domingo, 20 de febrero de 2011

Abuelos niñeros de sus nietos

Inmaculada de la Fuente
El País
MADRID.- "No es que no queramos. Es que estamos cansadas." Hay una generación de mujeres que tras criar a sus hijos vuelven a ser madres de sus nietos a tiempo parcial. No lo han elegido. Tampoco se rebelan. Pero cansa. Aunque hay casos y casos. Zonas de grises. Los abuelos, sobre todo si son jóvenes, disfrutan cuidando a sus nietos. Pero algunos acaban convirtiéndose en algo más que abuelos: niñeros, secretarios de sus atareados hijos, cadetes, taxistas... No hay límites.
Y empieza el abuso, sobre todo con las abuelas, que además de ir a buscar al chico al colegio, tienen que darle de comer, llevarlo al médico, a fútbol y a inglés. Un período que no dura dos o tres años, sino que puede prolongarse seis, siete o tal vez 10. Y la abuela se hace mayor, su cuerpo se agota. Al final, o aprenderá a jugar a los videojuegos si conserva buena vista, o acabará en el psicólogo.
El fenómeno no está cuantificado, pero es cada vez más frecuente. "La mayoría renuncia a todo por atender a sus nietos. La educación recibida y su sentido de la responsabilidad les hace interiorizar ese papel de abuelas niñeras", señala el pediatra Joaquín Ibarra, autor de Mis abuelos me cuidan: guía para los niñeros del siglo XXI. "Lejos de confesar que la tarea los supera, hasta justifican a sus hijos. Pero no es lo mismo tener 60 años que 75, ni atender a uno o a tres", añade. La mayoría empieza con un niño, pero un 26% asume dos.
Hay un perfil de abuelos jóvenes que cuidan sin apenas esfuerzo de sus nietos. Como Agueda (nombre ficticio) y su marido Juan. Van a buscar a los chicos al colegio, les dan el té y los llevan a casa de sus padres. O se quedan a dormir con ellos entre semana. El abuelo tiene 66 años y hace tres que se jubiló; la abuela, de 61, ha trabajado siempre en casa, y cuando su única hija se casó, consideró natural hacerse cargo de los nietos. Es una prolongación de su vida anterior. Poco importa que su hija y su yerno vivan en dos barrios de Madrid bastante alejados.
Cándida Nevado y su marido no son ya tan jóvenes, pero atienden a sus nietos desde hace años, más como padres que como abuelos. En cierto modo, han tenido tres hijos: la suya y los dos de ésta. La hija de Cándida Nevado sufre depresiones recurrentes, y aunque en algunos períodos puede trabajar, su referente familiar es la casa de sus padres. "Es algo que no te imaginas, pero que terminas asumiendo debido a las circunstancias: tienes que ocuparte incluso de los deberes, y de alimentarlos... No es fácil. A veces hay que retarlos...", cuenta la abuela, de 76 años, en conversación telefónica desde su domicilio en Barcelona. Ella y su marido cuidaron de un primer nieto, que ahora tiene 21 años. "Trabaja y es prácticamente autónomo", explica. Años después se han hecho cargo de su nieta, fruto de un segundo matrimonio de la hija. La niña tiene ahora 10 años, "pero cuando era más pequeña... ya tenía 70 años, una edad en la que no tienes ganas de tirarte al suelo a jugar, ni de ir a la plaza, aunque terminas haciéndolo", relata.
Cándida Nevado y su marido lo hacen voluntariamente. Es el arreglo familiar al que han llegado, algo positivo para los chicos. "Además, hay cosas que compensan: sus miradas, su alegría... Mi nieta habla mucho, como yo, así que estoy más que entretenida", confiesa.
Cándida asistió hace unos años al taller de abuelos "Convivir con nietos", de la entidad financiera CatalunyaCaixa. Allí compartió experiencias con otras abuelas en situaciones parecidas. "Los abuelos colaboran", reconoce Nevado, "pero casi todo recae en nosotras". "Me gustaría disfrutar más de estas tareas, como hacen algunas abuelas más jóvenes. Pero estás en una edad en la que quieres hacer cosas que no pudiste hacer de joven y esta nueva responsabilidad te coarta", confiesa.
"Cuando mi nieta era más pequeña, tuve que dejar el coro del Club San Jordi. No podía ir a ensayar", sigue. "Ahora voy a volver, porque allí hay actividades que te permiten relacionarte y compartir tus vivencias", agrega.
"La educación de los hijos es competencia de los padres. Pero con frecuencia, los padres disponen de poco tiempo, y las encuestas nos dicen que los niños que están solos son menos felices", afirma Ibarra. "Por desgracia, ese tiempo que los padres no pueden dedicar a sus hijos pequeños, no volverá. En estos casos, en las familias con abuelos, estos no tienen más remedio que hacer de abuelos, pero también, en parte, de padres", continúa. Y los abuelos casi siempre dicen sí. "Basta con nombrar al nieto para que experimenten una inyección de vitalidad y sean capaces de multiplicarse". Pero ¿se están pasando algunos padres? "La pregunta no tiene una sola respuesta. Depende de las negociaciones de cada familia. A muchos hijos les viene bien ahorrarse la niñera", prosigue Ibarra. "Pero los abuelos deben tener tiempo para su propio cuidado, para hacer ejercicio, para mantener sus relaciones sociales, su ocio y sus actividades intelectuales", señala el especialista.
