Fabiola Czubaj
LA NACION
La noticia de que los mineros chilenos estaban vivos a setecientos metros bajo tierra no fue sólo un milagro: demostró hasta dónde llega la capacidad psíquica y física para proteger la vida. Pero ¿a qué se aferra una persona cuando el rescate de esa adversidad inesperada, como es un terremoto, una guerra o un naufragio, demora y comienza a volverse incierto?
"Vienen a preguntarnos cómo hicimos para sobrevivir, y se van con una respuesta tan simple que les sorprende: nunca perdimos el proyecto de escapar, siempre creímos con todas nuestras fuerzas que algo extraordinario era posible. Más que anclarnos en los recuerdos, huimos hacia adelante", reflexiona Roberto Canesa, uno de los sobrevivientes de la tragedia de los Andes, en el libro La sociedad de la nieve , donde los ex rugbiers uruguayos relatan cómo fueron esos 72 días que demoró su rescate en medio de la Cordillera.
En esa espera, cada persona reacciona lo mejor que puede. Los expertos aseguran que las características personales previas influyen en la respuesta y la adaptación.
"Dos individuos expuestos a la misma situación fuera de lo habitual y en la que corre riesgo la vida pueden desarrollar distintos problemas, como el estrés postraumático, la tendencia al aislamiento, las fobias, los síntomas depresivos. Defenderse o no dependerá mucho de factores como sus experiencias de vida previas, la educación, los antecedentes genéticos (de esos trastornos), la edad y la capacidad psicológica de escapar de esa situación", explicó a LA NACION el capitán médico Martín Bourdieu, psiquiatra y veterano de guerra.
Cuando los días pasan, el combustible mental es el recuerdo de la familia, el deseo de volver a ver a los seres queridos y la fortaleza espiritual. "En Malvinas -recordó Bourdieu, director médico del Centro de Salud Mental Malvinas Argentinas, del Ejército-, muchos se aferraban al rosario que se entregaba en los pozos de zorro" Cuando todo falla, recurrimos a un poder superior."
"Desde el momento del accidente me impuse un objetivo, que proviene del rugby: si me iba a morir, si nos íbamos a morir, lo haríamos actuando, dando más de lo que podíamos. Es decir, iba a morir de pie, no postrado sobre esas chapas contraídas del avión", relató Tintin Vizintín, otro sobreviviente de los Andes.
El shock inicial
Pero al shock inicial que produce una situación traumática le sigue un proceso natural de adaptación para asegurar la subsistencia. Según el psiquiatra, "el ser humano se adapta rápido a las situaciones extremas; no queda otra salida; lo más difícil es la readaptación y por eso es tan importante el apoyo que una persona en una situación de riesgo de vida reciba de afuera".
Así lo demostraron los resultados de un seguimiento a dos años a los integrantes del Ejército y la Marina que en 2004 participaron en Haití de las misiones de paz. Luego de clasificar al personal según las consecuencias psicológicas (los síntomas más comunes eran estrés postraumático, depresión y ansiedad) y darles el tratamiento adecuado, los especialistas no detectaron casos de enfermedad latente posterior a los dos años.
Estos resultados y la creación de un Comité de Crisis de Respuesta Rápida para la contención psicológica ante desastres son parte de una experiencia inédita en América latina que un equipo de especialistas en salud mental de las Fuerzas Armadas presentarán el mes que viene en el Congreso Mundial de Medicina Militar, en Managua.
"Aprendimos de la experiencia de Malvinas: cuando no hay contención psicológica, los trastornos se vuelven crónicos", dijo Bourdieu, que integra el comité.
LA NACION
La noticia de que los mineros chilenos estaban vivos a setecientos metros bajo tierra no fue sólo un milagro: demostró hasta dónde llega la capacidad psíquica y física para proteger la vida. Pero ¿a qué se aferra una persona cuando el rescate de esa adversidad inesperada, como es un terremoto, una guerra o un naufragio, demora y comienza a volverse incierto?
