Recientes estudios habían mostrado que la ketamina, un anestésico para animales que se usa también como droga recreativa, puede provocar una rápida respuesta antidepresiva en el cerebro. Ahora, científicos de Estados Unidos han descifrado dónde reside la clave de su velocidad de actuación, lo que podría ser útil en el desarrollo de nuevos fármacos.
Los antidepresivos actuales combaten la tristeza actuando sobre los neurotransmisores asociados a esta enfermedad psiquiátrica, tales como la dopamina, la serotonina o la norepinefrina, sustancias que los pacientes con depresión suelen tener en niveles bajos. El nuevo estudio, publicado en 'Nature', ha descubierto en ratones de laboratorio una vía a través de la cual actúa la ketamina.
La droga desencadena un proceso cerebral que da como resultado una mayor producción de una proteína llamada factor neurotrófico derivado del cerebro, o BDNF por sus siglas en inglés. Este mecanismo permite, según han mostrado experimentos con una pequeña dosis de ketamina en vena, lograr un fuerte efecto antidepresivo, que se detecta en cuestión en horas y puede prolongarse durante semanas.
Además, estos estudios preliminares han mostrado que la ketamina puede lograr una respuesta eficaz en el 70% de los casos, un porcentaje superior a la efectividad de los tratamientos actuales. De hecho, se estima que sólo a uno de cada tres pacientes le funciona hoy en día el primer fármaco antidepresivo que su médico le prescribe. Es común probar varios, y tener que esperar semanas o meses para ver si han tenido efecto.
La ketamina, en todo caso, tiene demasiados efectos adversos, pero saber qué vías cerebrales utiliza para ejercer su efecto abre la puerta al diseño de nuevos medicamentos que hagan uso de este mismo mecanismo de acción. El objetivo médico es revertir lo más rápidamente posible los síntomas de la depresión, sobre todo en pacientes que presentan un riesgo de suicidio. Dada la extensión que tienen los trastornos depresivos, los autores reivindican el estudio de estas vías de acción cerebral con el fin de atajar a tiempo los casos más graves o aquellos que no encuentran alivio con las terapias ya establecidas.
"Sabemos que los cambios en la serotonina y la norepinefrina ocurren muy rápidamente, pero los antidepresivos tardan semanas en funcionar", según explica a ELMUNDO.es la doctora Lisa Monteggia, principal firmante del estudio desde la Universidad de Texas, en Dallas (EEUU).
"Los recientes descubrimientos clínicos de que la ketamina puede ejercer una rápida acción antidepresiva en individuos con depresión resistente al tratamiento, así como en pacientes con trastorno bipolar, permiten una oportunidad única para examinar cómo puede iniciarse una respuesta rápida", detalla esta investigadora, quien muestra también su preocupación por "la acción a largo plazo" de una droga reconocida en el ámbito lúdico por su capacidad devastadora.
En cualquier caso, la identificación de los mecanismos que utiliza la droga, como el descubierto por Monteggia y sus colegas, es un área prometedora que podría desembocar en una nueva generación de medicamentos contra la depresión. Algo que, como ocurre siempre en el mundo farmacéutico, no podrá conseguirse a corto plazo, si bien se han acumulado ya varios avances en la misma dirección. Investigaciones anteriores, algunas publicadas también en revistas de primera línea, como Science, han identificado otras vías cerebrales involucradas en la rápida respuesta a la ketamina. Aunque, al igual que en el nuevo estudio de Monteggia y colaboradores, se trataba de trabajos realizados con ratones. Es decir, aún no se ha confirmado que estos mismos mecanismos funcionen en el cerebro humano, aunque está claro que ha de haber una causa para que la ketamina actúe tan rápido.
"Identificar nuevas dianas para el tratamiento de enfermedades psiquiátricas, como la depresión, ha sido extremadamente complicado", asegura Monteggia, quien resume así los principales retos a los que se enfrenta ahora el desarrollo de fármacos que actúen sobre estas dianas: "Eficacia, perfil seguro y efectos secundarios limitados". Es decir, conservar la inmediata sensación de euforia sin arriesgarse a los daños que puede causar la ketamina, incluidos efectos cerebrales irreversibles.
Uno de los efectos no deseados de esta sustancia, tal y como acaba de documentar un equipo de médicos británicos, es la destrucción del tejido de la vejiga, lo que puede derivar en una merma del tamaño de este órgano, incontinencia urinaria y daños colaterales en riñones y uretra. El cirujano Dan Wood, de los hospitales del University College en Londres, asegura que ha visto 20 casos de daños en la uretra entre consumidores lúdicos de ketamina y ha tenido que quitar cuatro vejigas destruidas en los últimos tres años, según informa la revista 'New Scientist'.
elmundo.es
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