Primero fue para ayudar a su hijo, Germán, de 41 años, y ahora lo hace por su propio bienestar. En suma, ya van más de seis años que todos los jueves Mito Fontana y su mujer hacen psicoanálisis multifamiliar. "Germán tenía epilepsia. Como consecuencia de su enfermedad se marginó totalmente de la sociedad y entró en un pozo depresivo. Para ayudarlo a salir, mi mujer y yo comenzamos a asistir a las reuniones multifamiliares de la Fundación María Elisa Mitre. Y ya hace un año que mi hijo no tiene más episodios y se reincorporó a la vida cotidiana. Igualmente, nosotros seguimos yendo porque nos cambió la vida como pareja", cuenta Fontana a LNR.
Las multifamiliares son terapias grupales a las que asisten no sólo los enfermos, sino su círculo cercano, personas que no padecen enfermedad y profesionales de distintas formaciones. Es un espacio "intergeneracional y policlasista", según la definición que da María Elisa Mitre, psicóloga y responsable de la fundación que lleva su nombre, donde se desarrollan encuentros de este tipo. La idea principal de esta psicología es solucionar los problemas a través de las experiencias propias y de las de los demás. Así se arman rondas en las que el que quiere hablar lo hace, mientras otros prefieren simplemente escuchar. En este contexto, el analista es una presencia real, que se involucra vivencialmente como mediador para mejorar el contexto emocional del paciente.
"La familia y todo el entorno de los pacientes necesitan de esta terapia multifamiliar: nosotros pensamos la enfermedad mental como una interdependencia recíproca enfermante, por eso se vuelve necesario ayudar tanto al paciente como a sus familiares -explica Mitre-. La enfermedad mental es una construcción patógena que se da en el seno familiar. Es así que con labor, y siempre trabajando en conjunto, se puede de-construir eso que por algún motivo en un momento determinado se construyó", agrega la especialista.
Mitre hace hincapié en la importancia de trabajar con los pacientes desde la salud y no desde la enfermedad, con la premisa de que cada uno saque la parte sana que tiene y que muchas veces desconoce. Ahí, una gran clave.
Experiencias comunes
Como Mito Fontana son muchas las personas que se acercan al psicoanálisis multifamiliar cuando alguien de su entorno necesita ayuda y que luego lo siguen haciendo, pero por ellos mismos.
Tal es el caso de B, ama de casa, de 55 años, quien pidió no revelar su identidad para preservar su entorno. Hace aproximadamente diez años, una de sus hijas sufrió una crisis psicótica y, frente a ese escenario, sin saber bien cómo manejar la situación buscó ayuda profesional. Primero empezó una terapia tradicional, pero como no obtuvo los resultados deseados decidió probar la multifamiliar que le había recomendado un conocido.
"Al principio comencé a asistir a estas reuniones por el problema de mi hija, pero al poco tiempo me di cuenta de que el problema era de la familia entera, solamente que ella lo expresó más que los otros integrantes. Es increíble cómo me cayó la ficha y a partir de ahí comencé a ir por mí, porque me hacía bien", contó B, quien sigue participando junto con su marido de estos encuentros. "Esta terapia me ayudó a ver algo que no traté en años de terapia individual: que en mi familia no había una buena comunicación, que éramos dos padres inmaduros criando hijas chiquitas y que eso desencadenó la crisis de mi hija. Así fuimos trabajando estos aspectos para establecer un vínculo de padres más adultos y cuando pudimos curarnos nosotros, recién ahí se curó nuestra hija", agregó.
A esta altura, no es solamente la alegría y tranquilidad que le da a ambos padres el alta de sus hijos el punto que pone en común los casos de Fontana y la señora B. Ambas familias están de acuerdo, además, en que es a partir de las vivencias de los otros y de compartir las propias, en el grupo, que se puede cambiar la forma de ver y vivir las cosas. "Varios de los problemas son parecidos. De pronto te das cuenta de que lo que le pasa al otro también te pasa a vos. Escuchando al resto te identificás, podés tener un mejor panorama y, lo más importante, aprendés que eso que te parecía terrible y dramático no lo es tanto. Así lo empezás a ver como algo humano con solución."
Justamente de encontrar respuestas particulares a través de preguntas generales se trata la terapia multifamiliar. "Existe la creencia de que los enfermos mentales son incurables, pero esto no es así: todos se pueden curar si se dan tres condiciones. La primera es ver la parte sana del enfermo, lo que está detrás de la enfermedad. La segunda, que la familia se involucre y se comprometa. Y la tercera, mantener la constancia en el proceso de curación -enumera Mitre-. El alta se lo dan los pacientes en conjunto con el equipo técnico."
Las reuniones multifamiliares son un pilar -el más fuerte- de la fundación. Siempre con la idea de que el enfermo debe recuperarse en el ámbito familiar, la institución cuenta también con talleres de cocina en los que pacientes con trastornos alimentarios asisten con sus padres para poder vencer su enfermedad. Además, las personas en tratamiento pueden hacer yoga, pintura, jugar al ping pong y desarrollar otro tipo de actividades cotidianas.
"Lo que intentamos con los pacientes que están durante el día, que en la actualidad rondan los 15, es desarrollar una especie de minisociedad para trabajar con elementos y personas de todos los días, en un entorno más controlado. Se hacen actividades como almorzar, ver televisión y cocinar, en las que se producen las fricciones propias de la vida diaria y sobre las cuales se trabaja", explica Mitre.
Además de los talleres, la fundación cuenta con un área dedicada a capacitar a estudiantes de Psicología avanzados, tanto de nuestro país como del extranjero, para que luego ellos puedan aplicar este enfoque terapéutico. Tanto en el ámbito de la docencia como en el de la terapia, el mensaje es uno solo: "Los enfermos se enferman en la familia y por ende es allí donde también deben curarse", concluye María Elisa Mitre.
PREGUNTAS Y RESPUESTAS
¿En qué consiste la terapia multifamiliar?
Son reuniones grupales donde se comparten experiencias personales de manera que el problema de cada participante logre identificación y empatía en los demás. Se trata de pensar entre todos las cosas que uno por su propia cuenta no puede.
¿Quiénes pueden hacerla?
En un primer momento fue concebida para la atención de enfermos mentales graves. Actualmente, los grupos han evolucionado hasta ser abiertos: asisten enfermos y sus familias, juntos o por separado, personas que no padecen enfermedad mental, pero que buscan enriquecer sus relaciones en la vida cotidiana, y profesionales de distintas formaciones.
Para más información
La Fundación María Elisa Mitre ( www.fundamitre.net ) realiza encuentros abiertos todos los jueves, desde las 20.
lanacion.com
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