Que una serie que se llame "Lie to me" ("Mentime") esté de moda entre los políticos podrá sonarle a algunos hasta coherente. Pero a Sergio Rulicki, un antropólogo recibido en la UBA y experto en análisis de expresiones faciales, no deja de sorprenderle la cantidad de llamados que tuvo en los últimos dos meses desde búnkers de candidatos para 2011. "Les interesa saber si sus gestos se corresponden con lo que dicen, si hay algo en sus expresiones que irrita a los votantes, etc.", cuenta el académico.
Rulicki estudia la comunicación no verbal desde hace años, pero a partir del boom de "Lie to me", en 2009, ya no necesita explicar demasiado su trabajo. En la serie que emite Fox, el doctor Carl Lightman (Tim Roth) ayuda a la policía a desenmascarar a criminales que mienten a través de la lectura de sus expresiones faciales. Lightman es un alterego de Paul Ekman, un científico californiano que desde la década del 60 se dedicó a codificar las más de 10.000 combinaciones de movimientos producidos por los 43 músculos de la cara.
Ekman corroboró que hay señales faciales inequívocas (extremadamente difíciles de impostar) que denotan sí o sí determinadas emociones básicas, como el enojo, la tristeza, el miedo, la sorpresa, el disgusto, el desprecio y la felicidad. "Los políticos revelan con sus caras que lo que están diciendo no es cierto, o que ellos mismos no lo creen, y eso puede ser muy costoso en términos de votos", explica Rulicki. Especialmente, en una era en la que se juega tanto para la carrera electoral en la pantalla de TV, con sus planos medios y la cámara en detalles de gestos de los candidatos.
A pedido de Clarín, Rulicki pasó varias horas analizando las "microexpresiones" faciales (son fugaces y no duran más de un cuarto de segundo) de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, del jefe de Gobierno porteño Mauricio Macri y del jefe de gabinete, Aníbal Fernández, entre otros políticos. Estas fueron sus principales conclusiones:
Cristina: "Cambió mucho su lenguaje corporal. Dejó de hacer el gesto de manipulación de los micrófonos, a través del cual mostraba inquietud y canalizaba su tensión: su intención de mostrar firmeza ya no se manifiesta de manera tan agresiva", cuenta el antropólogo. Los estudios muestran que el timbre de voz rasposo puede provocar irritación, más allá del contenido de lo que se diga. "Esta característica de la voz de la Presidenta, sumada a un tono agudo, y una cadencia de la enunciación que evoca el sentimiento de compasión, resulta en un estilo que, para algunos, puede ser populista o demagógico", explica.
Macri: "A menudo no consigue ocultar sus verdaderas emociones, ni siquiera cuando le conviene. Se indigna con facilidad, lo que manifiesta en su rostro con la elevación pronunciada de las cejas y marcadas arrugas transversales en su frente, y ahí da la impresión de estar a la defensiva. Cuando algo lo hace enojar, el ceño de Macri se frunce marcadamente, sus ojos centellean y su boca se crispa por la presión de los labios entre sí: la intensidad de su enojo puede llegar a ser muy elevada. Le cuesta más poner en escena gestos y posturas de conciliación y empatía, y por eso, en muchas ocasiones, parece emocionalmente frío, distante e incluso autoritario".
Aníbal Fernández: "Sus estrategias no verbales más habituales consisten en la utilización de miradas intimidatorias, que expresan enojo, reprobación y advertencia. De esta manera consigue, en muchos casos, frenar el avance del cuestionamiento y mantener el control de la situación", destaca Rulicki, autor un best seller sobre "Comunicación No Verbal" (Granica). Y agrega: "También utiliza, como estrategias de control, a las sonrisas de superioridad, sarcásticas y descalificadoras".
En el laboratorio del antropólogo no se salva ningún político, ni del oficialismo ni de la oposición. Uno de los ejemplos más notorios de mal manejo gestual recientes es, para Rulicki, el de las microexpresiones del radical Gerardo Morales durante la interpelación a Amado Boudou en el Congreso.
El eslogan de la serie Lie to me es "La verdad está escrita en tu rostro".
Antecedentes
La idea de que determinadas expresiones faciales corresponden a sentimientos universales fue propuesta en 1860 por Charles Darwin. Se le ocurrió mirando los gestos de su hijo de 5 años, y luego la corroboró en sus viajes.
Paul Ekman, un científico californiano, amplió esta línea de estudio desde la década del 60. Ekman testeó la hipótesis en diversos lugares, desde Nueva Guinea hasta Buenos Aires, donde llegó 45 años atrás invitado por el Instituto Di Tella, para dar una charla.
