lanacion.com
Una casita encerrada en una esfera de cristal. Se agita. Pequeñas partículas que simulan nieve caen sobre el techo. Nieva tres segundos, lo suficiente para que las pupilas le digan al cerebro que eso es un suvenir de alguna ciudad invernal. Villa La Angostura no puede hacerlo. No puede agitarse. Y de hacerlo, no es para hacer bailar los copos de nieve, sino para respirar debajo de la arena. Hoy, luego de la erupción del volcán Puyehue el 4 de junio último, La Angostura es el cuadro de un vergel gigantesco al que un obrero de muy mala puntería le echó un baldazo de arena. Sobre el que unas manos aniñadas previamente jugaron con Voligoma. No sale. No es ceniza, es arena. Los pinos bajan los brazos, soportan el peso del olor a Mar del Plata. Algo no está bien. El enemigo es microscópico, pero llegó en toneladas y eso lo hace fuerte.
Ese sábado oscureció temprano. Truenos, rayos y, sí, centellas. Tormenta eléctrica de verdad. Nubes grises. Temblores imperceptibles para algunas zapatillas, intuidos por miedos y certificados por estudios. Más de 230 en un día. El volcán cerca de casa dijo hola, a su manera.
Cuando la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en Buenos Aires anunció la ayuda económica (la duplicación de las asignaciones familiares a los afectados por dos meses, la postergación del pago de impuestos y el envío de $ 10 millones a productores), se refirió a la "lluvia de piedra pómez" y muchos rieron. En el parque de la casa de Inés Rivas llovieron piedras pómez del tamaño de almohaditas de avena -aunque en el paso Cardenal Samoré eran del tamaño de pelotitas de tenis-. Su tacita amarilla aún mantiene las muestras caseras. Salía, agarraba y entraba. "Estaban calentitas todavía." Miraba Facebook en donde una amiga había posteado el inicio de una era. "Explotó el Puyehue." Tiene la sonrisa de una mamá, esa que se preocupa para adentro.
Roberto fiscaliza el cuento de su mujer con los ojos cobijados por unas cejas negras tupidas que se arquean un poco y muestran avidez cuando se habla de para qué servirá tanta arena. Cerca, Eugenia, su hija de 23 años, que trabaja en un local de artesanías de la avenida principal, dice que menos mal que no estaba aquí cuando pasó. La trompada del nuevo paisaje le llegó 20 días después, al volver de sus vacaciones en Buenos Aires. "Cuando el colectivo entró a Bariloche se veía arena sobre los costados. Pensaba que estaba asimilando el nuevo paisaje. Pero eso no era nada. Después, la ruta toda desnivelada, los árboles caídos en la zona de Puerto Manzano... Se me caían las lágrimas. Un accidente antes de la curva de Cumelén. Ya en la terminal, montañas de arena. Al otro día, me levanté y me fui caminando al trabajo: no podía creer lo que veía."
"¡Salió el sol tres días seguidos desde que llegaste!" La estadística de Inés acaricia a Eugenia. Luego bromea: "Eso produjo el volcán, ¡que vayas caminando!" La joven sonríe y devuelve la ironía: "Y también hizo que vos cocinaras". Touchée, las manos de la vicedirectora de la escuela se unen festejando y los dientes que asoman, aprueban.
El humor, negro, absurdo, visceral. Del tipo que sea, parece indispensable. Para llegar a la mesa en la que Fabián Cuadrado y Mariana Quintupuray comen torta del cumpleaños de 18 de Andrés hay que hacer varios kilómetros por la ruta de los Siete Lagos. Y seguir bien de cerca a Fernando Anselmi, el veterinario municipal. El monocromo hace pensar que el auto está en marcha sobre una cinta en reversa. Detenidos en un instante eterno y gris, como en un cochecito infantil suspendido sobre un brazo mecánico. Sólo la aguja del combustible que baja y los amortiguadores que trabajan a destajo nos devuelven una sensación de movimiento real.
