Por Denise Tempone
Ilustraciones de Ariel Escalante
¿Se te ocurrió pensar alguna vez que las posiciones que adoptás en la intimidad con tu pareja podrían funcionar como ejercicios de estiramiento y tonificación? ¿Pensaste que, si las realizás de un modo consciente, podrías aprovechar al máximo sus beneficios? Como toda actividad física, el sexo implica el trabajo de grandes grupos musculares. Pero a diferencia de cualquier otra actividad, en el sexo, además, hay un gran intercambio de energía con la persona que amás. Esto significa que mientras la estás pasando bomba entre las sábanas, lo sepas o no, estás trabajando tu cuerpo y tu espíritu.
Ilustraciones de Ariel Escalante
¿Se te ocurrió pensar alguna vez que las posiciones que adoptás en la intimidad con tu pareja podrían funcionar como ejercicios de estiramiento y tonificación? ¿Pensaste que, si las realizás de un modo consciente, podrías aprovechar al máximo sus beneficios? Como toda actividad física, el sexo implica el trabajo de grandes grupos musculares. Pero a diferencia de cualquier otra actividad, en el sexo, además, hay un gran intercambio de energía con la persona que amás. Esto significa que mientras la estás pasando bomba entre las sábanas, lo sepas o no, estás trabajando tu cuerpo y tu espíritu.
¿Qué tener en cuenta?
Mejor que dure: si el sexo dura más de 20 minutos, empezás a quemar calorías, ¡suerte con eso!
Variar de posturas: una manera clave de que el cuerpo se entrene integralmente es que no sólo te quedes en el misionero.
Compartí con tu pareja esta nota (¡Mandale el link!): es la mejor manera de que estén en sintonía y ambos le saquen provecho.
Recuperá el aliento: como en cualquier entrenamiento, tomate unos minutos para aquietar tu ritmo cardíaco, no te vayas corriendo al baño o a la oficina, al menos 5 minutos, quedate boca arriba o sobre su pecho.
Vos arriba
Cuerpo: en la versión más clásica, lo abrazás para ayudarte en el movimiento de subida y bajada. Tené en cuenta que ese abrazo alivia la tensión sobre las piernas, así que si querés trabajar más tu tren inferior, lo ideal es que utilices tus manos para acariciarlo y no para sostenerte. Haciendo esto, trabajás de modo aun más intenso tus aductores, isquiotibiales, glúteos y cintura.
Espíritu: esta posición es muy intensa. Cuando ambos están entrelazados frente a frente, el chakra raíz (ubicado en el perineo) se abre y los demás se acomodan verticalmente y movilizan la energía de abajo hacia arriba. Un truquito para hacer subir la energía y sentir que recorre toda tu espina y tu cuerpo hasta tu cabeza es apretar el piso pélvico (como si quisieras cortar el pis), cerrar los ojos y llevar la puntita de la lengua al paladar superior.
La amazona
Cuerpo: en esta postura, vos te ponés en cuclillas y marcás el ritmo y la profundidad de la penetración. Esto te obliga a conectarte con tu eje para mantener el equilibrio mientras tus cuádriceps, aductores y glúteos realizan todo el esfuerzo. Si te causa molestias o dolor, podés sostenerte del respaldo de la cama para alivianar el peso. La postura de la amazona tiene un gran poder simbólico.
Espíritu: mucho antes de que la medicina nos sometiera a los rituales hospitalarios que hoy conocemos, las mujeres adoptaban esta posición, que representa lo femenino por excelencia, para dar a luz. La amazona abre el canal vaginal y el chakra sexual y permite una máxima circulación de la energía a través de él. Además, te pone en un lugar sumamente activo que afirma tu potencia física.
El misionero
Cuerpo: si bien no tiene grandes implicancias físicas, puede ser una postura muy movilizante si se realiza conscientemente. ¿Por qué? Porque desde un estado de relajación completo podés acariciar a tu pareja concentrándote en las zonas que más te gustan o mirarlo a los ojos y conectarte con su mirada.
Espíritu: si él está acostado sobre vos, por ejemplo, podés abrazarlo fuertemente y sentir el calor del chakra cardíaco, que es el que emana amor. Si, en cambio, está un poco separado, podés mirarlo con la mirada relajada y entregada buscando activar la energía del chakra del tercer ojo. Aprovechá esta posición para apretar el piso pélvico y tantear diferentes niveles de tensión y relajación en tu cuerpo. Al ser ésta una posición no demandante físicamente, podés poner el foco en lo emocional y energético del encuentro.
La profunda
Cuerpo: en esta posición, vos recogés tus piernas contra tu pecho. Mientras lo hacés, podés doblarlas o estirarlas. Al hacer esto, lográs una elongación intensa de los aductores al tiempo que ejercitás tu abdomen, glúteos y cuádriceps. Tené en cuenta que si te tomás los talones con tus manos para atraer las piernas hacia tu cuerpo, también trabajarás los brazos y el abdomen bajo. Aunque esta posición relaja el área lumbar, es bastante complicada al principio, por eso, si te duele mucho, podés poner un almohadón debajo de la cola para alivianar la tensión.
Espíritu: ésta es una posición de penetración total, lo cual también remite a una entrega completa. Además, el impedimento de besarse o tocarse los obliga a comunicarse con la mirada y los gestos faciales, lo cual permite abrir otros caminos de comunicación.
El perrito
Cuerpo: es la más utilizada en el reino de los cuadrúpedos y, por eso, va cargada de fantasías sexuales primitivas. Implica indefectiblemente un dominio masculino y la adopción de cierta pasividad por tu parte. A pesar de eso, podés controlar el grado de penetración arqueando o estirando la espalda (sacando o metiendo cola), flexionando los brazos hasta que tu pecho toque la cama e incluso recostando tu cabeza contra ella. Es importante que tengas en cuenta la posición de tu cuello para no quedar dolorida. Intentá mantener la cabeza a la altura de la espalda con tu cuello estirado. Si la forzás mirando hacia el techo, podés contracturarte de más.
Espíritu: aunque no permite demasiada intimidad, es una posición que suele desinhibir a ambas partes al remitir a los instintos más básicos, reaviva la pasión.
El escorpión
Cuerpo: esta posición comienza con vos "montando" a tu pareja de espaldas. Luego, debés recostarte progresivamente hacia atrás hasta apoyarte sobre su cuerpo. Es mejor incluir esta postura cuando ya hayan "entrado en calor". Exige que vayas elongando lentamente tus cuadriceps y que tengas un buen control abdominal para lograr una bajada lenta hacia el cuerpo de tu pareja. Hecha del modo correcto, esta postura elonga muslos y cuádriceps y trabaja la fuerza lumbar. ¡Atenti! Si no estás acostumbrada, podrías quedar bastante dolorida. Al principio, conviene poner una almohada entre tu pareja y vos. Como es difícil de "desmontar", cuando se logra se produce una sensación de entrega absoluta.
Espíritu: te brinda un lugar de poder sutil, ya que debés buscar movimientos lentos y pequeños que produzcan fricción entre los órganos
¿Qué pose te da mejor resultado?
revistaholala.com
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