Ni penitencias extremas ni régimen permisivo: ésa parece ser la receta.
Cuando faltan pocos días para el término del ciclo lectivo son muchos los padres que dudan sobre cómo actuar en este tiempo de descuento, en que sus hijos adolescentes se juegan a pasar o repetir el curso. Llegan los exámenes finales y, con ellos, el temor. La reacción natural de los adultos es querer ayudar a sus hijos. Pero no todos encuentran la forma adecuada.
Los expertos en el tema sostienen que lo que se debe hacer es no dramatizar y encontrar juntos, padres e hijo, un plan concreto y realizable para encarar los exámenes de la mejor manera.
"Hasta el año pasado servía ponerme rígida con mi hijo, que ahora tiene 14 años, pero ya no, porque entró en la etapa crítica de la adolescencia y cualquier intervención mía o de mi marido termina en conflicto", contó Adriana, de Barrio Norte. Su hijo tiene que preparar seis materias que debe recuperar. ¿Qué hicieron Adriana y su marido? Le pidieron ayuda al hijo (universitario) de una amiga y a otros amigos adultos para que le den clases al chico y lo ayuden a pasar de año.
"Esto no significa que lo abandonemos, porque seguimos apoyándolo en algunas tareas específicas", dijo Adriana. Para ella y para su esposo, ambos de cerca de 40 años, "es difícil aceptar que debemos estar encima de nuestro hijo para que lleve bien las materias porque los dos fuimos de los mejores promedios de nuestras escuelas y, además, en nuestra época los padres no se ocupaban más que de felicitar o castigar por los resultados a fin de año".
Según los especialistas del campo educativo, psicopedagógico y psicológico el "te quedás sin la PlayStation, sin la computadora, sin salidas o sin vacaciones" es tan inútil para la verdadera formación del adolescente como el "no pasa nada, no te preocupes".
"Con mayor frecuencia los padres tienden a negar el problema, a hacer como si no hubiese pasado nada y, por lo tanto, dejan prácticamente sólo al chico con el problema", dijo a LA NACION el médico psiquiatra y presidente de la Fundación de Investigación de Ciencias Cognitivas Aplicadas, Juan Manuel Bulacio.
La otra reacción generalizada es lo que ese especialista describe como "sobreadaptación, es decir, aquellos padres que dicen a su hijo que se lleva siete materias que eso no es grave, que a él también le pasó cuando era chico y cosas por el estilo que minimizan el problema y no hacen más que perpetuarlo".
La sugerencia de los expertos, tanto para los adultos como para los estudiantes, es encarar el problema en forma realista. "Esto significa afrontar el tema con serenidad, aceptar que es un problema y no un drama y, aunque cueste, tratar de ver qué pasó o qué está pasando sin responsabilizar al colegio, a los docentes o a los compañeros", dijo Bulacio y destacó la importancia del diálogo verdadero.
"Muchas veces los padres hablan del diálogo de forma teórica y no escuchan qué le está pasando al chico", dijo y sugirió que adultos y adolescentes busquen juntos un plan razonable para afrontar los exámenes. "Algunos padres reaccionan amenazando a sus hijos con sacarles la computadora, la Play, todo; pero el encierro no necesariamente es útil porque basta la cabeza para ir a cualquier parte. Claro que para lograr mayor concentración sí pueden darse algunas restricciones", dijo.
Al buscar ayuda los padres pueden contar con los tradicionales profesores particulares, contratados para las materias en las que los chicos tienen mayor dificultad y con propuestas más novedosas que enseñan métodos de estudio en forma integral.
Mónica Gutiérrez, directora del Centro de Capacitación y Comunicación para el Aprendizaje, coincide en que lo fundamental es ayudar a que los chicos tomen conciencia de lo que ignoran que saben y que logren asociar el conocimiento con la realidad.
"Cuando se les pregunta cómo manejan el dinero, por ejemplo, se dan cuenta de que algunas operaciones matemáticas las hacen todo el tiempo y así con muchas cosas. El problema es que se están perdiendo los límites y los chicos siempre tienen una nueva oportunidad para dar el examen; todo se renegocia todo el tiempo", dijo Gutiérrez.
"Por más que me digan todo el día que me siente a estudiar y aunque lo haga no fijo nada porque no sé de qué va lo que estoy leyendo", contó Andrés, de 16 años, que tiene cinco materias para recuperar en las próximas semanas y aún no sabe de qué manera las preparará.
El coach, un auxiliar del alumno
"A mi hija no le faltaba inteligencia, pero sí tenía muchas dificultades para organizarse con el estudio; por eso buscamos ayuda y pudo superar esos problemas", dijo Claudia, de Belgrano, que ante los problemas de su hija Florencia recurrió a Coaching Estudiantil, un emprendimiento de las psicopedagogas Ana Caraballo y Liliana Segat.
"El coach no es un amigo del chico, ni su profesor ni un acompañante terapéutico; intentamos escuchar lo que necesita y no buscamos sólo que apruebe, sino que vaya encontrando su mejor forma de estudiar", dijo a La Nacion Josefina González Aguilar.
De 21 años, estudiante de 4° año de Psicología en la Universidad Católica Argentina, González Aguilar es uno de los 15 coaches del emprendimiento de Caraballo y Segat.
Potencial
"Partimos de la convicción de que los chicos tienen un potencial encapsulado y el método hace que se vaya desenredando ese potencial. Confiamos en ese potencial", dijo Caraballo.
Las especialistas agregaron que muchas veces los adultos no conocen verdaderamente la experiencia que atraviesan los adolescentes en la escuela.
"Hemos visto que hay chicos de los que se dice que son vagos y que nada los entusiasma, y que en realidad tienen un gran sufrimiento porque no pueden seguir el ritmo de los profesores, no los entienden", dijo Segat.
Encontrar la mejor manera de estudiar es la meta que persigue el coach.
Apoyo psicológico para evitar la deserción
CORDOBA (De nuestra Corresponsalía).- Con el objetivo principal de evitar la deserción estudiantil, una de las metas fijadas por la conducción educativa a nivel nacional, la Facultad Regional Villa María de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) resolvió implementar un consultorio psicológico destinado a brindar ayuda a los alumnos que tengan mayores dificultades para su inserción en esa casa de estudios.
David Belamate, secretario de Asuntos Estudiantiles, explicó que la idea es que los alumnos puedan incorporar técnicas de estudio y hablar con el profesional si tienen inconvenientes para avanzar o perciban dificultades para exponer frente a una clase. La Universidad dispuso entonces ese acompañamiento "para quienes les cueste más el paso del secundario a la universidad", agregó el funcionario.
El gabinete psicológico ya está a cargo del profesional Lucas Olcese, quien comenzó a trabajar a partir de que se detectó que los alumnos terminan el nivel medio con técnicas de estudio que no son suficientes para la universidad.
Esa dificultad es la que provoca la mayoría de las deserciones en el primer año de la universidad. Como complemento, la UTN de Villa María puso en marcha un sistema de tutoría por Internet para que los ingresantes puedan despejar sus dudas, a través de los docentes, sobre los temas que deben cursar.
lanacion.com
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