Cuando se quiere ser padre, no poder traer un hijo al mundo siempre es un drama. Pero, si esto sucede en un entorno en el que tener una familia numerosa es la norma, la experiencia se vuelve aún más traumática. Esta es la realidad que viven, cada año, miles de parejas en los países en desarrollo, donde el tratamiento de la infertilidad es un punto olvidado de una larga lista de necesidades y la falta de hijos se ve, muchas veces, como un estigma.
Se calcula que el 15% de las parejas en edad reproductiva de todo el mundo tienen problemas para concebir un hijo. Aunque la lista de trastornos subyacentes que explica esta dificultad para concebir es nutrida (un tercio de los casos se deben a causas masculinas, otro a femeninas y el resto a causas mixtas), las diferencias son notables en función de la latitud.
Mientras que en Occidente es habitual que los problemas de fecundidad se deban al retraso de la maternidad, en los países en vías de desarrollo es común que detrás de una infertilidad estén trastornos como las infecciones de transmisión sexual o las complicaciones posparto. "Hay un porcentaje alto de esterilidad secundaria porque hay una menor atención de los embarazos y las parturientas", comenta Ana Monzó, vicepresidenta de la Sociedad Española de Fertilidad, quien no olvida que "otro problema importante es el derivado de la desnutrición".
En muchas culturas, principalmente en África, la mujer es precisamente quien más sufre socialmente por no poder concebir. "Muchas son incluso repudiadas", añade Monzó, porque se considera que quien no puede contribuir a la continuidad de la familia, no tiene ningún valor.
En países como Uganda, donde la discriminación hacia las mujeres infértiles es elevada, se han creado grupos de apoyo que intentan superar las presiones y el ostracismo que reciben quienes no pueden concebir tanto por parte de sus parejas, como del resto de la comunidad o incluso de su familia.
Estos grupos también luchan por hacer visible el problema de la infertilidad y mejorar la disponibilidad de terapias de reproducción asistida. "Varía mucho en función del país, pero lo cierto es que hay zonas en las que el acceso a estos tratamientos es extremadamente limitado", expone Anna Veiga, especialista en reproducción asistida del Instituto Dexeus de Barcelona y presidenta electa de la Sociedad Europea de Reproducción Humana y Embriología.
Algunas iniciativas no gubernamentales, como la 'Low Cost IVF Foundation', continúa esta especialista, pretenden acercar la posibilidad de someterse a un tratamiento de fertilidad a las personas que no pueden permitírselo, si bien su radio de acción no es demasiado extenso.
"La atención a la infertilidad tiene que empezar por acciones de prevención", apunta Monzó, quien considera que, además de facilitar el acceso a tratamientos baratos, es fundamental garantizar "la posibilidad de poder tratar las complicaciones derivadas de esos tratamientos", como determinados problemas específicos del embarazo.
Atender de una forma integral el problema de la infertilidad en los países en desarrollo es un objetivo prioritario, concluye esta especialista.
elmundo.es
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