Fabián dice que piensa en hacer paseos en camellos. Ríe con desgano, con ése "y qué querés que haga". El fue uno de los pobladores que se llevó a sus animales fuera de la zona, cerca de Piedra del Aguila. Otros no pudieron y tantos más no quisieron. "Es tu vida, tu historia, mi familia hace 100 años que está acá", dice Mariana, la única que cuando preguntamos si pensó en irse dijo que sí, bajando la cabeza. Busca normalidad limpiando, husmeando el verde que no está. Pero la normalidad hoy es ver ciervos salvajes ahí nomás, animales silvestres que se acercan a comer. Todos desorientados. El camping de los Quintupuray a orillas del lago, que recibía visitas los veranos, hoy no existe. Está 40 cm enterrado.
En La Angostura cayeron entre 7 y 8 millones de m3 de arena en el ejido municipal. La secuencia era limpiar los techos y luego enfrentarse a la nueva montaña que se hacía metros más abajo. Cuando tenían 5 millones calculaban que, logrando cargar un camión batea de 25 toneladas cada seis minutos, tardarían 6 meses en retirarla. Eso estimaba David Tressens Ripoll, secretario de Defensa Civil y Seguridad Vial de la Municipalidad, a cargo del Comando de Operaciones de Emergencia (COE).
Ciudad sitiada
A dos meses de la erupción, a 50 km del volcán, soldados del Ejército con palas y carretillas es la postal, disminuida, de lo que fue esa ciudad de 13.000 habitantes con aires de una Europa del Este recién bombardeada. Sin luz, sin agua, con los faros de los autos iluminando lo que se pudiera. La estación de servicio con una cola de dos cuadras (normalmente no hay más de seis vehículos), los tres supermercados vendiendo agua sin descanso y una caravana de autos errantes, improvisados, que no veía a más de medio metro. Aun cuando el COE tenía provisiones (estaban trabajando desde hacía días) y todos destacan su labor, la paranoia hizo de las suyas. Y ahora hay quienes hablan de una selección natural: "Quedarán los que son fuertes, los que quieren trabajar."
La Villa no está conectada con el sistema nacional de energía eléctrica (recientemente se firmó el acuerdo por el que en 2012 se construirá el tendido eléctrico que la conectará al sistema nacional). En los primeros diez días tuvo luz y agua en forma alternada, pero cuatro barrios completos padecieron 26 días la falta de ambos servicios.
El cerro Bayo estuvo cerrado hasta fines de julio -abrió para residentes con la intención de levantar el espíritu, gracias a una gran nevada, sin lluvia de cenizas-. Pero no se habla mucho de eso. La mirada está puesta en el verano. Y con miedo. Es que ahí se verá el daño exacto. Qué animales lograron sobrevivir, cuánto los lastimó la arena, aunque los informes dicen que no tiene componentes tóxicos. "Pero sí es abrasiva", dice Anselmi. Stella Poma, vulcanóloga del departamento de Geología de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, aclara la idea: "En una época, en la Argentina comprábamos un polvo limpiador [Puloy] que estaba formado de ceniza volcánica".
Fernando le saca la mirada a la avenida Arrayanes y la devuelve al café. "Se ha carneado y notado el estómago muy enrojecido, con fondito de arena", dice y pide disculpas por el dato que sigue: hizo enemas a perros constipados a los que les sacó -con sus manos dibuja una caja de zapatos y señala una altura de 2 cm- todo eso de arena.
El cálculo que hace es que hay 2500 animales mayores, y sólo salieron de la zona 600. La mortandad aparecerá en un tiempo, al principio el animal subsiste con la reserva. "Es cierto que la dieta de los animales en cordillera no depende sólo del pasto que crece del suelo, también picotean de los arbustos. Si el arbusto se lava con la lluvia, algo pueden llegar a tirar", ensaya esperanzado. Y agrega: "Ir y decirle al productor «tenés que vender o sacar tus vacas porque se te van a morir», es muy difícil para ellos". Ellos son Mariana y Fabián, que lo miran y son la minoría que decidió llevarse los animales. Ellos son los que debieron soportar que el oportunismo les sonara palmas ofreciendo 800 pesos por una vaca, cuando vale 3000. Ellos son los que mientras escuchaban la oferta de frigoríficos pensaban que el verde del suelo volverá en 5 u ocho años. Hoy, el verde, en La Angostura, es intruso.
