CAMBRIDGE, Estados Unidos (De una enviada especial).- Algunos de los avances más asombrosos que emergieron y están emergiendo de los laboratorios del MIT fueron posibles gracias a una cultura que impulsa abiertamente la transdisciplinariedad, la transferencia tecnológica y la audacia de imaginar lo imposible.
Seguramente, Tod Machover, director del Programa de Opera del Futuro del Media Lab, y Ed Boyden, profesor de ingeniería biológica y ciencias cognitivas, son dos de los ejemplos más ilustrativos de este estilo que fomenta la creatividad y empuja enseguida a poner manos a la obra para transformar los sueños en realidad.
Machover, hijo de una pianista clásica y maestra de música, y de uno de los pioneros de la computación gráfica, llegó al Laboratorio de Medios del MIT después de formarse como chelista en la Juilliard School, de Nueva York.
"Después de escuchar el disco de los Beatles La banda del club de corazones solitarios del s argento Pepper, pensé que la tecnología tenía que servir más que para utilizarse en un estudio de grabación", afirmó. Ese deseo lo llevó no sólo a inventar nuevos instrumentos y nuevas formas de tocarlos (como un arco de chelo con cables y conexiones que permiten introducir nuevas vibraciones y modulaciones en las partituras, o pelotas que, según como las aprietan los chicos, producen distintos sonidos), sino también una ópera mental ( b rain opera) que le da la posibilidad a la audiencia de participar en la creación de cada interpretación. También creó un software, el Hyperscore, diseñado para chicos y adultos sin formación musical y que revoluciona la forma en que se compone y se escriben las partituras.
En su última ópera, Death and the P owers, combina la actuación de cantantes humanos con el trabajo de 40 computadoras que proyectan imágenes en las paredes y robots que reaccionan ante las actitudes de los intérpretes, los Operabots, construidos por estudiantes del MIT.
Boyden, que lidera a 35 investigadores y tiene proyectos de colaboración con más de cien equipos de todo el mundo, dirige el Grupo de Neurobiología Sintética, que desarrolla herramientas para controlar y observar los sistemas dinámicos del cerebro.
Entre las tecnologías desarrolladas por su grupo, se encuentra la optogenética, una forma de activar o silenciar neuronas específicas utilizando luz a través de fibra óptica. Permite evaluar cómo surgen las funciones cerebrales normales y patológicas de células nerviosas individuales.
En la actualidad, está estudiando las posibilidades de utilizar este conocimiento para encontrar terapias para la epilepsia, el Parkinson y ciertas formas de ceguera.
La catedral de la tecnología cumplió 150
Nora Bär
CAMBRIDGE, Estados Unidos.- Es fin de semana y el sol brilla sobre el río Charles, transitado por veleros y amantes del remo. Al paseante inadvertido nada lo hace sospechar que, apenas cruzando Memorial Drive, la avenida que bordea el río, en un entorno idílico de edificios rodeados de alfombras de gramilla verde, florece una de las mayores concentraciones de investigación de avanzada y talento tecnológico del mundo: el Massachusetts Institute of Technology (MIT). Hace pocas semanas, esta "máquina de traducir investigación esotérica en las herramientas que transformaron nuestra vida", como la define su actual presidenta, Susan Hockfield, cumplió nada menos que un siglo y medio de vida.
En 1861, cuando William Barton Rogers (un geólogo que había crecido en la era de la industria, el ferrocarril y la máquina de vapor) finalmente pudo concretar su "escuela para la ciencia industrial", la palabra tecnología todavía no tenía su connotación actual. Hoy, el campus de alrededor de 68 hectáreas en el que se erigen unos setenta edificios, y en el que se forman unos 4300 estudiantes subgraduados y 6300 graduados llegados de 115 países, es una catedral de la ciencia y la investigación práctica de cuyos laboratorios surgieron muchas de las ideas que modelaron "el mundo moderno".
Para nombrar sólo unas pocas, fue en el laboratorio de física del MIT donde Alexander Graham Bell llevó adelante parte de su investigación en lo que se transformaría en el teléfono en la década de 1870. En 1896, cinco años antes de que los hermanos Wright utilizaran una tecnología similar para diseñar su primer avión, un estudiante del MIT diseñó un túnel de viento. Aquí se inventó el radar, las fotos Polaroid, la holografía y la fotografía estroboscópica, y se probaron las primeras computadoras. Fue en estos laboratorios que Norbert Wiener, un niño prodigio que recibió su doctorado de Harvard en 1919, desarrolló la cibernética.
