Son dos formas de maltrato poco conocidas. El intento de fabricar niños perfectos o genios, niños 10, representa una nueva forma de maltrato. Son niños que incluso antes de ir a la escuela o durante el periodo escolar tienen un programa completo de estimulación y de entrenamiento que ocupa todas las horas del día, dificultando o impidiendo el desarrollo equilibrado de la personalidad y del área motora, sensitiva, creativa y social.
Son niños que no tienen ocio ni tiempo libre, que no juegan y por ello pueden desarrollar carencias afectivas, de relación y de personalidad. El juego es fundamental en la vida de los niños de cualquier edad, sirve para desarrollar la imaginación, liberar tensiones, aprender y entrenar las diferentes habilidades motoras, sensoriales y afectivas de una manera fisiológica, acorde con cada etapa de la vida.
El intento de fabricar niños perfectos procede de la falsa creencia que tienen algunos padres de que la estimulación temprana, útil como técnica terapéutica para los niños con retraso psicomotor, puede en los niños normales convertirlos en niños perfectos, genios o niños 10. Esta moda se inició en algunos países ricos, entre los sectores consumistas y más triunfadores y competitivos de la sociedad. Por ello, ha sido copiada por algunos padres que someten a sus hijos desde corta edad a clases de música, idiomas, informática, natación, ballet, equitación y otras más, que mantienen a estos niños agotados física y psíquicamente la mayor parte de las horas diurnas.
Las jornadas de estos niños tan ocupados con actividades escolares y extraescolares es tan intensa como las de sus padres, que llegan a casa agotados pero sin sentimiento de culpa porque están fabricando a hijos futuros triunfadores. Sin embargo, estos niños sufren carencias afectivas, no desarrollan su potencial creativo ni motriz y en el futuro pueden ser dependientes, inseguros, inmaduros y tener conflictos de personalidad y trastornos del comportamiento.
Más tarde, pueden ser niños inadaptados sociales, lo contrario a lo que se pretende, o niños con escasa capacidad para solucionar los problemas cotidianos por sí mismos, acostumbrados a que los adultos les resuelvan los problemas. Debes conocer esta forma inadecuada de educar a los niños, para evitarlo, también para aconsejar a los padres que tú consideres oportuno.
Los niños solitarios o niños de la llave.
Son niños que no tienen ocio ni tiempo libre, que no juegan y por ello pueden desarrollar carencias afectivas, de relación y de personalidad. El juego es fundamental en la vida de los niños de cualquier edad, sirve para desarrollar la imaginación, liberar tensiones, aprender y entrenar las diferentes habilidades motoras, sensoriales y afectivas de una manera fisiológica, acorde con cada etapa de la vida.
El intento de fabricar niños perfectos procede de la falsa creencia que tienen algunos padres de que la estimulación temprana, útil como técnica terapéutica para los niños con retraso psicomotor, puede en los niños normales convertirlos en niños perfectos, genios o niños 10. Esta moda se inició en algunos países ricos, entre los sectores consumistas y más triunfadores y competitivos de la sociedad. Por ello, ha sido copiada por algunos padres que someten a sus hijos desde corta edad a clases de música, idiomas, informática, natación, ballet, equitación y otras más, que mantienen a estos niños agotados física y psíquicamente la mayor parte de las horas diurnas.
Las jornadas de estos niños tan ocupados con actividades escolares y extraescolares es tan intensa como las de sus padres, que llegan a casa agotados pero sin sentimiento de culpa porque están fabricando a hijos futuros triunfadores. Sin embargo, estos niños sufren carencias afectivas, no desarrollan su potencial creativo ni motriz y en el futuro pueden ser dependientes, inseguros, inmaduros y tener conflictos de personalidad y trastornos del comportamiento.
Más tarde, pueden ser niños inadaptados sociales, lo contrario a lo que se pretende, o niños con escasa capacidad para solucionar los problemas cotidianos por sí mismos, acostumbrados a que los adultos les resuelvan los problemas. Debes conocer esta forma inadecuada de educar a los niños, para evitarlo, también para aconsejar a los padres que tú consideres oportuno.