De miserias y peleas de vecinos
Los camiones de fardos que no alcanzan (las quejas por lo no enviado desde el gobierno nacional y lo poco enviado por el provincial se escuchan en todo el arenero). Gente con camioneta modelo 2011 que iba a buscar alimento para sus animales. Llegar a golpes de puño. Y la puja Bariloche-Villa que se hace película nacional. La pica lugareña cobró notoriedad. Para Bariloche, La Angostura es la prima cheta. La Angostura dice que quienes tienen casas ostentosas y poder adquisitivo no son lugareños, no son los que inhalan la pluma que cae ahora ni los que juntaron piedra pómez. La Villa tiene a Bariloche en un puño con el paso Cardenal Samoré cerrado. Los de Río Negro quieren abrirlo, ya que aunque su temporada de nieve logró comenzar -más tarde, pero está en actividad el Catedral; la ciudad sufrió muchísimo menos que sus vecinos-, las cenizas los aniquilaron con un aeropuerto con aperturas intermitentes y, por ende, turismo extranjero casi en cero. La esperanza es el turista chileno, que llega por Samoré que, para La Angostura, no está en condiciones de abrir aún.
Según el vocero de Vialidad Nacional, Ernesto Arriaga, en el paso hay "16 máquinas viales trabajando 12 horas por día; el lugar sufrió dos desprendimientos de lodo (piedra volcánica y fuertes lluvias socabaron el pavimento y rompieron la ruta). La apertura inmediata y el paso de camiones -más de 116 por día- sería un peligro, por la ceniza en suspensión que hay en toda la Villa". Otra bronca fueron las elecciones provinciales, que se realizaron una semana después de la erupción. La Angostura debió abrir sus escuelas para sufragar. Sólo asistió el 36 por ciento.
Partido aparte la historia con Chile. Casi todos los volcanes están de su lado, ellos sufren más en términos de población (hay evacuaciones de ciudades), pero el viento y el magma desconocen los mapas políticos y los límites. Y los mails. Nos han leído cosas como "la mierda va donde está la mierda". Y del lado argentino se escuchan otras como "que el viento sea este-oeste, así los sepulta".
Hay ranking
Somos el desastre natural número 18. "Lo dice Internet." Eso y los power points fotográficos con el juego del antes y el después corren fuerte en la Villa. Un ejercicio de memoria doloroso. Andrea Klarenberg es una de las que más lo repite mientras una retroexcavadora se mueve, limitada en lo que fue el estacionamiento de su hostería frente al lago. La historia de Andrea trae la pregunta de si esta vez se levantará. Cuenta que quien creía que era su papá la abandonó a los 3 años. Luego dio con su padre biológico, que murió al año de conocerlo. Tuvo mal diagnosticado un tumor maligno en un ovario, y tuvo que viajar a Buenos Aires a operarse y debieron hacerle maniobras de resucitación. En 2003 compró 2 lotes y terminó la construcción de la hostería ella, una vez que los arquitectos la estafaron. Sola, con su mamá, que cierra los puntos con un "ella hace todo, todo sola. No hay un mino." La contadora, vicerreina de Punta del Este en 1976, tapa de la revista 7 Días de entonces, hoy palea la arenilla que sepultó los rosales. "Decían que esto era porque nos portamos mal con el planeta. No es así. Somos intrusos. Cuando vos hacés un pozo acá, ves las capas de arena volcánica. Nos tocó a nosotros. No tengo resentimiento", dice.
"El magma busca el lugar más débil del edificio volcánico. Por lo general el lugar más débil es el cráter, pero en este caso, estaba tapado y se abrió paso en una ladera -explica, a su vez, el experto en vulcanología e investigador de la Universidad de Buenos Aires, Alberto Caselli-. Tras un terremoto como el de febrero de 2010 en Chile, hay un reacomodamiento tectónico y se pueden observar estos eventos al menos en los tres años siguientes."
Cerca de la hostería de Andrea vive su médico, un señor con jogging azul y botas negras que rastrilla el jardín y nos ofrece café. Sirve y dice: "Estamos en rehabilitación desde el día 48, no tuvimos muertos ni heridos". Un señor que debió transmitir calma, para que con piedras calientes cayendo en tu techo, un maridaje nefasto de agua y arena que llovía barro, siendo de noche cuando debía ser día y un volcán diciéndote que el cuco sí existe, te quedaras en tu casa, porque era el lugar más seguro. Un señor que no quiere ser reelecto el 10 de diciembre porque quiere volver a su consultorio full time. Ricardo Alonso, intendente de Villa La Angostura, tiene una risa sonora y logra el raro encargo: irradia calma activa. Brazos arriba en medio del desastre.
