Ricardo Sametband
Los videojuegos deben ser considerados una forma de expresión equiparable a los libros o la música y, por lo tanto, deben ser protegidos de la censura. Así lo consideró la Corte Suprema de los Estados Unidos en el caso Brown vs. Entertainment Merchants Association, una disputa legal iniciada en 2005 entre el estado de California (representado en la figura de su actual gobernador, Jerry Brown) y una asociación que reúne a estudios, distribuidores y cadenas de negocios que venden videojuegos y DVD.
Los videojuegos deben ser considerados una forma de expresión equiparable a los libros o la música y, por lo tanto, deben ser protegidos de la censura. Así lo consideró la Corte Suprema de los Estados Unidos en el caso Brown vs. Entertainment Merchants Association, una disputa legal iniciada en 2005 entre el estado de California (representado en la figura de su actual gobernador, Jerry Brown) y una asociación que reúne a estudios, distribuidores y cadenas de negocios que venden videojuegos y DVD.
El entonces gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, promovió una ley que impone una multa a quien vende videojuegos violentos a menores. La industria de los videojuegos apeló y ahora, con su fallo, la Corte determinó que los videojuegos son una forma de expresión equiparable a los libros o las películas, que comunican ideas usando las herramientas del medio y que, por lo tanto, quedan dentro de la protección que otorga la Primera Enmienda de la Constitución norteamericana a la libertad de prensa y de palabra.
Hace ya algún tiempo que se considera que los videojuegos son una forma de expresión artística, tanto por su estética visual como por su música o sus recursos narrativos. De hecho, el domingo pasado terminó en el Planetario porteño la muestra Game On! El arte en juego , que explora la faceta creativa de un negocio que facturó 60.000 millones de dólares en 2009, en todo el mundo, según la consultora DFC.
¿Por qué debería interesar en la Argentina aquel fallo? Por tres razones. Primero, porque la mayor parte de la industria mundial de los videojuegos tiene su base en los Estados Unidos, y lo que suceda en ese país repercutirá aquí.
Segundo, porque con el crecimiento de la industria de los videojuegos -sobre todo, en el mundo móvil-, las empresas norteamericanas o extranjeras que estén pensando en participar en ella deben tener parámetros claros de qué puede hacerse y qué no.
Y tercero, porque la postura de la Corte sienta un precedente e influye en la disponibilidad y calificación de los videojuegos, que en ese país determina un ente llamado Entertainment Software Rating Board (ESRB), de la Asociación de Software de Entretenimiento (ESA, según sus siglas en inglés) y que en Europa depende de un sistema llamado Pan European Game Information (PEGI).
Calificaciones
Es normal encontrar juegos en nuestro país que llevan calificaciones de ambas entidades; la ESRB, por ejemplo, puede calificar un juego como sólo para mayores (con una A); para más de 17 años (M); adolescentes de entre 13 y 16 años (T), o hasta 10 años (E). En la Argentina, sin embargo, ni éstas ni otras calificaciones extranjeras tienen peso legal. Quien debería ocuparse de calificar los videojuegos es el Instituto Nacional de Cine y Artes Visuales (Incaa) y la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia, según estipula la ley 26.043, de 2005, que nunca fue reglamentada.
En la justificación de su decisión, los miembros de la Corte Suprema norteamericana entendieron que no hay pruebas suficientes para asociar en forma directa los juegos violentos con la violencia en los niños, y que muchas veces en libros, películas y programas de televisión hay contenidos igualmente inconvenientes. Por lo tanto, todos deberían tener el mismo grado de protección constitucional.
A la vez, los expertos coinciden en que si bien las calificaciones de los videojuegos son adecuadas, no son suficientes de por sí. La Sociedad Argentina de Pediatría considera que lo ideal es que los padres acompañen y supervisen el uso de videojuegos, sobre todo si su temática contiene algo de violencia.
lanacion.com
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