El vaginismo es la aparición persistente o recurrente de espasmos involuntarios de la musculatura del tercio externo de la vagina frente a la introducción del pene, los dedos o el espéculo. Es la definición técnica de un problema que sufren muchas mujeres y que limita su vida sexual. Es "castellano": la vagina se cierra y obstruye cualquier penetración.
La disfunción sexual en parejas donde la mujer presenta vaginismo se denomina "matrimonio no consumado". Debe diferenciarse de la dispareunia, que es la presencia de dolor durante el coito, que puede desencadenar en un vaginismo secundario.
"No hay estadísticas respecto a la prevalencia de este trastorno porque, en general, la consulta es tardía o directamente nunca llega al oído de especialistas que traten el problema", explica la ginecóloga y sexóloga Sandra Magirena.
Estudios internacionales hablan de un 10% de las consultas (Master y Johnson), y arrojan que las cifras suelen ser más altas en pacientes posmenopáusicas y con cáncer de mama, según la especialista.
El síntoma principal del vaginismo es el dolor al momento de la penetración, la cual se vuelve imposible.
"El vaginismo puede ser primario (siempre lo tubo), secundario (aparece, por ejemplo, después de una cirugía o parto), situacional (en relación a una relación particular) o asociado a otras disfunciones (sexuales o psicológicas)", explica Magirena.
La causa del vaginismo puede ser:
1) Orgánica: himen rígido, endometriosis, enfermedad inflamatoria pélvica, tumores pélvicos, estenosis vaginal, malformaciones.
2) Psicológica: respuesta fóbica, respuesta condicionada a fantasías sexuales, cultura e información, abuso sexual, temor al embarazo.
"Descartando las causas orgánicas, generalmente son mujeres que le temen a la sexualidad por diversas razones: por fantasías terroríficas, por miedo a ser dañadas o castigadas o despreciadas, por asco o por rechazo al acto sexual. Es probable que tengan miedo a tener hijos, miedo a su propio placer", dice Magirena.
¿Qué hay detrás de esos miedos?
"En general, culpa, una culpa que suele provenir de conflictos viejos, probablemente de la infancia, o de una pobre educación sexual", dice.
El vaginismo en general llega tarde a la consulta ya que muchas mujeres sienten vergüenza de contarlo. "A su vez, como en muchos casos tienen buenos orgasmos, no se busca una solución", explica la ginecóloga.
"El motivo de consulta es en general por deseos de fertilidad o porque la pareja expone la disfunción.
Es un problema que genera mucho sufrimiento en las mujeres y que durante mucho tiempo permaneció oculto. La educación sexual y el reposicionamiento del género femenino han favorecido y facilitado el accesos a la consulta de las mujeres que padecen este trastorno", dice Magirena.
Su tratamiento no es complejo, sobre todo cuando se consulta tempranamente, pero requiere de compromiso y confianza de la paciente con el equipo de trabajo. En general puede ser tratado por el ginecólogo y el sexólogo, y consiste en una serie de ejercicios de relajación perineal, con un reaprendizaje de la función de la musculatura pelviana y una toma de conciencia de la zona.
"Esto puede facilitarse con el uso de dilatadores vaginales que se utilizan progresivamente, acompañado de ejercicios de relajación y respiración", apunta Magirena, quien trabaja junto a la psicóloga y sexóloga Viviana Tobi en un Programa de Reeducación Perineal Psicosexual, desde una perspectiva interdisciplinaria.
entremujeres.com
La disfunción sexual en parejas donde la mujer presenta vaginismo se denomina "matrimonio no consumado". Debe diferenciarse de la dispareunia, que es la presencia de dolor durante el coito, que puede desencadenar en un vaginismo secundario.
"No hay estadísticas respecto a la prevalencia de este trastorno porque, en general, la consulta es tardía o directamente nunca llega al oído de especialistas que traten el problema", explica la ginecóloga y sexóloga Sandra Magirena.
Estudios internacionales hablan de un 10% de las consultas (Master y Johnson), y arrojan que las cifras suelen ser más altas en pacientes posmenopáusicas y con cáncer de mama, según la especialista.
El síntoma principal del vaginismo es el dolor al momento de la penetración, la cual se vuelve imposible.
"El vaginismo puede ser primario (siempre lo tubo), secundario (aparece, por ejemplo, después de una cirugía o parto), situacional (en relación a una relación particular) o asociado a otras disfunciones (sexuales o psicológicas)", explica Magirena.
La causa del vaginismo puede ser:
1) Orgánica: himen rígido, endometriosis, enfermedad inflamatoria pélvica, tumores pélvicos, estenosis vaginal, malformaciones.
2) Psicológica: respuesta fóbica, respuesta condicionada a fantasías sexuales, cultura e información, abuso sexual, temor al embarazo.
"Descartando las causas orgánicas, generalmente son mujeres que le temen a la sexualidad por diversas razones: por fantasías terroríficas, por miedo a ser dañadas o castigadas o despreciadas, por asco o por rechazo al acto sexual. Es probable que tengan miedo a tener hijos, miedo a su propio placer", dice Magirena.
¿Qué hay detrás de esos miedos?
"En general, culpa, una culpa que suele provenir de conflictos viejos, probablemente de la infancia, o de una pobre educación sexual", dice.
El vaginismo en general llega tarde a la consulta ya que muchas mujeres sienten vergüenza de contarlo. "A su vez, como en muchos casos tienen buenos orgasmos, no se busca una solución", explica la ginecóloga.
"El motivo de consulta es en general por deseos de fertilidad o porque la pareja expone la disfunción.
Es un problema que genera mucho sufrimiento en las mujeres y que durante mucho tiempo permaneció oculto. La educación sexual y el reposicionamiento del género femenino han favorecido y facilitado el accesos a la consulta de las mujeres que padecen este trastorno", dice Magirena.
Su tratamiento no es complejo, sobre todo cuando se consulta tempranamente, pero requiere de compromiso y confianza de la paciente con el equipo de trabajo. En general puede ser tratado por el ginecólogo y el sexólogo, y consiste en una serie de ejercicios de relajación perineal, con un reaprendizaje de la función de la musculatura pelviana y una toma de conciencia de la zona.
"Esto puede facilitarse con el uso de dilatadores vaginales que se utilizan progresivamente, acompañado de ejercicios de relajación y respiración", apunta Magirena, quien trabaja junto a la psicóloga y sexóloga Viviana Tobi en un Programa de Reeducación Perineal Psicosexual, desde una perspectiva interdisciplinaria.
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8 comentarios:
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