Francisco Gordillo tiene algo de eso. En la antesala de su casa, en el jardín igual al de todos los vecinos, gris, descansa el camión arenero de Rafael, su hijo de 4 años. Un juego en miniatura que hoy tiene aires pérfidos. El, psicoanalista, fuma dentro de la casa sus Parisiennes, porque ella, Cecilia, su esposa, restauradora, y Rafa, están en Buenos Aires; adelantaron por el volcán un viaje de trabajo. "El impacto visual tiene efectos psicológicos, es como estar en el medio del océano; una boya, un faro, rompe eso. Lo monocromático es, como mínimo, angustiante. El trabajo te permite intervenir eso, así fue que a muchos se les fue la mano con el voluntariado. Funcionaban como máquinas, si paraban caían en la cuenta de que estaban en medio de una locura", cuenta. Participó de los trabajos de contención psicológica que se prepararon. Vivió unos días un tanto adolescentes porque, sin luz ni agua en casa, se invitaba a comer a la casa de amigos, y volvía a la madrugada, al lugar donde nada había para hacer. "No sentí miedo, sí una profunda alteración en cuanto al tiempo. Mañana me va a parecer que esta charla la tuve hace 3 días."
Sin plazos
Las cerraduras de los autos se traban a medida que la pluma (un sedimento que parece caspa) que cae invade cavidades. Las biromes dejan de escribir, obligando a guardar nota mental o echar mano rápidamente a un lápiz. El tecleo de los celulares se pone playero. El pelo seco, la piel que se queja y esa caspa constante en la ropa: el volcán sigue trabajando. De esa fumarola inicial de 10.000 metros, hoy hay una columna de vapor y material piroclástico de entre 1,5 y 2 km. Las manos que nos extienden barbijos explican que la última gran erupción del Puyehue fue en 1960 y duró dos semanas. Pero que en 1921 estuvo en actividad por más de dos meses.
Hoy, La Angostura es un cuadro al que olvidaron en un altillo. No es posible llenarse los ojos de jardines. No por un tiempo. El verano y el viento serán las manos que lo traigan al living familiar y desnuden el daño real.
QUE HACER CON TODA ESTA ARENA
Desde el 4 de junio hasta el cierre de esta edición, en la Villa (declarada zona en emergencia, al igual que el resto de las localidades de Río Negro y Neuquén) cayeron entre 7 y 8 millones de m3 de arena. Hay dos lugares provisionales de acopio: en el centro (puente Las Piedritas) y en el barrio Tres Cerros (cerca de la ruta 231). De allí se traslada a las inmediaciones del lago Espejo y a los terrenos de la cantera Gerosa (ex
Conevial), en el sector de Puerto Manzano. En estos días se definirá cómo continuar (los lugares de acopio se establecen por dos meses y medio). Parques Nacionales se opone a arrojar material volcánico al lago.
Se decía que los desechos volcánicos servirían para la industria de la construcción. En el barrio obrero Mallín hicieron bloques mezclándolos con cemento. Fue una prueba. Loma Negra inició estudios pero no confirmó los ensayos finales. Ariel Domínguez, secretario general de la Villa, explicó que se intentarían construir bloques de hormigón articulado (esos panales que se ven en las playas de las estaciones de servicio). El informe del INTI Neuquén, realizado con material caído en Bariloche y Jacobacci, no recomienda su utilización como agregado para hormigón porque, en el primer caso , "presenta propiedades de friabilidad, por lo tanto las operaciones de manipuleo, mezclado y compactación afectan su integridad, haciendo variar su granulometría, con el consiguiente cambio en la demanda de agua y variaciones consecuentes en la resistencia". Respecto de Ingeniero Jacobacci, el material ni siquiera clasifica como arena. Se estudia si podría servir para la elaboración de bloques, mejorar caminos rurales o como material aglomerante. Para hacer un edificio tipo (15 pisos, 100 departamentos) se usan 2375 m3 de hormigón (por cada m3 se emplean aproximadamente 0,7 de arena). Si la que cayó sirviese para construir, se podrían hacer 4534 edificios. Podríamos decir que llovieron más de 453.400 departamentos. U ocho millones de metros cúbicos de cochambre.
