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Marco tiene un año y ocho meses y crece bajo un paradigma impensado para las generaciones que lo precedieron: sabe que los miércoles por la noche queda al cuidado de su padre porque, apenas su madre llega del trabajo, se cambia y sale con los botines en el bolso rumbo al club Obras. Es noche de chicas y el plan es jugar al fútbol con sus amigas.
"Un día les propuse a mis compañeras de trabajo hacer algo distinto. Empezamos a averiguar y nos inscribimos en un campeonato de fútbol femenino. Los miércoles nos entrenamos y los sábados, competimos", cuenta Giselle Calas, que tiene 31 años. La semana pasada, Marco fue al entrenamiento con ella. "Para él va a ser algo normal decir que su mamá juega al fútbol", ironiza.
Lo cierto es que cada vez son más las mujeres que en Buenos Aires deciden adoptar sin pruritos este deporte, que tradicionalmente se consideró cosa de hombres. Basta con recorrer complejos de Fútbol 5 como el de Claudio Marangoni, en plaza Las Heras o Madero Sport, en Puerto Madero, para comprobar que cada cuatro o cinco canchas alquiladas por hombres, hay una reservada por mujeres.
No son jugadoras profesionales ni practican el deporte desde hace tanto tiempo. La mayoría son oficinistas o jóvenes profesionales que trabajan en el centro y eligen ésta como su forma de alejarse de la rutina. El fenómeno ha tenido tanto crecimiento en los últimos tiempos, que varios organizadores de campeonatos de Fútbol 5 incorporaron en su oferta torneos femeninos.
"En el último, año las consultas por Internet sobre si había campeonatos femeninos fueron constantes. Tanto insistencia hizo que terminamos por organizar uno este semestre y, en pocos días, ya se habían cubierto todas las fechas", relata Mariano Carmona, a cargo de fuialapelota.com.ar , que organiza torneos en las canchas de Ortiz de Ocampo 3250, en pleno barrio Parque.
La mayoría tiene entre 20 y 25 años, según Carmona, y trabaja y estudia. Los equipos llevan nombres que no ocultan el touch femme . Por ejemplo, en la última fecha se enfrentaron "Hasta la Victoria Secret" y "Pechito y adentro".
"Todos quieren ganar. Mujeres y hombres, pero ellas son más distendidas en los campeonatos. Compiten, pero no está en juego la hombría; entonces, son más relajadas. Se divierten más", asegura Carmona.
Piropos a la número 15
Antonella Baschiera trabaja en un estudio de despachante de aduana y estudia en el Instituto de Capacitación Aduanera. Claro que para el grupo de jóvenes que se apostó sobre Avenida del Libertador para verla entrenar, es sólo un número. "Qué buena está la número 15", le gritan desde la calle. La rubia no hace caso. Ella y sus compañeras del equipo Casia se entrenan para la próxima fecha del campeonato que organiza Gritatugol.com y están acostumbradas a los comentarios masculinos.
"Les llama la atención ver chicas en las canchas. Es como si pensaran que porque jugás al futbol sos machona, y se sorprenden al vernos femeninas. Igual, suelen hacer comentarios del tipo machistas", cuenta Antonella.
Lo que ocurre es que el fenómeno del fútbol femenino es nuevo en el país, sobre todo, si se lo compara con los Estados Unidos, donde prácticamente son más las mujeres que los hombres las que juegan al soccer . Claro que esto está muy relacionado con el hecho de que en las escuelas tanto ellos como ellas tienen la posibilidad de practicar este deporte.
Giselle Salvetti tiene 25 años y es empleada de la Anses. Empezó a jugar en los torneos internos que se armaban cuando trabajaba en la AFJP Consolidar.
"Un día, con las chicas decidimos inscribirnos y nos divertimos mucho. Fue hace dos años y, desde entonces, busco la manera de hacerme un tiempo para no faltar", relata. Tarea que no se le hace sencilla, ya que hace tres meses nació su hijo Matteo. Su marido la acompaña a la cancha con el cochecito, para que ella pueda entrenarse.
"Ha habido un gran crecimiento del fútbol femenino; por eso, tenemos entrenamiento especial para ellas desde hace un tiempo y la verdad es que en casi todas las clases hay nuevas participantes", explica Juan Aguirre, director de Fútbol del club Obras y que tiene a cargo, en persona, el team femenino.
"¡Dale, corré!, ¿o estás de shopping?"
LA NACION presenció uno de los entrenamientos. Las chicas concurrían de jogging o con jeans pero, poco a poco, en el vestuario se producía la metamorfosis.
Canilleras, vendas en los tobillos, protectores en el corpiño, medias altas y botines. Gomitas y vinchas para atar el pelo para que no moleste durante la práctica. Lentamente, las chicas glamorosas y oficinistas se lookeaban como verdaderas futboleras de ley.
"¿Hay botines femeninos en las casas de deportes?", fue la pregunta. "Nike sacó unos rosas, pero en general compramos los botines de hombre porque son mejores. Aunque a veces, si tenés pie chico, no es fácil conseguir número", explica Antonella.
Melina Maiese tiene 19 años y el entrenador la apoda "el fibrón", porque marca a todos. Juega de 2 y cuenta que la primera vez que fue a jugar al fútbol, la acompañó su hermano mayor. "A los hombres les llama la atención, les parece raro. Pero, poco a poco, se van haciendo a la idea", dice.
El entrenamiento comienza con una leve entrada en calor y un poco de trote en torno de la cancha de césped sintético y finaliza con un picadito de cinco contra cinco. Es allí cuando se ve el verdadero carácter y las cualidades de cada una.
Quizás haya sido por la presencia de periodistas pero, en general, las jugadoras parecen menos bulliciosas de lo que lo que podría esperarse de un gran encuentro que incluye a una decena de féminas corriendo tras la misma pelota.
De hecho, ellas no gritan sus goles, o los gritan como con sordina. Eso sí, cada una de las jugadas van acompañadas de comentarios dignos del género femenino, tales como "Sos una diosa"; o el demoledor "¡Dale... movete... ¿o estás de shopping?!
1 comentario:
esa maiese es mas mala jugandoooooo
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