"Vienen a preguntarnos cómo hicimos para sobrevivir, y se van con una respuesta tan simple que les sorprende: nunca perdimos el proyecto de escapar, siempre creímos con todas nuestras fuerzas que algo extraordinario era posible. Más que anclarnos en los recuerdos, huimos hacia adelante", reflexiona Roberto Canesa, uno de los sobrevivientes de la tragedia de los Andes, en el libro La sociedad de la nieve , donde los ex rugbiers uruguayos relatan cómo fueron esos 72 días que demoró su rescate en medio de la Cordillera.
En esa espera, cada persona reacciona lo mejor que puede. Los expertos aseguran que las características personales previas influyen en la respuesta y la adaptación.
"Dos individuos expuestos a la misma situación fuera de lo habitual y en la que corre riesgo la vida pueden desarrollar distintos problemas, como el estrés postraumático, la tendencia al aislamiento, las fobias, los síntomas depresivos. Defenderse o no dependerá mucho de factores como sus experiencias de vida previas, la educación, los antecedentes genéticos (de esos trastornos), la edad y la capacidad psicológica de escapar de esa situación", explicó a LA NACION el capitán médico Martín Bourdieu, psiquiatra y veterano de guerra.
Cuando los días pasan, el combustible mental es el recuerdo de la familia, el deseo de volver a ver a los seres queridos y la fortaleza espiritual. "En Malvinas -recordó Bourdieu, director médico del Centro de Salud Mental Malvinas Argentinas, del Ejército-, muchos se aferraban al rosario que se entregaba en los pozos de zorro" Cuando todo falla, recurrimos a un poder superior."
"Desde el momento del accidente me impuse un objetivo, que proviene del rugby: si me iba a morir, si nos íbamos a morir, lo haríamos actuando, dando más de lo que podíamos. Es decir, iba a morir de pie, no postrado sobre esas chapas contraídas del avión", relató Tintin Vizintín, otro sobreviviente de los Andes.
El shock inicial
Pero al shock inicial que produce una situación traumática le sigue un proceso natural de adaptación para asegurar la subsistencia. Según el psiquiatra, "el ser humano se adapta rápido a las situaciones extremas; no queda otra salida; lo más difícil es la readaptación y por eso es tan importante el apoyo que una persona en una situación de riesgo de vida reciba de afuera".
Así lo demostraron los resultados de un seguimiento a dos años a los integrantes del Ejército y la Marina que en 2004 participaron en Haití de las misiones de paz. Luego de clasificar al personal según las consecuencias psicológicas (los síntomas más comunes eran estrés postraumático, depresión y ansiedad) y darles el tratamiento adecuado, los especialistas no detectaron casos de enfermedad latente posterior a los dos años.
Estos resultados y la creación de un Comité de Crisis de Respuesta Rápida para la contención psicológica ante desastres son parte de una experiencia inédita en América latina que un equipo de especialistas en salud mental de las Fuerzas Armadas presentarán el mes que viene en el Congreso Mundial de Medicina Militar, en Managua.
"Aprendimos de la experiencia de Malvinas: cuando no hay contención psicológica, los trastornos se vuelven crónicos", dijo Bourdieu, que integra el comité.
"No crear falsas expectativas"
SANTIAGO, Chile.- El caso de los 33 mineros atrapados en la mina San José ha sido un laboratorio fascinante para la psicología. Según los expertos, los mineros pasaron primero por un estado de pánico colectivo, seguido de una rebeldía que no debe de haber durado más de 48 horas. Entonces, las estructuras y las costumbres del interior de Chile -muy apegadas a los patronazgos y las jerarquías- establecieron los liderazgos necesarios para que el orden se impusiera al caos.
