Por Valeria Vera
De la redacción de lanacion.com
Discusiones, burlas, insultos y hasta gritos y golpes conviven a diario en las aulas sin encontrar límites ni soluciones pacíficas a las diferencias que, muchas veces, se anteponen entre alumnos, docentes y padres.
Mientras la escuela se vuelve por momentos un lugar inseguro que pone frenos al aprendizaje y al diálogo, las caras que adopta la violencia se renuevan y alcanzan niveles de agresividad impensados en épocas anteriores.
¿Cómo atenuar esta problemática sin caer en el autoritarismo? ¿Qué estrategias resultan más efectivas cuando se intenta desalentar esta situación?
A la hora de trazar posibles soluciones, especialistas en educación y psicopedagogía advirtieron a lanacion.com sobre la necesidad de restituir la autoridad del adulto y recomponer el vínculo entre la familia y la escuela, basado en una comunicación positiva.
Además, resaltaron la importancia de no desconocer el entorno social en el que se mueven los chicos porque incide en sus aprendizajes y conductas. El abordaje del problema, insistieron, debe ser integral para ser efectivo.
Nuevos roles. Mirta Petrocini, titular de la Federación de Educadores Bonaerenses (FEB), uno de los principales gremios docentes de la provincia, consideró que el papel del educador se volvió con el tiempo una tarea compleja y desprotegida por el grado de conflictividad presente en el aula.
"Los docentes actuamos como interlocutores sociales, atendiendo una amplia diversidad de demandas que trascienden el rol pedagógico, bajo un clima de tensión permanente. Nos sentimos solos e indefensos por la falta de acompañamiento, capacitación y recursos", aseguró.
En este sentido, Alejandro Castro Santander, investigador y coordinador general del Observatorio de la Convivencia Escolar de la Universidad Católica Argentina (UCA), precisó que la desarticulación de la escuela y la familia lleva justamente a que los padres empiecen a considerarse solo como clientes de los servicios educativos.
"Se le demanda a las instituciones mayores funciones y que arregle en el niño lo que se descuida en el hogar. En este desencuentro es previsible hallar conductas indisciplinadas y violentas", manifestó.
Frente a esta situación, indicó Petrocini, se vuelve prioritario "volver a tejer los lazos rotos" con la comunidad.
Mara Brawer, coordinadora del área de Equidad y Calidad Educativa del Ministerio de Educación de la Nación, planteó que en situaciones como estas hay que apelar a resignificar la relación entre docentes, alumnos y padres. Se trata de lograr que la escuela se abra a la familia y a la sociedad en general.
Los resultados de las últimas investigaciones llevadas a cabo por el Ministerio así lo demostraron: a mayor presencia de adultos, menos casos de violencia. "La autoridad representa cuidado, protección y límites. No prohibiciones, sino posibilidades. Habrá que ver cómo sostener este papel y ver qué hacer para lograrlo. Se debe apuntar a un trabajo en conjunto", afirmó.
Diálogo positivo. En el proceso de recomponer y afianzar los vínculos, la comunicación ocupa un lugar central.
Para Andrea Bertrán, directora de la carrera de psicopedagogía y asesora en instituciones educativas, se vuelve esencial promover un diálogo positivo cuando se busca mejorar la interacción entre los miembros de la comunidad escolar.
"Es muy importante que el docente fomente espacios de reflexión sobre los hechos violentos dentro y fuera del aula. No es aconsejable una postura dogmática ni autoritaria. Se debe trabajar sobre los valores y el respeto por las diferencias, las normas y la convivencia pacífica de todos", describió.
Estrategias. En la actualidad, existen herramientas de resolución de conflictos muy difundidas en las escuelas, como la mediación.
En líneas generales, indicó Bertrán, la estrategia supone que un tercero neutral ayuda a las partes en disputa a encontrar una solución en forma cooperativa. Para ello, se les enseña a los alumnos que los conflictos en sí mismos no son ni malos ni buenos, se los ayuda a separar el problema de las partes involucradas, a cuidar los vínculos, a comprender sus necesidades e intereses, y forjar un cambio de conducta que permita a futuro enfrentar situaciones similares.
