No son psicólogas, trabajadoras sociales ni consejeras, pero desde su trabajo de peluqueras las estilistas de Nueva York se están convirtiendo en los nuevos soldados en la lucha contra la violencia doméstica. Lo hacen devoliviendo algunas consejos y reflexiones cuando las clientas les cuentan sobre alguna escena violencia que sufren en sus hogares.
A través del proyecto ‘Concientización sobre violencia doméstica a salones de belleza', creado en el distrito de Washington Heights e Inwood por el Programa de Preservación Familiar de la Administración de Servicios para Niños de la ciudad de Nueva York (ACS), las trabajadoras de los salones de belleza reciben un entrenamiento que les permite identificar signos de abuso doméstico y brindar información a sus clientes mientras ellas se relajan y embellecen.
El proyecto piloto fue creado por Ingrid Domínguez, directora de una agencia de servicios familiares financiada por la municipalidad en Washington Heights y Central Harlem. Ingrid contó que se le ocurrió la idea tras observar a una mujer hablar con su peluquera acerca de abusos en su hogar.
La iniciativa parte de una hipótesis que confirmaron en otros Estados: los gobernantes y especialistas en esta problemática presentían que los salones de belleza y las peluqueras podían ser la primera línea de defensa contra la violencia hogareña. "Las mujeres confiesan a sus peluqueros cosas que jamás cuentan a nadie. Se crea un vínculo muy especial, muy íntimo. Es como que bajan la guardia y se entregan más, quizá porque no se sienten juzgadas", comentó Ingrid en un reportaje.
La experiencia ya había tenido éxito en otras regiones de Estados Unidos. Cut It Out, una organización basada en Birmingham, Alabama, fue creada en el 2.000 para usar los salones de belleza como nexos entre víctimas y recursos de prevención de violencia doméstica. Ya se ha expandido a 50 estados y distribuye materiales informativos a una red de salones participantes.
El programa creado por Domínguez se centra en salones en Washington Heights. Cinco salones han pasado ya por el entrenamiento y otros están siendo reclutados. Tanto hombres como mujeres están involucrados en el programa.
El entrenamiento en español es dirigido por estudiantes de Trabajo Social y se realiza en los salones de belleza durante tres sesiones de una hora cada una, enseñando a estilistas y barberos (éstos últimos que trabajan con la población masculina) cómo detectar las señales de violencia intrafamiliar, y ofreciendo información sobre dónde dirigir a las víctimas para solicitar ayuda.
"Las estilistas o barberos pueden percibir en sus clientes señales físicas de abuso como perdida de mechón de cabello, rasguños en el cuello o el rostro u ojos con moretones. Otras señales menos obvias también las pueden detectar por la estrecha relación con su cliente, como baja autoestima, cancelación de citas con frecuencia, ansiedad, etc.", comentó Yeinmy Gómez, una de las instructoras del programa de entrenamiento.
entremujeres.com
A través del proyecto ‘Concientización sobre violencia doméstica a salones de belleza', creado en el distrito de Washington Heights e Inwood por el Programa de Preservación Familiar de la Administración de Servicios para Niños de la ciudad de Nueva York (ACS), las trabajadoras de los salones de belleza reciben un entrenamiento que les permite identificar signos de abuso doméstico y brindar información a sus clientes mientras ellas se relajan y embellecen.
El proyecto piloto fue creado por Ingrid Domínguez, directora de una agencia de servicios familiares financiada por la municipalidad en Washington Heights y Central Harlem. Ingrid contó que se le ocurrió la idea tras observar a una mujer hablar con su peluquera acerca de abusos en su hogar.
La iniciativa parte de una hipótesis que confirmaron en otros Estados: los gobernantes y especialistas en esta problemática presentían que los salones de belleza y las peluqueras podían ser la primera línea de defensa contra la violencia hogareña. "Las mujeres confiesan a sus peluqueros cosas que jamás cuentan a nadie. Se crea un vínculo muy especial, muy íntimo. Es como que bajan la guardia y se entregan más, quizá porque no se sienten juzgadas", comentó Ingrid en un reportaje.
La experiencia ya había tenido éxito en otras regiones de Estados Unidos. Cut It Out, una organización basada en Birmingham, Alabama, fue creada en el 2.000 para usar los salones de belleza como nexos entre víctimas y recursos de prevención de violencia doméstica. Ya se ha expandido a 50 estados y distribuye materiales informativos a una red de salones participantes.
El programa creado por Domínguez se centra en salones en Washington Heights. Cinco salones han pasado ya por el entrenamiento y otros están siendo reclutados. Tanto hombres como mujeres están involucrados en el programa.
El entrenamiento en español es dirigido por estudiantes de Trabajo Social y se realiza en los salones de belleza durante tres sesiones de una hora cada una, enseñando a estilistas y barberos (éstos últimos que trabajan con la población masculina) cómo detectar las señales de violencia intrafamiliar, y ofreciendo información sobre dónde dirigir a las víctimas para solicitar ayuda.
"Las estilistas o barberos pueden percibir en sus clientes señales físicas de abuso como perdida de mechón de cabello, rasguños en el cuello o el rostro u ojos con moretones. Otras señales menos obvias también las pueden detectar por la estrecha relación con su cliente, como baja autoestima, cancelación de citas con frecuencia, ansiedad, etc.", comentó Yeinmy Gómez, una de las instructoras del programa de entrenamiento.
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