Algunos abuelos, ciertamente, son un un decho de energía. Los hay incluso militantes, ya que se ofrecen para todo. Sea porque se sienten útiles o porque buscan segundas oportunidades y quieren recuperar con los nietos lo que no pudieron vivir con sus hijos, alimentan una tendencia algo tramposa. La de que todos los abuelos quieren y pueden hacerse cargo de sus nietos. Esta tendencia choca, además, con otra que había empezado a cobrar fuerza a finales del siglo XX: la liberación de la mujer de ataduras domésticas conforme sus hijos se emancipaban. Algunas de estas abuelas que rondan los 60 años siguen trabajando o están a punto de jubilarse. Son mujeres activas, con una nutrida vida social y con ganas de viajar o disfrutar de su propio tiempo. Se han ido reinventado en cada edad, y valoran que las parejas jóvenes sean ya más igualitarias (aunque quede todavía un largo trecho), ya que piensan que ese es el camino a seguir. Cuando ellas se casaron tenían que sacar adelante a sus hijos, ya que sus maridos apenas ayudaban. Eso no significa que no cooperen: si sus hijos o nietos las necesitan y se encuentran disponibles, le dan una mano a su familia como cualquier otra abuela. Pero es una ayuda circunstancial, no una obligación añadida.
Hasta las abuelas más independientes experimentan ambivalencias. "No, el próximo curso no me pongas clases por la tarde", pedía una catedrática en la recta final de su carrera al jefe del departamento. ¿Motivos? Se había ofrecido a buscar a su primer nieto en la guardería. "Lo hago por mi hija. Es tan duro estar hoy en el mercado...". Así están muchas. Ajustan sus horarios laborales si es factible; dejan el yoga temporalmente porque coincide con el curso de natación de su nieto, y hasta se saltean algún viaje para que su hijo y su nuera se vayan el fin de semana.
La mayoría de los chicos que reciben cuidados de los abuelos son hijos de madres con empleo. Por el contrario, cuando la madre no trabaja, solo uno de cada cuatro niños menores de tres años acude a la Escuela Infantil, según la Encuesta de Condiciones de Vida de 2009 (Instituto Nacional de Estadística). Asimismo, las mujeres de mayor instrucción son las que más llevan a sus hijos a las guarderías. Además, el 32% de los menores de tres años cuyas madres trabajan recibe cuidados de otras personas. Aunque no se distingue si esta atención es o no remunerada, Lourdes Pérez Ortiz, profesora de Sociología de la Universidad Autónoma de Madrid atribuye ese cuidado en parte a los abuelos. Otras estimaciones fijan en un 15% el porcentaje de cuidadores que no percibe nada.
Entre los 3 y los 12 años, la mayoría de los niños están escolarizados. El 55% de los niños menores de 12 años tiene madres trabajadoras. Aunque en las familias de clase media y alta se suele tener ayuda remunerada, Lourdes Pérez piensa que el recurso a los abuelos está más extendido de lo que parece. Ya en 2003 al realizar un estudio estratégico sobre el tema comprobó que no solo se daba esta ayuda entre madres e hijas, sino que las suegras tenían una disposición similar. Descubrió asimismo que no siempre se recurría a la abuela por economía, sino por desconfiar de las guarderías. O en el caso de los nietos de 12 y 13 años, para evitar que estén solos porque no tiene escuela por la tarde.
Existe así un reparto tácito entre las mujeres de la familia: las mayores atienden a los niños para que las jóvenes trabajen. Si no hubiera abuelas, muchas pensarían aún más ser madres. En algunas familias pactan cierta retribución para los abuelos que complete sus pensiones. Pero en otras, los abuelos lo ponen todo: el 11% da de comer a sus nietos.
Hay asociaciones de abuelos que empiezan a rebelarse. De forma individual no se quejan, pero lo hace en su nombre Francisco Muñoz, presidente de la Asociación de Abuelas y Abuelos de España. "Tratamos de convencer a nuestros socios de que el abuelo ayuda solo cuando hace falta. No es un esclavo. Tiene su vida", afirma. "Se da mucho abuso", prosigue. Prueba de ello, argumenta, es que cuando los abuelos no viven en la misma ciudad, los padres se organizan de otro modo y no pasa nada. Asegura que incluso hay progenitores que aprovechando que sus hijos están con los abuelos se quedan más tiempo en la oficina.
Las abuelas de 75 años o más son las más afectadas por esta dedicación intensiva. Muchas están en edad de recibir cuidados en vez de prestarlos, y si no es por razones de fuerza mayor, deberían estar exentas de tales tareas.
Muñoz es consciente de que la relación con los nietos se ha modificado. "Al ser el abuelo el que los busca en el colegio, algunos niños le cuentan a él lo que les pasa en vez de a sus padres. Las oportunidades de compartir actividades se multiplican y el abuelo no puede quedarse obsoleto. Por eso les animamos a estar al día y a familiarizarse con los videojuegos y con la consola. La Asociación que preside Muñoz imparte talleres tanto para enseñar a unos cómo se debe poner un pañal como para animar a otros a perder el miedo a la cibernética. Hay que estar en la onda. Algunos bancos patrocinan talleres dedicados a reciclar al abuelo. Abumar (abuelos y abuelas en marcha) es otra organización combativa que propone contribuir a educar a los nietos sin puentear a los padres. Y si estos se divorcian, reivindican mantener su trato habitual con los nietos tras la ruptura.
Tan asumido tienen los abuelos su nuevo papel que en Internet circula un texto humorístico en el que a través del contestador una voz dice: "Si son nuestros hijos: pulse 1 si necesitan niñera; 2, si hay que buscar al niño; 3, si se quedan a comer, 4. Si son nuestros amigos: hablen'.
TRABAJO HOGAREÑO
Cuidados forzosos
Cuando los hijos trabajan, los abuelos se hacen cargo de los nietos casi como si fueran padres otra vez.
Pros y contras
Los nietos llevan felicidad a los mayores, pero también los cansan.
lanacion.com

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