Quería ver qué pasaba, conocer algo nuevo... Sentía que había madurado mucho en el último tiempo, aunque no esperaba encontrar a la familia Nesquik, esa que se prepara instantáneamente", dice Gabriela Bordoy (36), protagonista de un ciberamor que en poco más de tres años la convirtió en esposa y madre.
Pasando revista, Gabriela vio luz y entró. Un aviso la invitaba a conocer "gente" y le prometía -¡a ella también!- resolver el indescifrable laberinto de la pareja ideal. "Me registré, subí una foto, completé un formulario y a los diez días vi la foto de Pablo", comenta. La foto de Pablo Arce (42) era, a su gusto, "muy llamativa y teatral". Mensaje va, mensaje viene, sucumbieron al mundo del chat.
Según un informe realizado en 2001 por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), más de 4 millones de personas adscriben a la categoría "soltera" o "soltero" en nuestro país. Mujeres y hombres sin compromiso ni anillo de oro, con ánimo de conocer y formar una pareja más feliz que las vaticinadas por Roberto Galán. En estos tiempos, los singles se encuentran en un mundo en el que los besos se dibujan con emoticones y las manos se vuelven expertas en dactilografía. Por razones de comodidad, facilidad, falta de tiempo y de espacio, miles de cibernautas se inclinan por las citas on-line, que crecieron un 250% respecto de 2009. La voluminosa demanda es atendida por el Online Dating, un servicio que permite encontrar diversos tipos de relaciones según se busque pareja, amor, matrimonio o amistad. La idea surgió en la década del 90 en Europa y hoy es furor en América latina, y especialmente en la Argentina.
El portal Zonacitas ( http://www.zonacitas.com/ ) cuenta con 300.000 usuarios registrados y se espera que este número supere los 400.000 hacia fines de año, ya que todos los meses se incorporan más de 20.000 nuevos visitantes. La comunidad está formada por un 64% de hombres y un 36% de mujeres que oscilan entre los 30 y los 65 años.
La historia de Gabriela Bordoy y Pablo Arce comenzó en junio de 2007 y se prolongó sin intervalo. Un 30 de junio se encontraron por primera vez en un shopping porteño. Después de un café, con mariposas en la panza y todo, compraron regalos y extendieron la salida hasta la noche, con una amiga de Gabi como testigo ("por si se trataba de un asesino serial", aclara). El encuentro se repitió en las calles de Tigre, de San Telmo y en los pasillos del Teatro Colón. El 14 de julio, Gabriela y Pablo se pusieron de novios y a los seis meses se fueron a vivir juntos.
Hablando de coincidencias, esta pareja descubrió que había vivido su adolescencia en el mismo barrio, a escasas 10 cuadras de diferencia. Como si fuera poco, él era el mejor amigo del hijo de la directora de la escuela de Gabriela y durante mucho tiempo compartieron el gimnasio. "Es probable que nos hayamos cruzado muchas veces, pero no lo supimos hasta conocernos. Quizá no era el momento y tenía que darse a través de la computadora", sostiene Bordoy.
En octubre de 2008 llegaron los confites. El le propuso casamiento. Atrás quedaban las relaciones tortuosas de los "ex". Después llegó Joaquín, el bebé que les cambió la vida (junto a sus papás, en la foto que ilustra esta nota). "Cuando conocí a Pablo estaba por cumplir 35 y no tenía esperanzas de formar una familia; a él le pasaba lo mismo: se había resignado a ser tío de otros niños", concluye Gabriela.
Ahora bien, ¿cómo se resguarda la confidencialidad en el ciberespacio? En el caso de los sitios de búsqueda de pareja, han tenido que lidiar con los prejuicios sociales y la preocupación por la seguridad. Los portales más confiables se valen de un servicio de atención al cliente, que modera las fotos y textos de presentación, y de un centro de denuncias, que permite a los usuarios informar si otros miembros han tenido un comportamiento inadecuado.
