LAURA TARDÓN
¿Tomarse la tensión en casa o acudir a la consulta para que lo haga el médico? Varios estudios señalan las ventajas de la primera opción y ahora una nueva investigación publicada en 'The Lancet' lo confirma. Sus resultados apuntan a que las personas con hipertensión que controlan sus niveles en casa experimentan mayores reducciones en la tensión arterial que quienes van de forma regular al centro de salud.
En el transcurso de seis meses, los participantes que utilizaban el tensiómetro automático en su hogar (234) reducían la presión sistólica una media de 12,9 milímetros de mercurio (mm Hg), mientras que los pacientes que dejaban esta tarea a su médico (246) presentaban una media de 9,2 mm Hg menos que al inicio del estudio. Después de 12 meses, la reducción media en el primer grupo era de 17,6 mm Hg y en el segundo, de 12,2 mm Hg.
Cada mañana, los individuos se tomaban la tensión dos veces, en un intervalo de cinco minutos. La segunda medición era la que enviaban a los investigadores a través de un módem que conectaban al tensiómetro y a una conexión telefónica. En función de estos valores, ellos mismos, dentro de unas normas establecidas previamente con los médicos, podían aumentar la medicación sin necesidad de acudir a consulta.
Un exhaustivo programa de entrenamiento
En definitiva, "observamos que las disminuciones eran significativas y además se mantenían a lo largo del tiempo, lo que significa que podría merecer la pena tomarse la tensión en el domicilio, pero no en todos los casos", sugieren los autores. Insisten en que "sólo sería aplicable en el 20% de las personas con hipertensión. No puede extrapolarse a todas".
Como indica Vicente Bertomeu, presidente electo de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), "el paciente ideal para esto es aquel que está muy formado y entrenado, como los participantes de este estudio, a quienes se les había sometido con anterioridad a un programa exhaustivo para que pudieran modificar su tratamiento si durante más de cuatro días seguidos su tensión estaba por encima de la recomendada". Y añade: "En las enfermedades crónicas, un paciente con una buena educación sanitaria siempre obtiene mejores resultados".
En la práctica diaria, ninguna de las dos estrategias está en marcha. Aún son necesarias más investigaciones en esta línea. Lo que sí es cierto es que "gran parte de nuestros pacientes tienen un aparato para medir la tensión en su domicilio. El problema es que, en general, lo hacen mal", argumenta el doctor Bertomeu.
Según los expertos, la tensión debe medirse por la mañana, antes de tomar la medicación; el paciente debe estar sentado, sin cruzar las piernas, con la espalda apoyada en el respaldo y con el brazo sobre una mesa a la altura del corazón. "Debe establecer un día de la semana para tomar la tensión. El problema es que hay personas que terminan obsesionándose y acaban tomándosela varias veces al día".
La realidad es que "vemos casos de gente que, dependiendo de cómo se vea la tensión en casa, no se toma la medicación o la aumenta y esto es un error, precisamente porque la mayor parte de las veces se la miden mal y al final repercute en un control inadecuado de la presión arterial". Una muestra de que aún queda mucho por hacer.
En la misma línea opina el autor de un comentario adjunto, Gbenga Ogedegbe, de la Universidad de Nueva York (EEUU). "Aunque las conclusiones de este trabajo son prometedoras, la extensión de esta práctica podría ser precipitada. Es conveniente que otros investigadores apoyen esta hipótesis, sobre todo en pacientes con bajo nivel educativo".
Los hábitos diarios permiten modificar la tensión
JAVIER MARCO
Hombres y mujeres con tendencia a la hipertensión arterial (HTA) tienen un mayor riesgo de sufrir problemas cardiacos a corto plazo. Vencer este obstáculo está en nuestras manos, sobre todo después de que un reciente estudio haya demostrado que pequeñas modificaciones en los hábitos de vida pueden darle la vuelta a este incierto futuro. La dieta puede ser el primer paso para lograr una vida cardiosaludable.
La revista 'Annals of Internal Medicine' publica un estudio realizado con 810 hombres y mujeres mayores de 25 años que no estaban recibiendo terapia con fármacos hipotensores. Todos ellos presentaban también cifras de presión arterial mayores de 140/90 milímetros de mercurio o valores ligeramente inferiores.
Fueron distribuidos en tres grupos diferentes. Los dos primeros se sometieron a 18 sesiones de formación durante los primeros seis meses. En ese tiempo se trazaron una serie de objetivos concretos sobre pérdida de peso, actividad física y limitaciones sobre el consumo de sal y bebidas alcohólicas.
Plan dietético
Además, uno de estos dos grupos recibió adicionalmente una guía sobre como introducir una dieta capaz de detener la hipertensión. Se trataba de un plan dietético rico en frutas, vegetales y pobre en lácteos con alto contenido graso. Este tipo de dieta, denominada DASH (en inglés modificaciones en la dieta para detener la hipertensión), ha sido utilizada como ejemplo de régimen eficaz en el control de la tensión en estudios previos.
