo: "la terapia online no pretende sustituir a la terapia presencial", dicen sus especialistas, pero asumen que puede ser una alternativa válida en los casos de pacientes con poco tiempo, que viven apartados o tienen algún impedimento físico para ir al consultorio.
"El tema de la terapia por Internet no puede responderse con un simple sirve o no sirve. Hay que pensar en el cuadro, su gravedad, en las características del paciente", comenta la licenciada Giselle Vetere, especialista en psicología cognitiva en la Ciudad de Buenos Aires. "Hay casos en los que una terapia virtual sería absurda, como en uno de patología grave. Pero puede servir para ciertos estilos de personalidad."
En toda psicoterapia la relación paciente-terapeuta es esencial, y la construcción de un vínculo virtual no es para todos. La modalidad de teleconferencia es inviable para personas que se incomodan frente a una webcam. Si la terapia es vía correo electrónico y el paciente no tiene soltura para escribir, el tratamiento difícilmente pueda avanzar o avance por el lado equivocado. Y también está el tema del lenguaje corporal: "Creo que se pierde mucho de lo gestual si uno ve al paciente a través de una pantalla, por más nítida que sea", dice Richard. Vetere está de acuerdo: "El cara a cara te brinda datos valiosos sobre el otro -cómo reacciona, si está incómodo o está evitando algo. Por otro lado, muchas veces para implementar ciertas estrategias es necesario que el paciente se sienta contenido, lo que parece difícil vía Internet."
El crecimiento exponencial de estos sitios parece ser prueba de su propio éxito, y la tendencia apunta a su definitiva instauración como una modalidad de terapia tan común como la presencial. Sin embargo, hay cuestiones legales que están lejos de discutirse en la Argentina, y lejos de haberse resuelto por completo en países como Estados Unidos y Gran Bretaña. Las preguntas clave son ¿quién protege al paciente de una psicoterapia virtual de mala calidad? ¿Quién regula la práctica de los psicólogos online? ¿Debería haber una licencia especial para los profesionales que quieran expandirse hacia el universo virtual?
En nuestro país no existe una base de servicios terapéuticos online organizada y evaluada por una instancia profesional superior. Por lo tanto, el mejor consejo para quienes deseen comenzar un tratamiento de este tipo es asesorarse respecto de la terapia apropiada (sistémica, cognitiva, psicoanalítica, etc.), buscar todas las referencias posibles acerca del servicio elegido y pedir constancias sobre la formación del terapeuta (en este sentido, a varios pacientes les tranquiliza conocer cara a cara su futuro psicólogo virtual). "Y sobre todo -agrega Federico Richard-, no hay que perder de vista que Internet es una herramienta. Como decía Abraham Maslow, el psicólogo humanístico-existencial norteamericano, ‘quien tiene por toda herramienta un martillo, tiende a ver todas las cosas como clavos.’ O sea: no pidamos a las herramientas que hagan lo que deben hacer las personas."
conexionbrando.com
"Si vivís en la Antártida o en un puesto fronterizo, adelante con la terapia virtual. Si vivís en la ciudad, sacá un turno". Esa es la opinión del psicólogo sistémico Federico Richard, profesor en la Universidad del Aconcagua, Mendoza, sobre las terapias online. No es que tenga algo contra los tratamientos a distancia; ha trabajado así en coaching para empresas "pero sólo cuando era imposible coordinar un viaje y tener las reuniones personalmente".
Aunque la psicoterapia a distancia se remonta a los tiempos de Freud, que trató a algunos de sus pacientes vía correspondencia, todavía es un terreno con tantos entusiastas como detractores. Hoy se puede recibir tratamiento psicológico vía Skype, podcast, chat con o sin webcam, mail, videoconferencia y blogs. Hay terapias individuales y grupales; hay portales especializados en anorexia y bulimia, control de la ira y adicciones, y también programas de tratamiento para descargar y trabajar a solas en la computadora, sin seguimiento de un psicólogo. Basta poner en el buscador iTerapia, terapias online o e-therapy para ver desplegadas cientos de páginas que ofrecen servicios de salud mental.
La Argentina, uno de los países más psicoanalizados del planeta, no se queda atrás.
El Instituto de Psicología Argentina, Intrapsi, TerapiaVirtu@l, PsicoterapiasOnline, EnigmaPsi, La-angustia, Campo de psicología, son sólo algunos de los sitios locales que ofrecen atención psicológica virtual. Aunque entre los mencionados hay diferencias evidentes. El portal de La-angustia, por ejemplo, asegura que los resultados de la terapia online "son los mismos que en un consultorio particular cara a cara", algo en lo que el Instituto de Psicología Argentina no parece estar de acuerdo: "la terapia online no pretende sustituir a la terapia presencial", dicen sus especialistas, pero asumen que puede ser una alternativa válida en los casos de pacientes con poco tiempo, que viven apartados o tienen algún impedimento físico para ir al consultorio.
"El tema de la terapia por Internet no puede responderse con un simple sirve o no sirve. Hay que pensar en el cuadro, su gravedad, en las características del paciente", comenta la licenciada Giselle Vetere, especialista en psicología cognitiva en la Ciudad de Buenos Aires. "Hay casos en los que una terapia virtual sería absurda, como en uno de patología grave. Pero puede servir para ciertos estilos de personalidad."
En toda psicoterapia la relación paciente-terapeuta es esencial, y la construcción de un vínculo virtual no es para todos. La modalidad de teleconferencia es inviable para personas que se incomodan frente a una webcam. Si la terapia es vía correo electrónico y el paciente no tiene soltura para escribir, el tratamiento difícilmente pueda avanzar o avance por el lado equivocado. Y también está el tema del lenguaje corporal: "Creo que se pierde mucho de lo gestual si uno ve al paciente a través de una pantalla, por más nítida que sea", dice Richard. Vetere está de acuerdo: "El cara a cara te brinda datos valiosos sobre el otro -cómo reacciona, si está incómodo o está evitando algo. Por otro lado, muchas veces para implementar ciertas estrategias es necesario que el paciente se sienta contenido, lo que parece difícil vía Internet."
El crecimiento exponencial de estos sitios parece ser prueba de su propio éxito, y la tendencia apunta a su definitiva instauración como una modalidad de terapia tan común como la presencial. Sin embargo, hay cuestiones legales que están lejos de discutirse en la Argentina, y lejos de haberse resuelto por completo en países como Estados Unidos y Gran Bretaña. Las preguntas clave son ¿quién protege al paciente de una psicoterapia virtual de mala calidad? ¿Quién regula la práctica de los psicólogos online? ¿Debería haber una licencia especial para los profesionales que quieran expandirse hacia el universo virtual?
En nuestro país no existe una base de servicios terapéuticos online organizada y evaluada por una instancia profesional superior. Por lo tanto, el mejor consejo para quienes deseen comenzar un tratamiento de este tipo es asesorarse respecto de la terapia apropiada (sistémica, cognitiva, psicoanalítica, etc.), buscar todas las referencias posibles acerca del servicio elegido y pedir constancias sobre la formación del terapeuta (en este sentido, a varios pacientes les tranquiliza conocer cara a cara su futuro psicólogo virtual). "Y sobre todo -agrega Federico Richard-, no hay que perder de vista que Internet es una herramienta. Como decía Abraham Maslow, el psicólogo humanístico-existencial norteamericano, ‘quien tiene por toda herramienta un martillo, tiende a ver todas las cosas como clavos.’ O sea: no pidamos a las herramientas que hagan lo que deben hacer las personas."
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