En cuestión de segundos, un padre puede instalar un programa en la computadora y saber con quién chateó su hijo y con quién se intercambió e-mails, cuáles páginas visitó y qué términos ingresó en el buscador. Sin embargo, aún son pocos los que aplican programas para saber qué hicieron sus hijos mientras navegaban en Internet. Según las empresas consultadas, en Argentina sólo 1 de cada 10 mayores recurre a filtros de control.
Hace un año la Cámara del Crimen porteña dictaminó en un fallo que es legal que un padre espíe la casilla de correo de su hijo mientras dure la patria potestad. La batalla legal se desató cuando el padre de una menor revisó sus e-mails sin su consentimiento y encontró correos que le permitieron denunciar un presunto abuso sexual.
Con aquel caso sobrevino la polémica: ¿hasta qué punto un padre puede invadir la privacidad de su hijo? Consultado por Clarín en aquella oportunidad, el abogado especialista en Derecho Informático y Nuevas Tecnologías, Leandro González Frea, concedió: “La intromisión no es arbitraria, sino que obedece al cumplimiento por parte de los progenitores del deber de resguardo y protección de la integridad psicofísica del niño”. Aun con el permiso de la justicia y la enorme oferta tecnológica, hay poca demanda de programas de control.
“La preocupación de los adultos va en aumento, pero la adherencia a los programas es baja. Diríamos que de un 10% en hogares con chicos”, apunta Jorge Cella, Gerente de la Iniciativa de Seguridad de Microsoft Argentina y Uruguay. En Trend Argentina coinciden. “El nivel de adopción de tecnología para el monitoreo de los chicos es casi nulo. Los padres no tienen noción de los riesgos que corren los chicos cuando tienen acceso a la red. Aunque sí son totalmente conscientes de los ciberdelitos, como el robo de cuentas bancarias”, analiza Maximiliano Cittadini, Especialista en Seguridad.
El software espía de varias maneras: algunos registran capturas de pantallas, otros graban conversaciones de chat, otros informan los sitios visitados. Y también se pueden personalizar: el padre bloquea el ingreso a algunos sitios o habilita determinadas páginas.
A nivel global, 9 de cada 10 adultos están preocupados por los riesgos de los chicos frente a Internet, según datos de la empresa de seguridad informática Symantec. “Pero el 60% usa la protección básica y gratuita, es decir que no invierte en recursos de seguridad”, señala Bruno Rossini, gerente de Relaciones Públicas para América Latina de la empresa. Del mismo monitoreo, realizado en 2009, se desprende que el 62% de los niños encuestados tuvo una experiencia negativa en la red, como estar expuesto a imágenes de desnudo o violencia (25%) o tener un encuentro con alguien que conoció en una sesión de chat (10%).”
“Es recomendable enseñarles que una vez que suben fotos o videos u ofrecen datos personales, el contenido deja de ser privado, y la privacidad es un valor”, apunta Diana Sahovaler, psicoanalista de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) y autora del libro “El sujeto escondido en la realidad virtual”. Y agrega: “En una sociedad donde todos se muestra y se cuenta, los padres deberían analizar si el hecho de invadir reside en su propia fantasía”.
clarin.com
Hace un año la Cámara del Crimen porteña dictaminó en un fallo que es legal que un padre espíe la casilla de correo de su hijo mientras dure la patria potestad. La batalla legal se desató cuando el padre de una menor revisó sus e-mails sin su consentimiento y encontró correos que le permitieron denunciar un presunto abuso sexual.
Con aquel caso sobrevino la polémica: ¿hasta qué punto un padre puede invadir la privacidad de su hijo? Consultado por Clarín en aquella oportunidad, el abogado especialista en Derecho Informático y Nuevas Tecnologías, Leandro González Frea, concedió: “La intromisión no es arbitraria, sino que obedece al cumplimiento por parte de los progenitores del deber de resguardo y protección de la integridad psicofísica del niño”. Aun con el permiso de la justicia y la enorme oferta tecnológica, hay poca demanda de programas de control.
“La preocupación de los adultos va en aumento, pero la adherencia a los programas es baja. Diríamos que de un 10% en hogares con chicos”, apunta Jorge Cella, Gerente de la Iniciativa de Seguridad de Microsoft Argentina y Uruguay. En Trend Argentina coinciden. “El nivel de adopción de tecnología para el monitoreo de los chicos es casi nulo. Los padres no tienen noción de los riesgos que corren los chicos cuando tienen acceso a la red. Aunque sí son totalmente conscientes de los ciberdelitos, como el robo de cuentas bancarias”, analiza Maximiliano Cittadini, Especialista en Seguridad.
El software espía de varias maneras: algunos registran capturas de pantallas, otros graban conversaciones de chat, otros informan los sitios visitados. Y también se pueden personalizar: el padre bloquea el ingreso a algunos sitios o habilita determinadas páginas.
A nivel global, 9 de cada 10 adultos están preocupados por los riesgos de los chicos frente a Internet, según datos de la empresa de seguridad informática Symantec. “Pero el 60% usa la protección básica y gratuita, es decir que no invierte en recursos de seguridad”, señala Bruno Rossini, gerente de Relaciones Públicas para América Latina de la empresa. Del mismo monitoreo, realizado en 2009, se desprende que el 62% de los niños encuestados tuvo una experiencia negativa en la red, como estar expuesto a imágenes de desnudo o violencia (25%) o tener un encuentro con alguien que conoció en una sesión de chat (10%).”
“Es recomendable enseñarles que una vez que suben fotos o videos u ofrecen datos personales, el contenido deja de ser privado, y la privacidad es un valor”, apunta Diana Sahovaler, psicoanalista de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) y autora del libro “El sujeto escondido en la realidad virtual”. Y agrega: “En una sociedad donde todos se muestra y se cuenta, los padres deberían analizar si el hecho de invadir reside en su propia fantasía”.
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