Se acabó el modelo del abuelito de cuento. Hay que aceptarlo: los “abuelos modernos” ya no están dispuestos a vivir una segunda maternidad ni a ser padres sustitutos. Ahora quieren divertirse y, en esa plenitud, disfrutar a sus nietos sin tener que criarlos. Ellas no reniegan de su edad, pero son sexies, activas y tienen proyectos propios. Ellos están atentos a la moda y hasta se animan a algún tratamiento de belleza. Y cuando llega el momento de jubilarse, entran en shock. El viagra se convirtió en aliado: también son sexualmente activos. Este gran cambio de paradigma genera conflictos entre abuelos y padres: el desafío ahora es replantear qué roles ocupa cada uno.
Con el boom de la longevidad, se agregó una generación a la tabla : los abuelos de antes ya casi no existen y pasaron a ser los bisabuelos. Los abuelos de hoy tienen entre 55 y 75 años y les quedan por delante por lo menos otros 15 años de vida, lo que antes no sucedía. Esto, según los especialistas, explica en parte esta nueva tendencia.
“Las abuelas versión 2011 no pretenden aparentar menos años ni se someten a cirugías de rejuvenecimiento. Pero se ocupan de estar bonitas, activas y elegantes. Prefieren que las llamen por su nombre o sobrenombre. Fijate que la hija de un conocida mía, cuando va a ver a su abuela, dice ‘voy a lo de Grace’. Los chicos ya lo naturalizaron”, apunta Elsa Toppelberg, psicóloga especializada en tercera edad.
El modelo del abuelo que llegaba a la plaza del barrio con su nieto para explicarle el ir y venir de las bochas, también caducó. Toppelberg se atreve a dibujar el perfil del hombre actual que atraviesa el abuelazgo: “Ellos se preocupan por tener un look jovial y entran en crisis en el momento de iniciar el trámite de la jubilación”.
Más allá de la cuestión de género, lo que iguala a estos abuelos es que ya no desean construir una relación parecida a la que tuvieron con sus hijos a la hora de la crianza. Buscan complicidad con sus nietos y no imponerles límites. Los disfrutan jugando y compartiendo códigos con ellos. De hecho, un 70% de los adultos mayores argentinos utiliza Internet y se comunica con sus nietos a través de las redes sociales como Facebook, el MSN y el mail.
Además, los abuelos modernos no relegaron su intimidad. En principio, por el uso del viagra. “El citrato de sildenafil marcó un antes y un después en las disfunciones eréctiles en los adultos mayores”, indica Marta Rajtman, médica especialista en sexología clínica y vicepresidenta de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana (SASH). Y también están aquellos que van más allá de la genitalidad. “Las caricias, las miradas, los encuentros íntimos, el pasar tiempo con el otro, tomarse de la mano, los mimos, también son actividades sexuales”, indica María Elena Villa Abrille, sexóloga clínica.
Este nuevo perfil de abuelos genera fuertes conflictos en la relación con sus hijos , que estaban acostumbrados a sus propios abuelos como sostén familiar. Ahora se encuentran con que sus padres tienen una vida mucho más activa y no quieren recibir como una obligación el cuidado de los nietos. Cuando los hijos pretenden una disponibilidad eterna se encuentran con que sus padres organizaron una escapada para el fin de semana y no estarán en casa para cuidar a los nietos.
“Los abuelos de hoy son independientes y tienen sus propios proyectos, y esto genera una gran sorpresa social. Al hijo, porque no cuenta con su padre o madre para que lo cuide. Y al abuelo, porque se siente incomprendido. Cuando esto sucede hay que sentarse a hablar y establecer pautas”, avisa Ricardo Iacub, psicólogo y director de la cátedra de Tercera Edad y Vejez de la UBA.
“El cambio de modelo es muchas veces positivo, porque cuando el abuelo o la abuela está disponible, disfruta a sus nietos mucho más. La alegría y el placer son más intensos cuando no hay obligación”, indica Laura Orsi, médica psicoanalista de la Asociación Psicoanalítica Argentina.
El diálogo, clave para no dañar la relación
Má, ¿te podés quedar con los chicos esta tarde?”. “Papi, ¿los vas a buscar a la escuela que no llego?”. “Conseguí un trabajo a la tarde. Pero si lo agarro, le tengo que pagar a una niñera y entonces es cambiar la plata. ¿Podés quedarte con ellos? Es de lunes a viernes, cinco horas nada más”. Los padres hacen lo que pueden. Los nietos, lo que les mandan. Y en el medio, los abuelos. Llegó la hora de reconciliar posiciones : que los hijos escuchen que sus padres no pueden o no quieren educar a sus nietos, pero sí están dispuestos a sacarlos de algún apuro. Y que los hijos lo entiendan y puedan repautar la relación. “El modo en que los adultos tratan a sus padres es el modelo que les dan a sus hijos para el futuro”, advierte la psicoanalista Eva Rotenberg, directora de La Escuela para Padres.
“Es curioso cómo los hijos obvian algunas tradiciones familiares como la de invitar a sus padres a comer todos los domingos, pero se resisten a abandonar otros hábitos, como que mamá siempre tiene que estar disponible cuando necesito ayuda”, ironiza Iacub. Y sigue: “Con esos hijos que reclaman que sus padres sigan jugando el mismo rol, el diálogo puede ser una buena herramienta”.
Si se es abuelo, no hay que temer explicarles a los hijos que uno también tiene prioridades, que no querer criar a los chicos no quiere decir que no haya amor incondicional o que no puedan quedarse con ellos de vez en cuando. Lo mismo cabe cuando los hijos piden un préstamo de dinero o estar a mano para atender cualquier urgencia o necesidad.
El cuidado de los nietos, más allá de los aspectos placenteros, tiene un alto costo. Puede llegar a ser estresante, provocar malestar en el sueño y una mayor exposición a la enfermedades. “Y también puede afectar la economía de los abuelos, lo que produce una situación angustiante y de conflicto. Una cuestión es cuidar, mimar y jugar con el nieto, en tiempos y formas acordadas, y otra es hacerse cargo de del cuidado del chico por carencias que parecieran no tener otra forma de suplencia. No queda otra que reconvenir tantos y para eso, hay que hablar del tema”, sugiere Iacub.
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