Los padres ya no tienen más excusas: hasta la biología demuestra que pueden ocuparse del cuidado de los hijos.
Una investigación explica que al nacer los hijos, en el cerebro de los flamantes padres se produce un aumento de hormonas, que contribuye a la instauración de relaciones afectivas . Se trata sobre todo de la oxitocina –la misma hormona que ayuda a las mujeres durante el parto a la contracción del útero y a responder a las exigencias del bebé– y de la prolactina, fundamental para inducir la lactancia.
Los estudios de la profesora Ruth Feldman, neuróloga que coordinó la investigación de las universidades de Yale (EE.UU) y de Bar-Ilan (Israel), mostraron que en el cerebro de los hombres ocurre algo muy similar cuando nace un hijo. Cuando los padres tienen a sus hijos en brazos aumenta su producción de oxitocina y prolactina, hormonas que actúan sobre la amígdala, centro emotivo del cerebro, y ello condiciona los sentimientos y pensamientos en relación con el recién nacido.
La importancia de estas dos hormonas para el fortalecimiento de la relación madre-hijo y el comportamiento de la mujer frente a los bebés es objeto de estudio desde hace varios años. Particularmente, la de la oxitocina (ver recuadro). Mientras la investigación avanzaba, se observó la forma cómo en el ambiente humano los datos sobre la oxitocina pueden diferir de manera considerable entre hombres y mujeres, y hasta ahora se creía que en las relaciones entre padres e hijos la oxitocina entraba en juego solamente como consecuencia del embarazo y la lactancia.
Pero ahora, el descubrimiento de la profesora Feldman revolucionó estas afirmaciones.
“ Tiene todo el aspecto de ser un paso evolutivo –dice la neuróloga– para ayudar a los hombres a cuidar a sus hijos ”. Para su estudio, Feldman verificó el nivel hormonal de 43 padres durante los seis meses posteriores al nacimiento de los hijos y observó su capacidad para tranquilizarlos, jugar con ellos y entender sus exigencias.
Los resultados demostraron que los mejores padres eran aquellos con los niveles hormonales más altos. “Es posible que a medida que aumenta el tiempo pasado con el hijo y junto con ello progresa la capacidad del niño a partir de los dos meses para interactuar con los padres, la prolactina y la oxitocina aumentan para dar respuesta a las necesidades del niño ”, dice Feldman, inspirada en su estudio sobre las afirmaciones de muchos hombres. “Muchos padres –sostiene– hablan de un desinterés sobre la paternidad hasta el momento en que tienen al bebé en brazos, instante en el que se produce, según admiten, un cambio en los sentimientos, una inesperada tempestad emocional”.
La suba en los niveles de oxitocina, según el experimento de Feldman, en el momento en el que padres y madres viven el primer nacimiento es aún mayor, aunque persiste de todos modos una diferencia en la forma como los dos progenitores reaccionan frente a estos impulsos hormonales. Mientras las madres desarrollan un mayor sentido de la protección, los hombres parecen proclives a establecer con el hijo un intercambio lúdico.
Como la oxitocina también es liberada en situaciones de estrés, el descubrimiento de Feldman despertó algunas reacciones. Un nacimiento es, sin duda, un hecho que pone a prueba a los padres y, según algunos psiquiatras, un aumento de determinadas hormonas ante un escenario emotivamente complicado podría explicar en parte la suba de oxitocina.
Una investigación explica que al nacer los hijos, en el cerebro de los flamantes padres se produce un aumento de hormonas, que contribuye a la instauración de relaciones afectivas . Se trata sobre todo de la oxitocina –la misma hormona que ayuda a las mujeres durante el parto a la contracción del útero y a responder a las exigencias del bebé– y de la prolactina, fundamental para inducir la lactancia.
Los estudios de la profesora Ruth Feldman, neuróloga que coordinó la investigación de las universidades de Yale (EE.UU) y de Bar-Ilan (Israel), mostraron que en el cerebro de los hombres ocurre algo muy similar cuando nace un hijo. Cuando los padres tienen a sus hijos en brazos aumenta su producción de oxitocina y prolactina, hormonas que actúan sobre la amígdala, centro emotivo del cerebro, y ello condiciona los sentimientos y pensamientos en relación con el recién nacido.
La importancia de estas dos hormonas para el fortalecimiento de la relación madre-hijo y el comportamiento de la mujer frente a los bebés es objeto de estudio desde hace varios años. Particularmente, la de la oxitocina (ver recuadro). Mientras la investigación avanzaba, se observó la forma cómo en el ambiente humano los datos sobre la oxitocina pueden diferir de manera considerable entre hombres y mujeres, y hasta ahora se creía que en las relaciones entre padres e hijos la oxitocina entraba en juego solamente como consecuencia del embarazo y la lactancia.
Pero ahora, el descubrimiento de la profesora Feldman revolucionó estas afirmaciones.
“ Tiene todo el aspecto de ser un paso evolutivo –dice la neuróloga– para ayudar a los hombres a cuidar a sus hijos ”. Para su estudio, Feldman verificó el nivel hormonal de 43 padres durante los seis meses posteriores al nacimiento de los hijos y observó su capacidad para tranquilizarlos, jugar con ellos y entender sus exigencias.
Los resultados demostraron que los mejores padres eran aquellos con los niveles hormonales más altos. “Es posible que a medida que aumenta el tiempo pasado con el hijo y junto con ello progresa la capacidad del niño a partir de los dos meses para interactuar con los padres, la prolactina y la oxitocina aumentan para dar respuesta a las necesidades del niño ”, dice Feldman, inspirada en su estudio sobre las afirmaciones de muchos hombres. “Muchos padres –sostiene– hablan de un desinterés sobre la paternidad hasta el momento en que tienen al bebé en brazos, instante en el que se produce, según admiten, un cambio en los sentimientos, una inesperada tempestad emocional”.
La suba en los niveles de oxitocina, según el experimento de Feldman, en el momento en el que padres y madres viven el primer nacimiento es aún mayor, aunque persiste de todos modos una diferencia en la forma como los dos progenitores reaccionan frente a estos impulsos hormonales. Mientras las madres desarrollan un mayor sentido de la protección, los hombres parecen proclives a establecer con el hijo un intercambio lúdico.
Como la oxitocina también es liberada en situaciones de estrés, el descubrimiento de Feldman despertó algunas reacciones. Un nacimiento es, sin duda, un hecho que pone a prueba a los padres y, según algunos psiquiatras, un aumento de determinadas hormonas ante un escenario emotivamente complicado podría explicar en parte la suba de oxitocina.
clarin.com
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