Los niños solitarios o niños de la llave.
Así se conoce a los niños o adolescentes jóvenes que cuando terminan el horario escolar están solos, vuelven solos del colegio. Con la llave que portan abren su piso o su apartamento, meriendan, estudian, juegan, ven la televisión y a veces cenan solos, hasta que su madre, padre o ambos vuelven a casa. A veces son hijos de familias uniparentales, otras no, en las que los padres, generalmente por causa de la organización de sus trabajos o por motivos sociales, acuden tarde a sus casas.
Algunos de estos padres intentan compensar el escaso tiempo que dedican a sus hijos con regalos innecesarios, que nunca pueden sustituir a la conversación y cariño, a la compañía materna o paterna.
Los niños que pasan la tarde solos, tienen, lógicamente, un gran sentimiento de soledad, a veces incluso de abandono, otros desarrollan conductas de rechazo familiar manifestado por contestaciones, gestos o signos de rebeldía. Algunos de estos niños sufren depresión, inestabilidad emocional y más tarde pueden desarrollar inadaptación social, alteraciones del comportamiento alimentario o dependencia de alcohol u otras drogas; casi todos desarrollan carencias afectivas que por sí mismo es una negligencia materna o paterna.
Además, no aprenden la estructura familiar, el diálogo, respeto, ayuda y resto de los conceptos y hábitos que se transmiten en la convivencia rutinaria de una familia estructurada, independientemente de que tenga un solo padre o dos. Aunque los padres tienen suficientes excusas laborales o sociales para intentar justificar la soledad de estos niños, debes convencer a esos padres del alto coste en salud física y psicológica y del riesgo de inadaptación social y patología mental.
Siempre es más rentable para el padre, la madre o ambos, cambiar la actividad laboral, modificar o posponer la actividad social. Y cuando ello sea absolutamente imposible, recoger al niño del colegio y permitirle que comparta el resto de las horas extraescolares, o dedicando al llegar a casa todo el tiempo disponible, dedicación en forma de juegos, conversación o realización de actividades de la casa juntos.
Además, los niños que están solos en casa tienen más riesgo de accidentes domésticos, caídas, atragantamientos, quemaduras e intoxicaciones y ellos pueden no tener capacidad para resolver la situación ni para solicitar ayuda.
Algunos de estos padres intentan compensar el escaso tiempo que dedican a sus hijos con regalos innecesarios, que nunca pueden sustituir a la conversación y cariño, a la compañía materna o paterna.
Los niños que pasan la tarde solos, tienen, lógicamente, un gran sentimiento de soledad, a veces incluso de abandono, otros desarrollan conductas de rechazo familiar manifestado por contestaciones, gestos o signos de rebeldía. Algunos de estos niños sufren depresión, inestabilidad emocional y más tarde pueden desarrollar inadaptación social, alteraciones del comportamiento alimentario o dependencia de alcohol u otras drogas; casi todos desarrollan carencias afectivas que por sí mismo es una negligencia materna o paterna.
Además, no aprenden la estructura familiar, el diálogo, respeto, ayuda y resto de los conceptos y hábitos que se transmiten en la convivencia rutinaria de una familia estructurada, independientemente de que tenga un solo padre o dos. Aunque los padres tienen suficientes excusas laborales o sociales para intentar justificar la soledad de estos niños, debes convencer a esos padres del alto coste en salud física y psicológica y del riesgo de inadaptación social y patología mental.
Siempre es más rentable para el padre, la madre o ambos, cambiar la actividad laboral, modificar o posponer la actividad social. Y cuando ello sea absolutamente imposible, recoger al niño del colegio y permitirle que comparta el resto de las horas extraescolares, o dedicando al llegar a casa todo el tiempo disponible, dedicación en forma de juegos, conversación o realización de actividades de la casa juntos.
Además, los niños que están solos en casa tienen más riesgo de accidentes domésticos, caídas, atragantamientos, quemaduras e intoxicaciones y ellos pueden no tener capacidad para resolver la situación ni para solicitar ayuda.
elmundo.es
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