¿Cree usted que la memoria funciona como una videocámara que graba fielmente todas nuestras vivencias de tal forma que siempre podemos volver a 'verlas' y 'oírlas' de manera precisa? Si ha respondido afirmativamente, su contestación es la misma que dio el 63% de las personas que participó en una encuesta estadounidense sobre los mitos de la memoria. La respuesta correcta es no.
El mundo de los recuerdos genera una gran cantidad de falsas creencias. Parte de la culpa la tienen la intuición y el sentido común, que son malos consejeros en estas cuestiones. Las películas también tienen su parte de responsabilidad; no hay más que fijarse en los innumerables guiones basados en las vicisitudes de personajes que no saben quiénes son porque sufren amnesia, cuando en realidad esta enfermedad suele manifestarse de forma distinta.
El estudio que acaba de publicar la revista 'PLoS ONE' , llevado a cabo por los psicólogos Daniel Simons y Christopher Chabris, de la Universidad de Illinois y el Union Collegue de Nueva York, respectivamente, revela que una aplastante mayoría de los estadounidenses tiene ideas erróneas sobre el funcionamiento de la memoria.
El 83% de los participantes respondió que la amnesia consiste en la incapacidad de recordar la propia identidad; el 37% aseguró que el testimonio de un testigo muy seguro puede ser suficiente para condenar a un acusado por un crimen; el 48% declaró que, una vez que se vive un acontecimiento y se forma un recuerdo sobre él, esa evocación ya no cambia; el 55% dijo que la hipnosis puede ayudar a que un testigo rememore de forma vívida los detalles de un delito; y el 78% indicó que generalmente somos capaces de darnos cuenta de que un objeto inesperado ha entrado en nuestro campo visual, incluso si estamos concentrados haciendo alguna tarea. Veamos una a una estas falsas presunciones:
La memoria es como una cámara de vídeo. Nada más lejos de la realidad. Daniel Simons cuenta a ELMUNDO.es que no disponemos de un sistema de "formación y almacenamiento de un registro preciso de lo que experimentamos". Lo que hacemos es, "conceder más énfasis a aquellos elementos que nos parecen más importantes, haciendo caso omiso de otros detalles". Por otro lado, cuando volvemos a invocar nuestras vivencias "estamos generando esas memorias de nuevo". En resumen, nuestro cerebro realiza un ejercicio de reconstrucción, no de reproducción.
Lo más habitual es que las personas que sufren amnesia no puedan recordar su propio nombre o su identidad. Lo que normalmente produce este trastorno es una pérdida de la capacidad de generar y consolidar nuevas remembranzas. Los autores del estudio señalan que la película 'Memento' es una de las pocas muestras cinematográficas de lo que realmente implica la amnesia. En ella, un hombre que ha perdido la memoria a corto plazo se sirve de notas y tatuajes para encontrar al hombre que cree que ha matado a su mujer.
Un solo testigo que esté muy seguro puede servir para condenar a un presunto criminal. Si una persona está muy segura de un recuerdo y confía menos en otro, es mucho más probable que el segundo no sea certero. Sin embargo, como suele decirse, cada individuo es un mundo. Los sujetos que están totalmente convencidos de la reconstrucción del pasado que les dicta su mente no tienen por qué ser más dueños de la verdad que aquellos que se muestran más dubitativos respecto a sus vivencias.
Una vez que se ha formado un recuerdo sobre un evento, esa evocación ya no cambia. Por lo visto, sí que puede modificarse, y resulta sorprendente lo mucho que puede hacerlo. De hecho, se ha comprobado que esa tranformación depende en gran medida de las experiencias que vivamos posteriormente.
La hipnosis ayuda a evocar detalles sobre un crimen. Los recuerdos que se optienen con este método psicológico no son ni mejores ni peores. Lo que sí aumenta, debido al estado de sugestión en el que se encuentra la persona hipnotizada, es la confianza en ellos. Por eso, puede ocurrir que este procedimiento incremente el número de reminiscencias falsas.
Generalmente, una persona es capaz de captar los objetos que entran inesperadamente en su campo de visión. Esta afirmación no entra tan de lleno en el ámbito de la memoria, pero tiene mucho que ver con ella. Lo cierto es que hay muchos detalles que se nos escapan, sobre todo si estamos concentrados en otra tarea. Si estamos viendo la tele y de pronto aparece un gorila en un contexto totalmente ajeno a su hábitat natural -por ejemplo, en una oficina-, pasará inadvertido para muchos de nosotros.
Resulta desolador comprobar que una muestra representativa de casi 2.000 personas apenas dio en el clavo en sus respuestas sobre la memoria. Y no fue por falta de cultura: entre los encuestados había gente de distintos niveles educativos y los más instruidos sólo acertaron en un porcentaje ligeramente mayor. Simons explica que su sondeo se llevó a cabo exclusivamente entre la población estadounidense, pero no descarta que los resultados sean extrapolables a los ciudadanos de otras procedencias. "No me extrañaría que muchas de estas creencias equivocadas también existiesen en gente de otros países y culturas. En parte, porque son una consecuencia natural de cómo experimentamos nuestro mundo", señala el investigador. El convencimiento de que "nuestra memoria es más completa y certera de lo que realmente es se debe a que sólo en muy contadas ocasiones tenemos pruebas que contradigan esa seguridad", asegura.
Nuestros recuerdos son tan 'reales' y detallados que nos resulta imposible concebir que puedan estar distorsionados o, incluso, resulten falsos. Si a una persona le preguntan qué estaba haciendo el 23 de febrero de 1981, es muy posible que su reconstrucción de cómo vivió el golpe de Estado sea sustancialmente distinta si responde dos meses después del evento y transcurridos cuatro años.
Otro ejemplo de lo traicionera que puede ser nuestra memoria son algunas evocaciones de nuestra infancia. Si éstas se remontan a cuando teníamos uno o dos años, son falsas con toda seguridad; seguramente nos las ha contado algún allegado y las hemos hecho nuestras. La investigación en psicología y neurociencias ha demostrado que es imposible tener recuerdos a una edad tan temprana porque las estructuras cerebrales que tienen que ver con la memoria episódica no están maduras hasta los tres años o, como poco, hasta los dos y medio.
¿De todo lo anterior se deduce que la memoria es muy frágil y nos engaña continuamente? En absoluto. Según Simons, "trabaja bastante bien la mayor parte del tiempo. Nos ayuda a hacer predicciones sobre lo que ocurrirá en el futuro en situaciones similares a las que hemos vivido". Asimismo, nos permite "sintetizar lo que es importante y representativo en una escena e incorporar esas interpretaciones a nuestro entendimiento del mundo". El psicólogo aclara que sólo puede decirse que es débil o limitada "cuando pretendemos que sea una cámara de vídeo en vez de una herramienta que da sentido a lo que nos rodea".
elmundo.es
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