Hacer deporte después de los 30. ¿Qué cambió? ¿Cómo seguir en movimiento sin dañarse el cuerpo? Jorge Nogués fue deportista toda la vida. Ahora, a los 33 años, relata su experiencia a lanacion.com, cuenta cómo se las ingenia para conservar su picadito con los amigos una vez por semana y habla acerca de las facturas que le pasa su cuerpo al día siguiente.
"Durante la juventud -hablo desde los 15 a los 25- nunca me preocupé por los cuidados antes, durante y después de hacer deporte. Jugué al rugby, fútbol, tenis y no hacía nada especial. Ahora, en la ingrata adultez, todo movimiento requiere de preparación, coordinación y, sobre todo, suerte. Entrada en calor, elongación e hidratación son componentes habituales del deporte. Pero lo que más molesta, lo que realmente te hace sentir el peso de los años, te marca la realidad física, es el día después", dice.
Jorge reconoce que, después de jugar al fútbol con sus amigos, algo que cumple religiosamente todos los miércoles por la noche desde hace años, le duele todo, sin misericordia. "Los dolores atacan desde el alba, se agudizan con el paso de las horas y por la tarde uno tiene la sensación de que el cuerpo no le responde y que las rodillas y los tobillos tienen vida propia. En definitiva, hoy, a los 33, entregado a la vida sedentaria y al asado, sólo me resta ceder ante las rutinas -entradas en calor y elongación- que me ayuden a no tirar la toalla", concluye.
El preparador físico Daniel Tognella se pasea por el gimnasio para el que trabaja y mira las rutinas de cada alumno. La mayoría tiene más de 30. "Hay que controlar muy bien que traigan los exámenes médicos para saber cómo está el ritmo cardíaco", dice, como para empezar a enumerar el requisito básico antes de poner el cuerpo en movimiento. Luego, hace hincapié en la entrada en calor -unos 20 minutos como mínimo- y la elongación al final de la práctica.
"No es que no haya que hacerlo cuando uno es joven, pero mientras más pasan los años esto debe respetarse aún más porque las lesiones son mucho más frecuentes", señala. "Incluso, lesiones que terminan en operaciones que te dejan paralizado hasta 9 meses".
A unos metros del entrenador está Marcos, 32 años, que mira cómo sus compañeros terminan el partido de ping-pong antes de irse a almorzar. Cuenta que hace varios meses tuvo un tirón en la rodilla y casi no puede hacer nada. "Me metí a jugar sin calentamiento, nada. Eso que uno hacía cuando era pibe ya no se puede más; uno lo paga caro...yo me muero si me tengo que retirar del fútbol", se lamenta ahora que sabe que es tarde. Sin embargo, asegura haber aprendido la lección.
El médico Walter Mira, especialista en medicina del deporte, coincide en la importancia del pre calentamiento para evitar lesiones. Repasa los tips a tener en cuenta: chequeos médicos, precalentamiento y elongación, calzado adecuado, entre otros, y remata hablando del estrés: "Más allá de los recaudos que se tomen, cuando alguien está nervioso es mucho más probable que el cuerpo se lesione por cualquier golpecito o movimiento mal hecho".
Daniel, de 37 años, se define como un deportista desde que tiene uso de razón. Confiesa que, a partir de los 25, empezaron los "tirones" y cuenta que, después de los 30, se la pasa lesionado casi siempre. "Vuelvo de una lesión y me resiento o me desgarro otro músculo; tengo cuatro o cinco desgarros por año, lo que hace que me desaliente un poco, ya que nunca puedo tomar un buen ritmo de competencia", relata, y se reconoce harto de perder tiempo en médicos y kinesiólogos.
Piensa en su experiencia y dice en voz alta, como para convencerse: "Creo que a partir de los 30 años es fundamental mentalizarse en que ya no se puede practicar un deporte con la intensidad de antes; es difícil, más en el fútbol donde uno quiere siempre ganar y poner todo de sí, pero hay que intentarlo. Cualquier pique o giro de más, puede costar un mes lesionado. Jugar más pausado, más tranquilo y con la idea de divertirse sería lo óptimo", dice, pero sabe que no es una receta simple.
"Durante la juventud -hablo desde los 15 a los 25- nunca me preocupé por los cuidados antes, durante y después de hacer deporte. Jugué al rugby, fútbol, tenis y no hacía nada especial. Ahora, en la ingrata adultez, todo movimiento requiere de preparación, coordinación y, sobre todo, suerte. Entrada en calor, elongación e hidratación son componentes habituales del deporte. Pero lo que más molesta, lo que realmente te hace sentir el peso de los años, te marca la realidad física, es el día después", dice.
Jorge reconoce que, después de jugar al fútbol con sus amigos, algo que cumple religiosamente todos los miércoles por la noche desde hace años, le duele todo, sin misericordia. "Los dolores atacan desde el alba, se agudizan con el paso de las horas y por la tarde uno tiene la sensación de que el cuerpo no le responde y que las rodillas y los tobillos tienen vida propia. En definitiva, hoy, a los 33, entregado a la vida sedentaria y al asado, sólo me resta ceder ante las rutinas -entradas en calor y elongación- que me ayuden a no tirar la toalla", concluye.