Mejor de a dos
Cuando conoció a Carlos Baria (50), Paula Alfaro (40) ya estaba divorciada. "Los fines de semana no tenía con quién salir... Por insistencia de mi psicóloga, me suscribí a un sitio. Cuando vi la foto de él me encapriché y le mandé un mensaje", cuenta. Incrédulo, el abogado tardó dos semanas en responder. "Yo buscaba un profesional con intenciones serias, que no fuera fanático del fútbol y al que no le gustara escuchar cumbia", aclara ella. Así empezó el casting: después de un largo chat y alguna que otra conversación telefónica, se encontraron en un café de Belgrano. "Las veces que me contactaron a mí, no funcionó. A algunos hombres les da lo mismo la otra persona; muchos ni completan los datos que se solicitan", relata. Pero Carlos sí lo hizo, y la intuición femenina la llevó a elegirlo. Final feliz. Desde hace dos años y medio comparten el amor con los hijos que cada uno tuvo con parejas anteriores.
Por Andrea Calderón
Del chat a la pareja estable: una vía posible
Desde sus inicios, Internet revolucionó el "modus operandi" de las relaciones sociales. Luego del éxito de los servicios de mensajería instantánea -entiéndase ICQ o MSN, entre otros-, la creación de los sitios de encuentro alteró hasta las formas de descubrir un amor. En sólo tres pasos (crear un perfil, detallar aspectos de interés y encontrar pareja), el cibernauta puede iniciar la búsqueda y conocer mujeres y hombres, chicas y chicos solteros. Así fue como un día, curioseando, Agostina Di Benedetto (24) dio con un portal "romántico". Después de obtener su cuenta y pasear por fotos ajenas, conoció a Diego Matías (28). Empezaron por el chat, siguieron vía webcam, y acordaron una cita de sábado por la noche en un bar de Palermo. "Como no soy de salir mucho, me pareció una buena opción. El primer encuentro fue raro, una especie de cita a ciegas en la que no sabía con qué me iba a encontrar", relata Agostina. "Vi su foto y me pareció un chico normal; todo cambió cuando nos conocimos personalmente. A veces uno se forma una imagen de las personas que no es exacta. De Diego me atrajo su sentido del humor; luego, las cosas se fueron dando solas", agrega. Con esa misma espontaneidad nació el amor entre esta maestra jardinera y un estudiante de Ciencias de la Computación que en breve cumplirá tres años y ya acumula un álbum de fotos por lugares paradisíacos de nuestro país.
lanacion.com
Pasando revista, Gabriela vio luz y entró. Un aviso la invitaba a conocer "gente" y le prometía -¡a ella también!- resolver el indescifrable laberinto de la pareja ideal. "Me registré, subí una foto, completé un formulario y a los diez días vi la foto de Pablo", comenta. La foto de Pablo Arce (42) era, a su gusto, "muy llamativa y teatral". Mensaje va, mensaje viene, sucumbieron al mundo del chat.
Según un informe realizado en 2001 por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), más de 4 millones de personas adscriben a la categoría "soltera" o "soltero" en nuestro país. Mujeres y hombres sin compromiso ni anillo de oro, con ánimo de conocer y formar una pareja más feliz que las vaticinadas por Roberto Galán. En estos tiempos, los singles se encuentran en un mundo en el que los besos se dibujan con emoticones y las manos se vuelven expertas en dactilografía. Por razones de comodidad, facilidad, falta de tiempo y de espacio, miles de cibernautas se inclinan por las citas on-line, que crecieron un 250% respecto de 2009. La voluminosa demanda es atendida por el Online Dating, un servicio que permite encontrar diversos tipos de relaciones según se busque pareja, amor, matrimonio o amistad. La idea surgió en la década del 90 en Europa y hoy es furor en América latina, y especialmente en la Argentina.
El portal Zonacitas ( http://www.zonacitas.com/ ) cuenta con 300.000 usuarios registrados y se espera que este número supere los 400.000 hacia fines de año, ya que todos los meses se incorporan más de 20.000 nuevos visitantes. La comunidad está formada por un 64% de hombres y un 36% de mujeres que oscilan entre los 30 y los 65 años.