Otra modalidad vigente consiste en involucrar a los niños en la creación de códigos de convivencia. La simple participación de los chicos, destacó Brawer, contribuye a fomentar el respeto por las normas y por el otro.
Concientización. Los expertos se muestran optimistas y defienden la idea de que si la violencia se aprende, puede ser prevenida y también desaprendida, actuando en esos mismos contextos en donde se producen y en forma integrada.
"Sólo en la medida en que tomemos conciencia y nos responsabilicemos todos, podremos trabajar para lograr una sociedad más sana y menos violenta", advirtió Bertrán.
"No alcanza con maquillajes para mejorar el sistema o que insistamos en repetir modelos. Necesitamos estrategias que generen cambios profundos", concluyó Castro Santander.
Los casos más recientes
9 de junio de 2010. Un grupo de casi 100 alumnos del Liceo N° 10 Ricardo Rojas, de Capital, agredieron físicamente a un vecino cuando éste solicitó que pusieran fin al corte de tránsito que impulsaban por falta de gas en la escuela. El hecho derivó en el desplazamiento de un funcionario de la cartera educativa, la apertura de un sumario a la rectora del colegio y tareas comunitarias y de reflexión para los estudiantes.
2 de Junio de 2010. Una docente de 28 años denunció que alumnos de una escuela secundaria de Rosario la insultaron, además de pedradas y escupitajos, cuando se retiraba de la institución tras haber tenido una reunión en la que se analizó la conducta problemática de los estudiantes.
Mayo de 2010. Una maestra de la escuela N° 18 Juan Pestalozzi, de Parque de los Patricios, fue agredida por la madre de un alumno tras una discusión. Al parecer, la docente retiró al menor de la fila con un pellizco por no respetar la Bandera y éste le arrojó su mochila.
lanacion.com
De la redacción de lanacion.com
Discusiones, burlas, insultos y hasta gritos y golpes conviven a diario en las aulas sin encontrar límites ni soluciones pacíficas a las diferencias que, muchas veces, se anteponen entre alumnos, docentes y padres.
Mientras la escuela se vuelve por momentos un lugar inseguro que pone frenos al aprendizaje y al diálogo, las caras que adopta la violencia se renuevan y alcanzan niveles de agresividad impensados en épocas anteriores.
¿Cómo atenuar esta problemática sin caer en el autoritarismo? ¿Qué estrategias resultan más efectivas cuando se intenta desalentar esta situación?
A la hora de trazar posibles soluciones, especialistas en educación y psicopedagogía advirtieron a lanacion.com sobre la necesidad de restituir la autoridad del adulto y recomponer el vínculo entre la familia y la escuela, basado en una comunicación positiva.
Además, resaltaron la importancia de no desconocer el entorno social en el que se mueven los chicos porque incide en sus aprendizajes y conductas. El abordaje del problema, insistieron, debe ser integral para ser efectivo.
Nuevos roles. Mirta Petrocini, titular de la Federación de Educadores Bonaerenses (FEB), uno de los principales gremios docentes de la provincia, consideró que el papel del educador se volvió con el tiempo una tarea compleja y desprotegida por el grado de conflictividad presente en el aula.
"Los docentes actuamos como interlocutores sociales, atendiendo una amplia diversidad de demandas que trascienden el rol pedagógico, bajo un clima de tensión permanente. Nos sentimos solos e indefensos por la falta de acompañamiento, capacitación y recursos", aseguró.
En este sentido, Alejandro Castro Santander, investigador y coordinador general del Observatorio de la Convivencia Escolar de la Universidad Católica Argentina (UCA), precisó que la desarticulación de la escuela y la familia lleva justamente a que los padres empiecen a considerarse solo como clientes de los servicios educativos.