El preparador físico Daniel Tognella se pasea por el gimnasio para el que trabaja y mira las rutinas de cada alumno. La mayoría tiene más de 30. "Hay que controlar muy bien que traigan los exámenes médicos para saber cómo está el ritmo cardíaco", dice, como para empezar a enumerar el requisito básico antes de poner el cuerpo en movimiento. Luego, hace hincapié en la entrada en calor -unos 20 minutos como mínimo- y la elongación al final de la práctica.
"No es que no haya que hacerlo cuando uno es joven, pero mientras más pasan los años esto debe respetarse aún más porque las lesiones son mucho más frecuentes", señala. "Incluso, lesiones que terminan en operaciones que te dejan paralizado hasta 9 meses".
A unos metros del entrenador está Marcos, 32 años, que mira cómo sus compañeros terminan el partido de ping-pong antes de irse a almorzar. Cuenta que hace varios meses tuvo un tirón en la rodilla y casi no puede hacer nada. "Me metí a jugar sin calentamiento, nada. Eso que uno hacía cuando era pibe ya no se puede más; uno lo paga caro...yo me muero si me tengo que retirar del fútbol", se lamenta ahora que sabe que es tarde. Sin embargo, asegura haber aprendido la lección.
El médico Walter Mira, especialista en medicina del deporte, coincide en la importancia del pre calentamiento para evitar lesiones. Repasa los tips a tener en cuenta: chequeos médicos, precalentamiento y elongación, calzado adecuado, entre otros, y remata hablando del estrés: "Más allá de los recaudos que se tomen, cuando alguien está nervioso es mucho más probable que el cuerpo se lesione por cualquier golpecito o movimiento mal hecho".
Daniel, de 37 años, se define como un deportista desde que tiene uso de razón. Confiesa que, a partir de los 25, empezaron los "tirones" y cuenta que, después de los 30, se la pasa lesionado casi siempre. "Vuelvo de una lesión y me resiento o me desgarro otro músculo; tengo cuatro o cinco desgarros por año, lo que hace que me desaliente un poco, ya que nunca puedo tomar un buen ritmo de competencia", relata, y se reconoce harto de perder tiempo en médicos y kinesiólogos.
Piensa en su experiencia y dice en voz alta, como para convencerse: "Creo que a partir de los 30 años es fundamental mentalizarse en que ya no se puede practicar un deporte con la intensidad de antes; es difícil, más en el fútbol donde uno quiere siempre ganar y poner todo de sí, pero hay que intentarlo. Cualquier pique o giro de más, puede costar un mes lesionado. Jugar más pausado, más tranquilo y con la idea de divertirse sería lo óptimo", dice, pero sabe que no es una receta simple.
Las articulaciones también ceden antes
No sólo las enfermedades crónicas, como la diabetes, la hipertensión o el colesterol elevado aparecen cada vez con mayor frecuencia en personas cada vez más jóvenes. Lo mismo ocurre con algunas afecciones articulares, según dijo a LA NACION el doctor Federico Manfrín, especialista en ortopedia y traumatología, que disertará sobre el tema en el XI Congreso Internacional de la Asociación Argentina de Artroscopia, que comienza el miércoles en la ciudad de Buenos Aires.
"Las artrosis de rodilla, por ejemplo, se ve cada vez más temprano en parte porque la gente hace deporte hasta edades cada vez más avanzadas: antes no se veía con tanta frecuencia a una persona de 50 años jugando al tenis, y ahora uno lo ve permanentemente -comentó el doctor Manfrín-. Eso hace que las artrosis de rodilla que antes se veían después de los sesenta años ahora se empiecen a ver desde los cincuenta o desde los cuarenta."
Por otro lado, las cada vez más populosas carreras de calle también tienen su impacto en el consultorio del traumatólogo. "Más gente practicando deportes; más lesiones de ligamentos", aseguró el especialista. Las lesiones de ligamento cruzado anterior, según señalan la estadísticas, se producen a una tasa de 98 por cada 100.000 habitantes, pero se duplica en las personas que practican deportes.
"Como hay más gente que hace deporte, hay más gente que se lesiona los ligamentos de la rodilla, y eso a su vez hace que la artrosis llegue antes", agregó. Esto, en suma, está bajando el promedio de edad de los implantes de rodilla.
"El último trabajo sobre el tema muestra un promedio de edad para prótesis de rodilla de 63 años, cuando hace diez años el promedio eran los 68 años de edad", dijo Manfrín, y agregó que los implantes realizados a edades cada vez más tempranas señalan la necesidad de contar con prótesis que sean cada vez más duraderas.
NUMEROS ALTOS A EDADES BAJAS
5,9%
de los porteños de 25 a 34 años tienen diabetes, lo que vale para todos los centros urbanos de la Argentina. Pero hay diferencias por sexo: la diabetes afecta al 8,9% de los varones y al 3,2% de las mujeres.
18%
de los adultos jóvenes tiene hipertensión arterial en la Argentina. Un estudio local mostró que en los adolescentes de 15 años esa afección alcanzaba al 5 por ciento.
5,4%
de los varones de 12 a 14 años tiene síndrome metabólico, una condición asociada al exceso de peso, que predispone a desarrollar diabetes y aumenta el riesgo cardiovascular
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