MADRID.- Uno de los principales usos de Facebook es para flirtear. Por si hiciera falta una nueva prueba de esto, en los adelantos del libro The Facebook effect que han salido publicados, lo que más interés ha despertado en los lectores son las historias de cómo Mark Zuckerberg, su creador, conducía experimentos sobre la base de los caudales de información que surgían del coqueteo entre usuarios ya desde el comienzo de la red social.
Por ejemplo -dice el libro del periodista David Kirkpatrick, que saldrá a la venta a mediados de junio en EEUU y que ha creado una enorme expectativa-, Zuckerberg podía determinar con un 33 por ciento de efectividad con quién un usuario iba a estar saliendo en una semana. Para calcularlo, Zuckerberg se basada en la frecuencia en la que el usuario miraba el perfil de otro, de quién eran amigos los amigos del usuario y quién había cambiado su estatus a soltero recientemente, combinando todo esto con otros indicadores.
En plena discusión sobre la privacidad en las redes sociales, la noticia causó sensación. Pero, además, han señalado muchos, no hacía falta desarrollar una fórmula compleja para descubrir cuándo hay una relación online en potencia. Todas las variables que Zuckerberg controlaba, finalmente, también se dan en nuestras vidas no virtuales, y ahora que tantos viven su vida en Facebook, ¿no era acaso sólo natural que las mismas reglas se aplicasen allí?
lanacion.com
Por ejemplo -dice el libro del periodista David Kirkpatrick, que saldrá a la venta a mediados de junio en EEUU y que ha creado una enorme expectativa-, Zuckerberg podía determinar con un 33 por ciento de efectividad con quién un usuario iba a estar saliendo en una semana. Para calcularlo, Zuckerberg se basada en la frecuencia en la que el usuario miraba el perfil de otro, de quién eran amigos los amigos del usuario y quién había cambiado su estatus a soltero recientemente, combinando todo esto con otros indicadores.
En plena discusión sobre la privacidad en las redes sociales, la noticia causó sensación. Pero, además, han señalado muchos, no hacía falta desarrollar una fórmula compleja para descubrir cuándo hay una relación online en potencia. Todas las variables que Zuckerberg controlaba, finalmente, también se dan en nuestras vidas no virtuales, y ahora que tantos viven su vida en Facebook, ¿no era acaso sólo natural que las mismas reglas se aplicasen allí?
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