TOKIO (The New York Times).- Ya habían llegado malos tiempos para el antiguo deporte de Japón, el sumo, con escándalos y caída de popularidad. Ahora, un problema todavía más siniestro se agrega a la lista: el sumo está ligado al submundo criminal.
Días atrás, la Asociación Japonesa de Sumo, organismo rector de este deporte, anunció el despido de un reconocido luchador y un poderoso entrenador por apostar en partidos profesionales de béisbol en una red de apostadores dirigida por el crimen organizado. Otros dos entrenadores fueron bajados de categoría, y a 18 luchadores se les prohibió competir en la próxima temporada de torneos.
Todo esto sucedió después del escándalo, sin relación aparente, dos meses atrás, de la venta de entradas de ubicaciones asignadas como premios a unos 50 miembros de Yamaguchi-gumi, el sindicato del crimen más grande de Japón. Los asientos permitían a los gángsteres, conocidos como yakuza, permanecer muy visibles durante la transmisión televisiva de los combates, una exhibición descarada que, según los expertos en sumo, habría sido armada para animar a un jefe del sindicato que miraba todo desde la cárcel.
Frente a una protesta pública, la asociación advirtió que el deporte, que data al menos de 1300 años, debe limpiarse o perecer. Hace dos domingos, doce luchadores corpulentos vestidos con quimonos se inclinaron profundamente como un pedido de disculpas ante los flashes.
El sumo ya había sido sacudido en los últimos años por escándalos como el uso de marihuana y la golpiza fatal a un luchador novato de 17 años.
Los escándalos no hacen más que subrayar que el sumo, deporte insular, tradicional y con un status cultural especial, están fuera de sintonía con los cambios que siguió el resto de Japón. Muchos japoneses se horrorizaron al saber que los miembros de este deporte parecen aumentar sus vínculos con mafiosos en un momento en el que la nación se esfuerza por distanciarse de ese mundo subterráneo que hasta hace poco se aceptaba tácitamente.
Los expertos en sumo y los ex luchadores dicen que el deporte fue conducido a los brazos del crimen organizado por problemas económicos causados por la baja de público y de empresas auspiciantes. En resumen, según los críticos, el sumo probó ser otra institución japonesa que es incapaz de adaptarse a los cambios que llegaron con el ocaso económico de la nación.
"El sumo es uno de los reductos rebeldes de las formas antiguas y cerradas de Japón", explica Takanobu Nakajima, profesor de negocios en la Keio University de Tokyo, que escribió un libro sobre este deporte.
De hecho, él y otros aseguran que el sumo se refugia en su pasado a un extremo sorprendente. Y dicen que se nota con más evidencia en la incapacidad de este deporte por revertir su popularidad decreciente, particularmente entre los jóvenes, que prefieren otros entretenimientos como el fútbol o los juegos online.
Estos escándalos recientes lo hirieron todavía más, y además alejaron a más auspiciantes. Según la asociación de sumo, las entradas anuales de auspiciantes y ventas de entradas cayeron de 150.000.000 de dólares en 1999 a 110.000.000 el año pasado.
"El sumo rompió una de esas reglas no escritas, dice Mitsuru Yaku, dibujante que integró el comité de una asociación de sumo investigando un escándalo anterior. Llevó su relación con los grupos criminales más allá de lo que la sociedad toleraría."
lanacion.com
Días atrás, la Asociación Japonesa de Sumo, organismo rector de este deporte, anunció el despido de un reconocido luchador y un poderoso entrenador por apostar en partidos profesionales de béisbol en una red de apostadores dirigida por el crimen organizado. Otros dos entrenadores fueron bajados de categoría, y a 18 luchadores se les prohibió competir en la próxima temporada de torneos.
Todo esto sucedió después del escándalo, sin relación aparente, dos meses atrás, de la venta de entradas de ubicaciones asignadas como premios a unos 50 miembros de Yamaguchi-gumi, el sindicato del crimen más grande de Japón. Los asientos permitían a los gángsteres, conocidos como yakuza, permanecer muy visibles durante la transmisión televisiva de los combates, una exhibición descarada que, según los expertos en sumo, habría sido armada para animar a un jefe del sindicato que miraba todo desde la cárcel.
Frente a una protesta pública, la asociación advirtió que el deporte, que data al menos de 1300 años, debe limpiarse o perecer. Hace dos domingos, doce luchadores corpulentos vestidos con quimonos se inclinaron profundamente como un pedido de disculpas ante los flashes.
El sumo ya había sido sacudido en los últimos años por escándalos como el uso de marihuana y la golpiza fatal a un luchador novato de 17 años.
Los escándalos no hacen más que subrayar que el sumo, deporte insular, tradicional y con un status cultural especial, están fuera de sintonía con los cambios que siguió el resto de Japón. Muchos japoneses se horrorizaron al saber que los miembros de este deporte parecen aumentar sus vínculos con mafiosos en un momento en el que la nación se esfuerza por distanciarse de ese mundo subterráneo que hasta hace poco se aceptaba tácitamente.
Los expertos en sumo y los ex luchadores dicen que el deporte fue conducido a los brazos del crimen organizado por problemas económicos causados por la baja de público y de empresas auspiciantes. En resumen, según los críticos, el sumo probó ser otra institución japonesa que es incapaz de adaptarse a los cambios que llegaron con el ocaso económico de la nación.
"El sumo es uno de los reductos rebeldes de las formas antiguas y cerradas de Japón", explica Takanobu Nakajima, profesor de negocios en la Keio University de Tokyo, que escribió un libro sobre este deporte.
De hecho, él y otros aseguran que el sumo se refugia en su pasado a un extremo sorprendente. Y dicen que se nota con más evidencia en la incapacidad de este deporte por revertir su popularidad decreciente, particularmente entre los jóvenes, que prefieren otros entretenimientos como el fútbol o los juegos online.
Estos escándalos recientes lo hirieron todavía más, y además alejaron a más auspiciantes. Según la asociación de sumo, las entradas anuales de auspiciantes y ventas de entradas cayeron de 150.000.000 de dólares en 1999 a 110.000.000 el año pasado.
"El sumo rompió una de esas reglas no escritas, dice Mitsuru Yaku, dibujante que integró el comité de una asociación de sumo investigando un escándalo anterior. Llevó su relación con los grupos criminales más allá de lo que la sociedad toleraría."
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