LO QUE SE LLEVO
El volcán mató la temporada invernal de La Angostura. El cerro no abrió, sólo lo hizo a fines de julio para los locales. Según Julián Arostegui, vicepresidente de Cerro Bayo, no se trató de la apertura de la temporada, sino de "una medida condicional que apuntó a devolver un momento de alegría al pueblo". Cómo sigue la cosa, nadie lo sabe. Sí que en enero se anunció la llegada de los medios de elevación para el centro de esquí, parte de una inversión que supera los 10 millones de dólares. Ponerlo en actividad significa un desembolso que no tendría recuperación.
Un informe de la Cámara Argentina de la Pequeña y Mediana Empresa la calificó como una localidad devastada, con una caída del 90% de ventas respecto del mismo período del año anterior. Se devolvieron el 20% de las habilitaciones comerciales y otros tantos locales no abrieron sus puertas.
Miguel Martínez, martillero y dueño de Inamot, una inmobiliaria local, cuenta que "se resolvió bajar los alquileres en junio, julio y agosto entre un 25 y 50% a los que tienen relación directa con el turismo".
A Bariloche el Puyehue lo hirió feo: abrió tarde el cerro y depende de la apertura del paso Samoré para la llegada de turistas chilenos; el aeropuerto opera según los vientos y la ceniza. Los más entusiastas (o con paquete turístico sin devolución) llegan hasta Esquel y de allí van en ómnibus.
De acuerdo con un análisis elaborado por INTA Bariloche, la provincia de Río Negro presenta la mayor superficie afectada por la caída de cenizas, con 3,9 millones de hectáreas y 1400 productores involucrados. El 92% son unidades familiares (minifundistas). Jacobacci aparece como una de las más dañadas. Sólo en lo que hace a la lana, las pérdidas se calculan en 16 millones de pesos.
Fernando Anselmi
Veterinario
"Decirle a la gente que debe llevarse a los animales o venderlos es muy doloroso"
"Al cabo de unos días, pensaba en lo que pasó y en mis hijos. Y ahí sí me angustié, mucho"
Los Rivas
Roberto, Eugenia e Inés
Inés juntaba las piedras pómez y miraba Facebook
Eugenia lloró al volver de vacaciones y ver el nuevo paisaje
Andrea Klarenberg
Hotelera
"Yo no creo que la naturaleza nos haya puesto a prueba; nosotros somos los intrusos"
Cuatro años le llevó la construcción de la hostería
Francisco Gordillo
Psicoanalista
"No sentí miedo, sí una profunda alteración del tiempo"
Su mujer, Cecilia, y Rafa, su hijo, adelantaron un viaje a Buenos Aires.
Nube de datos
- La violenta erupción fue la tarde del 4 de junio. La fumarola alcanzó los 10.000 metros
- Mide 2234 metros, está cerca de Osorno, en el sur de Chile, a la altura de Bariloche. Villa La Angostura es la ciudad argentina más cercana, a 50 km
- En el ejido municipal de la Villa precipitaron entre 7 y 8 millones de metros cúbicos de arena (40 cmde acumulación). Creen que se tardaría 6 meses en retirarla
- En 1921 estuvo en actividad durante más de dos meses. En 1960 duró dos semanas. Esto fue después del violento terremoto de Valdivia, de 9.5 grados en la escala de Richter
- Cuatro barrios completos estuvieron 26 días sin agua ni luz
- En el paso Cardenal Samoré cayeron piedras del tamaño de una pelota de tenis. En la Villa tenían la apariencia de almohaditas de avena
- Al 30 de julio se registraba un sismo por hora, que no excedía los 3.1 en la escala de Richter
- Sigue en actividad y mantiene una columna de vapor y material piroclástico de entre 1.5 y 2 km
- Otros volcanes: en 2008 el Chaitén (1200 kilómetros al sur de Santiago), entró en erupción y todos los habitantes debieron dejar la ciudad. En 1991, el Hudson, sepultó al pueblo de Los Antiguos
EN CHILE
230 sismos por hora acompañaron la fuerte erupción
12 de ellos superaron los 4 grados en la escala de Richter
50 fueron por encima de los 3 grados
3500 evacuados hubo en la zona del Puyehue (Chile).
No hay comentarios:
Publicar un comentario