Aquí Noam Chomsky desató una revolución en la lingüística, y lideró el estudio de la cognición humana y el comportamiento. Investigadores del MIT estuvieron en la punta de lanza del proyecto Genoma Humano. La inteligencia artificial, y la robótica (que dio lugar, por ejemplo, al robot para cirugía mínimamente invasiva Da Vinci, desarrollado por Akkil Madhami en su tesis de doctorado) surgieron de "inspiraciones locas" en este ambiente en el que la investigación práctica y su aplicación no tienen fronteras.
Ese es precisamente uno de los aspectos que cautivaron al ingeniero argentino Raúl Radovitzky, que estudia cómo prevenir el trauma cerebral. Formado en la Argentina y discípulo de Eduardo Dvorkin, Radovitzky llegó a los Estados Unidos hace 18 años. "Lo que más me atrajo fue una de las características que definen al MIT, que es poder pasar de la investigación a la aplicación", afirma.
Mente y mano
"En estos 150 años, el MIT produjo líderes en innovación pedagógica, científica y política", subraya Hockfield, en un trabajo que examina algunos de los momentos cruciales y de las decisiones que hubo que tomar para convertirlo en semejante éxito.
Tal vez por eso, es un imán prodigioso: "¡Es un lugar donde uno puede llamar a los mayores expertos en innumerables disciplinas... y todos responden el teléfono", exclama Rosalind Picard, una ingeniera que trabaja en nuevas tecnologías para medir y comunicar la emoción.
Los frutos de lo que en el siglo XIX fue un audaz experimento son apabullantes: según la última cuenta, los egresados del MIT crearon en todo el planeta alrededor de 26.000 compañías que emplean a más de tres millones de personas y obtienen ganancias anuales por dos mil millones de dólares. Juntas, operan en una escala comparable a la decimoprimera economía del mundo.
Es el resultado de un lema que profesores y estudiantes del MIT cumplen al pie de la letra: Mens et manus (mente y mano). "Los hacemos trabajar como esclavos", confiesa Patrick Winston, que desde 1970 es profesor de inteligencia artificial y computación, y que actualmente trabaja en un proyecto que intenta unir diversos campos de investigación, que van desde la computación hasta la neurociencia sistémica, las ciencias cognitivas y la lingüística. Y agrega: "No les enseñamos a negociar, sino a pelear por sus ideas".
El economista Alberto Cavallo, hijo del ex ministro argentino y hoy profesor en la Sloan School of Management, lo corrobora. "En el MIT no valen, como en otras universidades, los antecedentes familiares. Aquí impera una rigurosa meritocracia", dice, rodeado de computadoras en la amplísima oficina de un edificio "inteligente" cuyas persianas ascienden o descienden automáticamente según la posición del sol. Cavallo, de 33 años, acaba de ser noticia en medios internacionales como The New Yorker y The Economist por desarrollar un sistema para medir la inflación a partir de los precios que se publican online .
Ciento cincuenta años más tarde, todo indica que la fórmula de William Barton Rogers era correcta.
EN PRIMERA PERSONA
- "Pronto podremos encender y apagar neuronas individuales con luz ".ED BOYDEN
Profesor de Ingenieria Biológica y Ciencias Cognitivas
- "Aquí nadie te pregunta si uno de tus padres o de tus abuelos fueron alumnos. Es una rigurosa meritocracia". ALBERTO CAVALLO
Profesor del Sloan School of Management
- "En el MIT, es natural pensar al mismo tiempo en el arte y en la tecnología". TOD MACHOVER
Director del Programa Ópera del Futuro
"Una de las características principales del MIT es que aquí pasamos de la investigación a la aplicación". RAUL RADOVITZKY
Departamento de Astronomía y Aeronáutica
Departamento de Astronomía y Aeronáutica
EL MIT, EN CIFRAS
CAMBRIDGE (De una enviada especial).- El MIT fue creado dos días antes de que se desatara la guerra civil en los Estados Unidos, por lo que tuvo que esperar cuatro años para que ingresaran sus primeros quince alumnos.
En el año fiscal 2010-2011 recibió donaciones por 252,4 millones de dólares, y una campaña de cinco años obtuvo 500 millones más. Desde su creación, trabajaron allí 76 premios Nobel, y 35 de sus profesores recibieron la medalla nacional de la ciencia. Setenta y tres fueron becarios Guggenheim, 154 son o fueron miembros de la Academia de Ingeniería de los EE.UU., 160, de la Academia Nacional de Ciencias, 33 recibieron la beca Mc Arthur, e incluso cuatro ganaron el Pulitzer.
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