La serie "Lie to me" tomó las investigaciones de Ekman y las popularizó. Sus trabajos había llegado media década atrás al gran público a partir de "Blink", el bestseller de negocios de Malcolm Gladwell, ex periodista del New York Times.
clarin.com
Rulicki estudia la comunicación no verbal desde hace años, pero a partir del boom de "Lie to me", en 2009, ya no necesita explicar demasiado su trabajo. En la serie que emite Fox, el doctor Carl Lightman (Tim Roth) ayuda a la policía a desenmascarar a criminales que mienten a través de la lectura de sus expresiones faciales. Lightman es un alterego de Paul Ekman, un científico californiano que desde la década del 60 se dedicó a codificar las más de 10.000 combinaciones de movimientos producidos por los 43 músculos de la cara.
Ekman corroboró que hay señales faciales inequívocas (extremadamente difíciles de impostar) que denotan sí o sí determinadas emociones básicas, como el enojo, la tristeza, el miedo, la sorpresa, el disgusto, el desprecio y la felicidad. "Los políticos revelan con sus caras que lo que están diciendo no es cierto, o que ellos mismos no lo creen, y eso puede ser muy costoso en términos de votos", explica Rulicki. Especialmente, en una era en la que se juega tanto para la carrera electoral en la pantalla de TV, con sus planos medios y la cámara en detalles de gestos de los candidatos.
A pedido de Clarín, Rulicki pasó varias horas analizando las "microexpresiones" faciales (son fugaces y no duran más de un cuarto de segundo) de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, del jefe de Gobierno porteño Mauricio Macri y del jefe de gabinete, Aníbal Fernández, entre otros políticos. Estas fueron sus principales conclusiones:
Cristina: "Cambió mucho su lenguaje corporal. Dejó de hacer el gesto de manipulación de los micrófonos, a través del cual mostraba inquietud y canalizaba su tensión: su intención de mostrar firmeza ya no se manifiesta de manera tan agresiva", cuenta el antropólogo. Los estudios muestran que el timbre de voz rasposo puede provocar irritación, más allá del contenido de lo que se diga. "Esta característica de la voz de la Presidenta, sumada a un tono agudo, y una cadencia de la enunciación que evoca el sentimiento de compasión, resulta en un estilo que, para algunos, puede ser populista o demagógico", explica.
Macri: "A menudo no consigue ocultar sus verdaderas emociones, ni siquiera cuando le conviene. Se indigna con facilidad, lo que manifiesta en su rostro con la elevación pronunciada de las cejas y marcadas arrugas transversales en su frente, y ahí da la impresión de estar a la defensiva. Cuando algo lo hace enojar, el ceño de Macri se frunce marcadamente, sus ojos centellean y su boca se crispa por la presión de los labios entre sí: la intensidad de su enojo puede llegar a ser muy elevada. Le cuesta más poner en escena gestos y posturas de conciliación y empatía, y por eso, en muchas ocasiones, parece emocionalmente frío, distante e incluso autoritario".
Aníbal Fernández: "Sus estrategias no verbales más habituales consisten en la utilización de miradas intimidatorias, que expresan enojo, reprobación y advertencia. De esta manera consigue, en muchos casos, frenar el avance del cuestionamiento y mantener el control de la situación", destaca Rulicki, autor un best seller sobre "Comunicación No Verbal" (Granica). Y agrega: "También utiliza, como estrategias de control, a las sonrisas de superioridad, sarcásticas y descalificadoras".
En el laboratorio del antropólogo no se salva ningún político, ni del oficialismo ni de la oposición. Uno de los ejemplos más notorios de mal manejo gestual recientes es, para Rulicki, el de las microexpresiones del radical Gerardo Morales durante la interpelación a Amado Boudou en el Congreso.
El eslogan de la serie Lie to me es "La verdad está escrita en tu rostro".
Antecedentes
La idea de que determinadas expresiones faciales corresponden a sentimientos universales fue propuesta en 1860 por Charles Darwin. Se le ocurrió mirando los gestos de su hijo de 5 años, y luego la corroboró en sus viajes.
Paul Ekman, un científico californiano, amplió esta línea de estudio desde la década del 60. Ekman testeó la hipótesis en diversos lugares, desde Nueva Guinea hasta Buenos Aires, donde llegó 45 años atrás invitado por el Instituto Di Tella, para dar una charla.
La serie "Lie to me" tomó las investigaciones de Ekman y las popularizó. Sus trabajos había llegado media década atrás al gran público a partir de "Blink", el bestseller de negocios de Malcolm Gladwell, ex periodista del New York Times.
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