Hormigas, grillos y gusanos son parte del menú de sólo algunas culturas. Pero pronto podría convertirse en una costumbre alimenticia “aconsejada” para todo el mundo. La ONU (Organización de las Naciones Unidas) está considerando recomendar la ingesta de insectos . Los motivos no son culinarios sino ecológicos y sociales: son una fuente de proteínas más económica que se podría convertir en una alternativa de la carne.
En un artículo publicado por la BBC, el profesor Arnold van Huis, entomólogo de la Universidad de Wageningen en los Países Bajos y consultor para la Organización para la Agricultura y la Alimentación de Naciones Unidas, (FAO por sus siglas en inglés) aseguró que para el medioambiente son múltiples los beneficios de ingerir insectos. “Los insectos son capaces de convertir la comida en proteína de forma mucho más efectiva que otros animales, porque tienen sangre fría y no necesitan calentar su cuerpo”, dijo y especificó que: “producir un kilo de carne de vaca requiere 13 kilos de hierba o materia verde. Sin embargo un kilo de carne de un grillo, un escarabajo o una langosta simplemente necesita 1,5 o 2 kilos de forraje y produce sólo una fracción de las emisiones de dióxido de carbono”.
Para los especialistas argentinos en Nutrición su consumo es una cuestión de “hábitos” y no representa en sí un peligro. “El hombre es omnívoro y come de todo. Los insectos no dejan de ser una fuente de nutrición, que aporta proteínas y grasas. Si no tienen componentes nocivos, no hay motivos para evitar consumirlos. Pero en cada caso se debería determinar si aportan beneficios y cuáles”, explica a Clarín el médico nutrionista Daniel De Girolami, docente de Nutrición de la UBA y ex presidente de la Asociación Argentina de Nutrición.
La doctora Elba Albertinazzi, presidente de la Asociación Argentina de Médicos Naturistas, coincide: “Las antiguas civilizaciones consumían insectos y hoy se siguen comiendo en muchos lugares del mundo, como en Africa. Eso demuestra que pueden ser consumidos. Pero es importante estudiar previamente qué propiedades nutricionales tienen y su toxicología”, remarca.
“Lo bueno con los insectos es no sólo que requieren menos comida para ser criados, sino que no necesitas comer tanto para sobrevivir. Son una fuente extraordinaria de proteínas y vitaminas”, explica Van Huis, según la BBC.
“La gente crea sus hábitos según los alimentos que tiene a disposición en la comunidad en la que vive. Los cambios no se imponen: son horizontes, nunca verticales. Si el consumo de insectos se instala no será a partir de una recomendación médica: será primero por esnobismo y sólo con el tiempo podrá transformarse en una costumbre”, remarca De Girolami.
clarin.com
En un artículo publicado por la BBC, el profesor Arnold van Huis, entomólogo de la Universidad de Wageningen en los Países Bajos y consultor para la Organización para la Agricultura y la Alimentación de Naciones Unidas, (FAO por sus siglas en inglés) aseguró que para el medioambiente son múltiples los beneficios de ingerir insectos. “Los insectos son capaces de convertir la comida en proteína de forma mucho más efectiva que otros animales, porque tienen sangre fría y no necesitan calentar su cuerpo”, dijo y especificó que: “producir un kilo de carne de vaca requiere 13 kilos de hierba o materia verde. Sin embargo un kilo de carne de un grillo, un escarabajo o una langosta simplemente necesita 1,5 o 2 kilos de forraje y produce sólo una fracción de las emisiones de dióxido de carbono”.
Para los especialistas argentinos en Nutrición su consumo es una cuestión de “hábitos” y no representa en sí un peligro. “El hombre es omnívoro y come de todo. Los insectos no dejan de ser una fuente de nutrición, que aporta proteínas y grasas. Si no tienen componentes nocivos, no hay motivos para evitar consumirlos. Pero en cada caso se debería determinar si aportan beneficios y cuáles”, explica a Clarín el médico nutrionista Daniel De Girolami, docente de Nutrición de la UBA y ex presidente de la Asociación Argentina de Nutrición.
La doctora Elba Albertinazzi, presidente de la Asociación Argentina de Médicos Naturistas, coincide: “Las antiguas civilizaciones consumían insectos y hoy se siguen comiendo en muchos lugares del mundo, como en Africa. Eso demuestra que pueden ser consumidos. Pero es importante estudiar previamente qué propiedades nutricionales tienen y su toxicología”, remarca.
“Lo bueno con los insectos es no sólo que requieren menos comida para ser criados, sino que no necesitas comer tanto para sobrevivir. Son una fuente extraordinaria de proteínas y vitaminas”, explica Van Huis, según la BBC.
“La gente crea sus hábitos según los alimentos que tiene a disposición en la comunidad en la que vive. Los cambios no se imponen: son horizontes, nunca verticales. Si el consumo de insectos se instala no será a partir de una recomendación médica: será primero por esnobismo y sólo con el tiempo podrá transformarse en una costumbre”, remarca De Girolami.
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