Se trataba de introducir pequeños cambios en el modo de vida con el fin de lograr cambios aceptables en las cifras de tensión arterial.
El tercer grupo sirvió como control ya que tan sólo se sometió a dos sesiones de 30 minutos seguidas de unas recomendaciones estándar para el control de la tensión. La primera de las reuniones tuvo lugar al inicio del estudio y la segunda a los seis. Y existía la posibilidad de recibir una tercera lección al completar los 18 meses de ensayo.
De forma general, se redujo el número de participantes con HTA pero el efecto más llamativo se consiguió entre aquellos que introdujeron la dieta DASH. En este grupo, del 37% se pasó a un 22% de pacientes hipertensos. Los sujetos en los dos grupos de intervención introdujeron los cambios más drásticos en sus hábitos de vida y consiguieron por tanto los mayores beneficios en la reducción de su hipertensión.
Los objetivos marcados en los diferentes aspectos del día a día fueron: bajar el peso en siete kilos; realizar tres horas de ejercicio físico semanal moderado; no pasar de 2.300 miligramos de sal diaria en la dieta y tomar menos de una bebida alcohólica para las mujeres o de dos en los varones.
Los que además cumplieron con la DASH debieron aumentar su consumo de frutas y verduras hasta las nueve o 12 raciones diarias y reducir la ingesta de lácteos a dos otres porciones al día. Para registrar todos estos cambios, los pacientes se responsabilizaron de escribir un diario ordenando sobre su actividad física, dieta y calorías.
Mejores cifras que con fármacos
El control conseguido sobre la HTA en los dos grupos que modificaron sus hábitos de vida mejora el 50%, una cifra superior a la conseguida con terapias farmacológicas con un solo medicamento. Comparado con el grupo control estos dos grupos de hombres y mujeres consiguieron:
■Mayores pérdidas de peso (3 kilos con DASH y 2,4 sin cambios en la dieta).
■Mejoras en la forma física: dos latidos menos por minuto con DASH y uno menos sin este tipo de alimentación.
■Mayor reducción en la ingesta de sodio en forma de sal: 354 con DASH y 384 con dietas más normales.
■Reducciones más marcadas de la ingesta calórica (hasta 130 calorías).
elmundo.es
¿Tomarse la tensión en casa o acudir a la consulta para que lo haga el médico? Varios estudios señalan las ventajas de la primera opción y ahora una nueva investigación publicada en 'The Lancet' lo confirma. Sus resultados apuntan a que las personas con hipertensión que controlan sus niveles en casa experimentan mayores reducciones en la tensión arterial que quienes van de forma regular al centro de salud.
En el transcurso de seis meses, los participantes que utilizaban el tensiómetro automático en su hogar (234) reducían la presión sistólica una media de 12,9 milímetros de mercurio (mm Hg), mientras que los pacientes que dejaban esta tarea a su médico (246) presentaban una media de 9,2 mm Hg menos que al inicio del estudio. Después de 12 meses, la reducción media en el primer grupo era de 17,6 mm Hg y en el segundo, de 12,2 mm Hg.
Cada mañana, los individuos se tomaban la tensión dos veces, en un intervalo de cinco minutos. La segunda medición era la que enviaban a los investigadores a través de un módem que conectaban al tensiómetro y a una conexión telefónica. En función de estos valores, ellos mismos, dentro de unas normas establecidas previamente con los médicos, podían aumentar la medicación sin necesidad de acudir a consulta.
Un exhaustivo programa de entrenamiento
En definitiva, "observamos que las disminuciones eran significativas y además se mantenían a lo largo del tiempo, lo que significa que podría merecer la pena tomarse la tensión en el domicilio, pero no en todos los casos", sugieren los autores. Insisten en que "sólo sería aplicable en el 20% de las personas con hipertensión. No puede extrapolarse a todas".
Como indica Vicente Bertomeu, presidente electo de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), "el paciente ideal para esto es aquel que está muy formado y entrenado, como los participantes de este estudio, a quienes se les había sometido con anterioridad a un programa exhaustivo para que pudieran modificar su tratamiento si durante más de cuatro días seguidos su tensión estaba por encima de la recomendada". Y añade: "En las enfermedades crónicas, un paciente con una buena educación sanitaria siempre obtiene mejores resultados".
En la práctica diaria, ninguna de las dos estrategias está en marcha. Aún son necesarias más investigaciones en esta línea. Lo que sí es cierto es que "gran parte de nuestros pacientes tienen un aparato para medir la tensión en su domicilio. El problema es que, en general, lo hacen mal", argumenta el doctor Bertomeu.
