Por María Paula Zacharías
Cada temporada, los percheros se vacían y vuelven a renovarse. Pero antes de que la rueda de la industria empiece a girar hay gurúes viendo hacia dónde irá la tendencia masiva. Miran qué está pasando en el Hemisferio Norte y les cuentan a los diseñadores por dónde va la cosa. Y así, cada marca lanza sus propuestas, inspirados en los dictados de los coolhunters, que son algo así como una profecía autocumplida. Aunque cada uno lo interpretará según su estilo.
Cada temporada, los percheros se vacían y vuelven a renovarse. Pero antes de que la rueda de la industria empiece a girar hay gurúes viendo hacia dónde irá la tendencia masiva. Miran qué está pasando en el Hemisferio Norte y les cuentan a los diseñadores por dónde va la cosa. Y así, cada marca lanza sus propuestas, inspirados en los dictados de los coolhunters, que son algo así como una profecía autocumplida. Aunque cada uno lo interpretará según su estilo.
Sobre lo que vendrá trata uno de los seminarios de tendencias más concurridos, Visiones, dirigido por Verónica Alfie y Soledad Offenhenden. "Las tendencias son proyecciones de futuras conductas de consumo que tienen ciclos de vida. Algunas muy nacientes, que son novedad y van a tardar en penetrar en el mercado, y otras que ya están instaladas y van a ser perecederas mucho antes", indica Offenhenden. El otoño-invierno próximo ya está marcado por cuatro tendencias:
Hack-à-porter: vanguardistas, los hackers del diseño son apropiadores del prêt-à-porter para intervenirlo con futurismo. Clásico en su sastrería, aunque con colores estridentes y combinaciones arriesgadas. Con mucho naranja, los géneros son técnicos: paño vinílico, neoprene, tejido engomado o materiales plásticos. De grandes estampas, lunares y bondeados.
Community clash: artesanal, eco-friendly, con sentido rural, pero uso urbano y una actitud lenta. Los colores salen de la naturaleza. Un poco folk, algo indie, más rock y yogui. Animales y flores en las estampas, y detalles de plumas y flecos. Claro que habrá tejidos de fibras naturales, bambú y algodón orgánico.
Retro Power: revalorización de las herencias y lo clásico. Una elegancia fuera de época. En este vintage hay citas de todas las décadas: blusas con lazos de los 40; vestido disco con vuelo, como en los 70, y pantalón recto, amplio, masculino, estilo años 20. Estampados ópticos, geométricos, florales, conviven con rombos y tartanes.
Naive rules: espíritu lúdico, artístico, aniñado. Amante de las ilustraciones, los motivos son dibujos botánicos, rayas, grandes logos y graffitis. Mezcla lo femenino y masculino e incluye íconos infantiles. Incorpora tipologías vintage y clásicas, en colores como el amarillo y prints alegres que llegan a pantalones, medias, vestidos y prendas de lana.
En version mini
Las marcas de ropa de chicos también se anticipan. Cheeky encargó una investigación a la consultora Trendsity. "Queríamos ver cómo estaba el mercado de indumentaria infantil, las inquietudes actuales de los padres y las nuevas necesidades de los chicos", explica Hernán Gálvez, gerente de Marketing.
Descubrieron un perfil de infancia independiente y que exige fundamentos. "La tendencia es hacia un menor apego hacia los objetos, mayor flexibilidad y tolerancia a lo provisorio. Los niños viven más cantidad de mudanzas y jornadas más extensas que las generaciones anteriores. Los diseños, entonces, acompañan el dinamismo. En cambio, las texturas que piquen, hechuras que encorseten y telas pesadas o rígidas atentan contra esta deseada movilidad", dice la investigación.
"La época también señala que si el exterior es incierto y hostil, el refugio interior compensa y protege. El hecho de ostentar una marca pierde terreno frente a elegir una que se muestre cargada de valores y emociones. Los diseños, gracias a la tecnología textil, también van detrás de un bienestar físico y emocional, comodidad y protección, en sintonía con la mayor actividad de los chicos", establece.
Cambian usos y costumbres y la ropa sufre adaptaciones modernas: antes las nenas se ponían vestidos para los cumpleaños. "Ahora se festejan en peloteros, por lo que el vestido o la pollera se lleva sobre calzas. También diseñamos básicos cómodos para estar en casa", señala Gálvez. Además, tomaron nota del acceso a la tecnología y de la preocupación por el medioambiente de los chicos de hoy.
El estudio define dos tipos de madres: las que prefieren resguardar a sus hijos en una infancia como las de antes, con guardarropas más bien clásicos, prolijos, inocentes, románticos. Y las más permeables a las nuevas tendencias, con estilo más despojado, tonalidades naturales, diseños unisex, más sencillez, y a la simplificación.
"Cada vez a más corta edad los chicos deciden cómo vestirse. Son más sensibles a la moda, tienen mucha información. Igual nosotros no queremos vestirlos como adultos, por más que haya algún guiño a la tendencia", advierte Gálvez.
A la playa
Más futurología, de la mano de Invista con su marca Lycra® en trajes de baño. Para el próximo verano pronostica formas vintage y estilo marinero; estampados florales, lunares y bordados; reminiscencia de los 80, inspiración Street Art, piezas torcidas y cruzadas de efecto envolvente, con muchas bandas elásticas. Ya está todo dicho.
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