La historia de Gabriela Bordoy y Pablo Arce comenzó en junio de 2007 y se prolongó sin intervalo. Un 30 de junio se encontraron por primera vez en un shopping porteño. Después de un café, con mariposas en la panza y todo, compraron regalos y extendieron la salida hasta la noche, con una amiga de Gabi como testigo ("por si se trataba de un asesino serial", aclara). El encuentro se repitió en las calles de Tigre, de San Telmo y en los pasillos del Teatro Colón. El 14 de julio, Gabriela y Pablo se pusieron de novios y a los seis meses se fueron a vivir juntos.
Hablando de coincidencias, esta pareja descubrió que había vivido su adolescencia en el mismo barrio, a escasas 10 cuadras de diferencia. Como si fuera poco, él era el mejor amigo del hijo de la directora de la escuela de Gabriela y durante mucho tiempo compartieron el gimnasio. "Es probable que nos hayamos cruzado muchas veces, pero no lo supimos hasta conocernos. Quizá no era el momento y tenía que darse a través de la computadora", sostiene Bordoy.
En octubre de 2008 llegaron los confites. El le propuso casamiento. Atrás quedaban las relaciones tortuosas de los "ex". Después llegó Joaquín, el bebé que les cambió la vida (junto a sus papás, en la foto que ilustra esta nota). "Cuando conocí a Pablo estaba por cumplir 35 y no tenía esperanzas de formar una familia; a él le pasaba lo mismo: se había resignado a ser tío de otros niños", concluye Gabriela.
Ahora bien, ¿cómo se resguarda la confidencialidad en el ciberespacio? En el caso de los sitios de búsqueda de pareja, han tenido que lidiar con los prejuicios sociales y la preocupación por la seguridad. Los portales más confiables se valen de un servicio de atención al cliente, que modera las fotos y textos de presentación, y de un centro de denuncias, que permite a los usuarios informar si otros miembros han tenido un comportamiento inadecuado.
Mejor de a dos
Cuando conoció a Carlos Baria (50), Paula Alfaro (40) ya estaba divorciada. "Los fines de semana no tenía con quién salir... Por insistencia de mi psicóloga, me suscribí a un sitio. Cuando vi la foto de él me encapriché y le mandé un mensaje", cuenta. Incrédulo, el abogado tardó dos semanas en responder. "Yo buscaba un profesional con intenciones serias, que no fuera fanático del fútbol y al que no le gustara escuchar cumbia", aclara ella. Así empezó el casting: después de un largo chat y alguna que otra conversación telefónica, se encontraron en un café de Belgrano. "Las veces que me contactaron a mí, no funcionó. A algunos hombres les da lo mismo la otra persona; muchos ni completan los datos que se solicitan", relata. Pero Carlos sí lo hizo, y la intuición femenina la llevó a elegirlo. Final feliz. Desde hace dos años y medio comparten el amor con los hijos que cada uno tuvo con parejas anteriores.
Por Andrea Calderón
Del chat a la pareja estable: una vía posible
Desde sus inicios, Internet revolucionó el "modus operandi" de las relaciones sociales. Luego del éxito de los servicios de mensajería instantánea -entiéndase ICQ o MSN, entre otros-, la creación de los sitios de encuentro alteró hasta las formas de descubrir un amor. En sólo tres pasos (crear un perfil, detallar aspectos de interés y encontrar pareja), el cibernauta puede iniciar la búsqueda y conocer mujeres y hombres, chicas y chicos solteros. Así fue como un día, curioseando, Agostina Di Benedetto (24) dio con un portal "romántico". Después de obtener su cuenta y pasear por fotos ajenas, conoció a Diego Matías (28). Empezaron por el chat, siguieron vía webcam, y acordaron una cita de sábado por la noche en un bar de Palermo. "Como no soy de salir mucho, me pareció una buena opción. El primer encuentro fue raro, una especie de cita a ciegas en la que no sabía con qué me iba a encontrar", relata Agostina. "Vi su foto y me pareció un chico normal; todo cambió cuando nos conocimos personalmente. A veces uno se forma una imagen de las personas que no es exacta. De Diego me atrajo su sentido del humor; luego, las cosas se fueron dando solas", agrega. Con esa misma espontaneidad nació el amor entre esta maestra jardinera y un estudiante de Ciencias de la Computación que en breve cumplirá tres años y ya acumula un álbum de fotos por lugares paradisíacos de nuestro país.
lanacion.com
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