Según los expertos, la tensión debe medirse por la mañana, antes de tomar la medicación; el paciente debe estar sentado, sin cruzar las piernas, con la espalda apoyada en el respaldo y con el brazo sobre una mesa a la altura del corazón. "Debe establecer un día de la semana para tomar la tensión. El problema es que hay personas que terminan obsesionándose y acaban tomándosela varias veces al día".
La realidad es que "vemos casos de gente que, dependiendo de cómo se vea la tensión en casa, no se toma la medicación o la aumenta y esto es un error, precisamente porque la mayor parte de las veces se la miden mal y al final repercute en un control inadecuado de la presión arterial". Una muestra de que aún queda mucho por hacer.
En la misma línea opina el autor de un comentario adjunto, Gbenga Ogedegbe, de la Universidad de Nueva York (EEUU). "Aunque las conclusiones de este trabajo son prometedoras, la extensión de esta práctica podría ser precipitada. Es conveniente que otros investigadores apoyen esta hipótesis, sobre todo en pacientes con bajo nivel educativo".
Los hábitos diarios permiten modificar la tensión
JAVIER MARCO
Hombres y mujeres con tendencia a la hipertensión arterial (HTA) tienen un mayor riesgo de sufrir problemas cardiacos a corto plazo. Vencer este obstáculo está en nuestras manos, sobre todo después de que un reciente estudio haya demostrado que pequeñas modificaciones en los hábitos de vida pueden darle la vuelta a este incierto futuro. La dieta puede ser el primer paso para lograr una vida cardiosaludable.
La revista 'Annals of Internal Medicine' publica un estudio realizado con 810 hombres y mujeres mayores de 25 años que no estaban recibiendo terapia con fármacos hipotensores. Todos ellos presentaban también cifras de presión arterial mayores de 140/90 milímetros de mercurio o valores ligeramente inferiores.
Fueron distribuidos en tres grupos diferentes. Los dos primeros se sometieron a 18 sesiones de formación durante los primeros seis meses. En ese tiempo se trazaron una serie de objetivos concretos sobre pérdida de peso, actividad física y limitaciones sobre el consumo de sal y bebidas alcohólicas.
Plan dietético
Además, uno de estos dos grupos recibió adicionalmente una guía sobre como introducir una dieta capaz de detener la hipertensión. Se trataba de un plan dietético rico en frutas, vegetales y pobre en lácteos con alto contenido graso. Este tipo de dieta, denominada DASH (en inglés modificaciones en la dieta para detener la hipertensión), ha sido utilizada como ejemplo de régimen eficaz en el control de la tensión en estudios previos.
Se trataba de introducir pequeños cambios en el modo de vida con el fin de lograr cambios aceptables en las cifras de tensión arterial.
El tercer grupo sirvió como control ya que tan sólo se sometió a dos sesiones de 30 minutos seguidas de unas recomendaciones estándar para el control de la tensión. La primera de las reuniones tuvo lugar al inicio del estudio y la segunda a los seis. Y existía la posibilidad de recibir una tercera lección al completar los 18 meses de ensayo.
De forma general, se redujo el número de participantes con HTA pero el efecto más llamativo se consiguió entre aquellos que introdujeron la dieta DASH. En este grupo, del 37% se pasó a un 22% de pacientes hipertensos. Los sujetos en los dos grupos de intervención introdujeron los cambios más drásticos en sus hábitos de vida y consiguieron por tanto los mayores beneficios en la reducción de su hipertensión.
Los objetivos marcados en los diferentes aspectos del día a día fueron: bajar el peso en siete kilos; realizar tres horas de ejercicio físico semanal moderado; no pasar de 2.300 miligramos de sal diaria en la dieta y tomar menos de una bebida alcohólica para las mujeres o de dos en los varones.
Los que además cumplieron con la DASH debieron aumentar su consumo de frutas y verduras hasta las nueve o 12 raciones diarias y reducir la ingesta de lácteos a dos otres porciones al día. Para registrar todos estos cambios, los pacientes se responsabilizaron de escribir un diario ordenando sobre su actividad física, dieta y calorías.
Mejores cifras que con fármacos
El control conseguido sobre la HTA en los dos grupos que modificaron sus hábitos de vida mejora el 50%, una cifra superior a la conseguida con terapias farmacológicas con un solo medicamento. Comparado con el grupo control estos dos grupos de hombres y mujeres consiguieron:
■Mayores pérdidas de peso (3 kilos con DASH y 2,4 sin cambios en la dieta).
■Mejoras en la forma física: dos latidos menos por minuto con DASH y uno menos sin este tipo de alimentación.
■Mayor reducción en la ingesta de sodio en forma de sal: 354 con DASH y 384 con dietas más normales.
■Reducciones más marcadas de la ingesta calórica (hasta 130 calorías).
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