"Se le demanda a las instituciones mayores funciones y que arregle en el niño lo que se descuida en el hogar. En este desencuentro es previsible hallar conductas indisciplinadas y violentas", manifestó.
Frente a esta situación, indicó Petrocini, se vuelve prioritario "volver a tejer los lazos rotos" con la comunidad.
Mara Brawer, coordinadora del área de Equidad y Calidad Educativa del Ministerio de Educación de la Nación, planteó que en situaciones como estas hay que apelar a resignificar la relación entre docentes, alumnos y padres. Se trata de lograr que la escuela se abra a la familia y a la sociedad en general.
Los resultados de las últimas investigaciones llevadas a cabo por el Ministerio así lo demostraron: a mayor presencia de adultos, menos casos de violencia. "La autoridad representa cuidado, protección y límites. No prohibiciones, sino posibilidades. Habrá que ver cómo sostener este papel y ver qué hacer para lograrlo. Se debe apuntar a un trabajo en conjunto", afirmó.
Diálogo positivo. En el proceso de recomponer y afianzar los vínculos, la comunicación ocupa un lugar central.
Para Andrea Bertrán, directora de la carrera de psicopedagogía y asesora en instituciones educativas, se vuelve esencial promover un diálogo positivo cuando se busca mejorar la interacción entre los miembros de la comunidad escolar.
"Es muy importante que el docente fomente espacios de reflexión sobre los hechos violentos dentro y fuera del aula. No es aconsejable una postura dogmática ni autoritaria. Se debe trabajar sobre los valores y el respeto por las diferencias, las normas y la convivencia pacífica de todos", describió.
Estrategias. En la actualidad, existen herramientas de resolución de conflictos muy difundidas en las escuelas, como la mediación.
En líneas generales, indicó Bertrán, la estrategia supone que un tercero neutral ayuda a las partes en disputa a encontrar una solución en forma cooperativa. Para ello, se les enseña a los alumnos que los conflictos en sí mismos no son ni malos ni buenos, se los ayuda a separar el problema de las partes involucradas, a cuidar los vínculos, a comprender sus necesidades e intereses, y forjar un cambio de conducta que permita a futuro enfrentar situaciones similares.
Otra modalidad vigente consiste en involucrar a los niños en la creación de códigos de convivencia. La simple participación de los chicos, destacó Brawer, contribuye a fomentar el respeto por las normas y por el otro.
Concientización. Los expertos se muestran optimistas y defienden la idea de que si la violencia se aprende, puede ser prevenida y también desaprendida, actuando en esos mismos contextos en donde se producen y en forma integrada.
"Sólo en la medida en que tomemos conciencia y nos responsabilicemos todos, podremos trabajar para lograr una sociedad más sana y menos violenta", advirtió Bertrán.
"No alcanza con maquillajes para mejorar el sistema o que insistamos en repetir modelos. Necesitamos estrategias que generen cambios profundos", concluyó Castro Santander.
Los casos más recientes
9 de junio de 2010. Un grupo de casi 100 alumnos del Liceo N° 10 Ricardo Rojas, de Capital, agredieron físicamente a un vecino cuando éste solicitó que pusieran fin al corte de tránsito que impulsaban por falta de gas en la escuela. El hecho derivó en el desplazamiento de un funcionario de la cartera educativa, la apertura de un sumario a la rectora del colegio y tareas comunitarias y de reflexión para los estudiantes.
2 de Junio de 2010. Una docente de 28 años denunció que alumnos de una escuela secundaria de Rosario la insultaron, además de pedradas y escupitajos, cuando se retiraba de la institución tras haber tenido una reunión en la que se analizó la conducta problemática de los estudiantes.
Mayo de 2010. Una maestra de la escuela N° 18 Juan Pestalozzi, de Parque de los Patricios, fue agredida por la madre de un alumno tras una discusión. Al parecer, la docente retiró al menor de la fila con un pellizco por no respetar la Bandera y éste le arrojó su mochila.
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