Uno de los aspectos más destacados por los especialistas ha sido la comunión del grupo, capaz de organizarse y aferrarse a un objetivo común a la espera del rescate. Existía ansiedad, pero supieron manejarla. A partir del minuto en que se les halló con vida, se generó entre los mineros un marcado estado de efervescencia, que ha ido en declive con el correr de los días.
"En la medida en que se superan las necesidades básicas, mejora el estado de ánimo. Pero es natural que después de la euforia del encuentro les haya venido un decaimiento en el ánimo", explica el psicólogo de la Asociación Chilena de Seguridad, Alberto Iturra, que lidera el equipo de especialistas que trabaja por la estabilización mental del grupo.
Uno de los puntos que más llamó la atención en el primer contacto con los mineros fue que nunca perdieron la conexión mental con el exterior. Las primeras cartas que mandaron a la superficie manifestaban su preocupación por sus seres queridos e incluso pedían pagar sus cuentas.
Pero otro de los aspectos por resaltar ha sido la solapada desconfianza hacia el exterior deslizada por los trabajadores. "Angélica: ¿qué te han dicho de nosotros? ¿Existe alguna máquina instalada para nuestro rescate?", le escribió el electromecánico Edison Peña a su mujer. "Están chequeando y validando para saber si las cosas que les estamos diciendo son verdad. Esto refleja que están saliendo de un estado que podía ser más grave, como la sed y el hambre, y ya se están preocupando de otras cosas", advierte Iturra.
Para los expertos de la NASA, que han definido la situación como "uno de los casos de sobrevivencia más extremos", producto de la humedad cercana al 90% y la temperatura superior a los 30°, el objetivo principal es "evitar una situación en la cual se sientan desesperanzados".
Para ello, un grupo comandado por el jefe médico del Centro Espacial Johnson, Michael Duncan, llegó hasta la mina San José para conversar con los trabajadores. "Lo más importante es no crearles falsas expectativas", dijo Duncan.
Carlos Vergara
lanacion.com
Uno de los aspectos más destacados por los especialistas ha sido la comunión del grupo, capaz de organizarse y aferrarse a un objetivo común a la espera del rescate. Existía ansiedad, pero supieron manejarla. A partir del minuto en que se les halló con vida, se generó entre los mineros un marcado estado de efervescencia, que ha ido en declive con el correr de los días.
"En la medida en que se superan las necesidades básicas, mejora el estado de ánimo. Pero es natural que después de la euforia del encuentro les haya venido un decaimiento en el ánimo", explica el psicólogo de la Asociación Chilena de Seguridad, Alberto Iturra, que lidera el equipo de especialistas que trabaja por la estabilización mental del grupo.
Uno de los puntos que más llamó la atención en el primer contacto con los mineros fue que nunca perdieron la conexión mental con el exterior. Las primeras cartas que mandaron a la superficie manifestaban su preocupación por sus seres queridos e incluso pedían pagar sus cuentas.
Pero otro de los aspectos por resaltar ha sido la solapada desconfianza hacia el exterior deslizada por los trabajadores. "Angélica: ¿qué te han dicho de nosotros? ¿Existe alguna máquina instalada para nuestro rescate?", le escribió el electromecánico Edison Peña a su mujer. "Están chequeando y validando para saber si las cosas que les estamos diciendo son verdad. Esto refleja que están saliendo de un estado que podía ser más grave, como la sed y el hambre, y ya se están preocupando de otras cosas", advierte Iturra.
Para los expertos de la NASA, que han definido la situación como "uno de los casos de sobrevivencia más extremos", producto de la humedad cercana al 90% y la temperatura superior a los 30°, el objetivo principal es "evitar una situación en la cual se sientan desesperanzados".
Para ello, un grupo comandado por el jefe médico del Centro Espacial Johnson, Michael Duncan, llegó hasta la mina San José para conversar con los trabajadores. "Lo más importante es no crearles falsas expectativas", dijo Duncan.
Carlos Vergara
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