Fabiola Czubaj
LA NACION
El frío intenso, como el que se instaló en estos últimos días, no sólo puede causar gripe. Como el estrés, es uno de los principales "gatillos" de un virus que permanece dormido en las células del organismo del 80% de la población.
Se trata del responsable del herpes, ese racimo de ampollas blancas -que los especialistas llaman vesículas- tan molestas durante más de una semana y que suelen aparecer alrededor de la boca o en los labios, las mejillas o la nariz.
"El virus Herpes simplex , generalmente el tipo 1 [el tipo 2 causa las lesiones genitales], permanece en estado latente en aquellas personas que ya fueron infectadas y se estima que un 80% de la población padece de algún tipo de infección herpética. Si bien se desconocen los mecanismos íntimos que producen los brotes, se sabe que son espontáneos y que están asociados con distintas situaciones, como el estrés físico o emocional, el frío, la menstruación, la inmunosupresión y la exposición a la luz ultravioleta", precisó a LA NACION el doctor José Mássimo, jefe del Servicio de Dermatología del Hospital Gutiérrez y secretario científico de la Asociación Argentina de Dermatología Pediátrica.
Una vez que el virus ingresa en el organismo, según explicó el experto, se aloja en las células nerviosas subcutáneas, desde donde ataca al organismo cuando la persona es vulnerable a alguno de los factores que lo pueden activar. Se desconoce por qué algunos portadores tienen una mayor predisposición que otros a sufrir un brote, que se anuncia con tres síntomas característicos: dolor, ardor o picazón en la zona de la cara donde aparecerá.
"Que una persona haya tenido contacto con el virus no quiere decir necesariamente que vaya a tener una manifestación clínica de la infección, es decir que tenga las vesículas, que luego se secan y forman costras. Se estima que eso sólo le ocurre a alrededor de un 10% de la población afectada", explicó la doctora Ana De Pablo, miembro de la Sociedad Argentina de Dermatología (SAD) e integrante del Servicio de Dermatología del Hospital Austral.
Según la SAD, el contagio del herpes simple tipo 1 suele ocurrir en la infancia, como, por ejemplo, a través de un beso de una persona infectada. El virus se transmite también por compartir toallas o utensilios contaminados, como cubiertos o vasos.
Por eso, cuando empiezan las primeras molestias y mientras duran las cascaritas, los dermatólogos recomiendan evitar el contacto con los bebes y las embarazadas, o besar y compartir objetos que pudieron estar en contacto con las vesículas.
"Mientras están los síntomas previos a la aparición de las vesículas y permanecen las lesiones visibles, el virus es contagioso. Además, se sabe que el organismo libera el virus aun sin síntomas ni lesiones", indicó De Pablo.
En los chicos, los brotes son muy molestos; a algunos, las lesiones en la boca les impiden comer. Normalmente, señaló Mássimo, "hasta el sexto mes de vida tienen los anticuerpos que transfiere la mamá. Pero después, hasta los 3 o 4 años, la primera infección es bastante frecuente".
Una vez dentro del organismo, el herpes simple no se puede eliminar, por eso se dice que no tiene cura. En general, las vesículas del primer brote son las más grandes. Luego, como el organismo no puede deshacerse del virus, tiende a agrupar las lesiones en forma de racimo para evitar que se propaguen.
"Eso sucede porque los anticuerpos no pueden destruir el virus, que ataca al organismo desde dentro de las células [nerviosas] y los anticuerpos no actúan dentro de las células", agregó Mássimo, que hace trece años fundó en el país la Residencia en Dermatología Pediátrica y también dirige la Primera Unidad Académica de Dermatología Pediátrica, en el Gutiérrez.
El tratamiento incluye el uso de un antiviral, en crema o por vía oral. Lo más importante, insistió la doctora De Pablo, es iniciarlo apenas comienzan las molestias; el brote no se puede eliminar cuando ya aparecieron las vesículas, que son las que contienen el virus y facilitan su diseminación a otras zonas de la cara o el contagio a otras personas.
También pueden adoptarse algunas medidas para minimizar la gravedad de los brotes. Eso incluye, según el factor que active el virus en cada caso, reducir el estrés o la situación estresante que hace reaparecer las vesículas; usar pantalla solar para evitar los rayos UV en el verano o en la nieve; no humedecer con saliva, morder o frotar los labios para evitar irritaciones, y lavarse las manos durante un brote para no diseminar la infección al resto de la cara.
"Es importante evitar toda situación que ponga al organismo en estado psíquico o físico de alarma y de desequilibrio. Eso basta como para desencadenar un brote", aconsejó Mássimo.
lanacion.com
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El frío intenso, como el que se instaló en estos últimos días, no sólo puede causar gripe. Como el estrés, es uno de los principales "gatillos" de un virus que permanece dormido en las células del organismo del 80% de la población.
Se trata del responsable del herpes, ese racimo de ampollas blancas -que los especialistas llaman vesículas- tan molestas durante más de una semana y que suelen aparecer alrededor de la boca o en los labios, las mejillas o la nariz.
"El virus Herpes simplex , generalmente el tipo 1 [el tipo 2 causa las lesiones genitales], permanece en estado latente en aquellas personas que ya fueron infectadas y se estima que un 80% de la población padece de algún tipo de infección herpética. Si bien se desconocen los mecanismos íntimos que producen los brotes, se sabe que son espontáneos y que están asociados con distintas situaciones, como el estrés físico o emocional, el frío, la menstruación, la inmunosupresión y la exposición a la luz ultravioleta", precisó a LA NACION el doctor José Mássimo, jefe del Servicio de Dermatología del Hospital Gutiérrez y secretario científico de la Asociación Argentina de Dermatología Pediátrica.
Una vez que el virus ingresa en el organismo, según explicó el experto, se aloja en las células nerviosas subcutáneas, desde donde ataca al organismo cuando la persona es vulnerable a alguno de los factores que lo pueden activar. Se desconoce por qué algunos portadores tienen una mayor predisposición que otros a sufrir un brote, que se anuncia con tres síntomas característicos: dolor, ardor o picazón en la zona de la cara donde aparecerá.
"Que una persona haya tenido contacto con el virus no quiere decir necesariamente que vaya a tener una manifestación clínica de la infección, es decir que tenga las vesículas, que luego se secan y forman costras. Se estima que eso sólo le ocurre a alrededor de un 10% de la población afectada", explicó la doctora Ana De Pablo, miembro de la Sociedad Argentina de Dermatología (SAD) e integrante del Servicio de Dermatología del Hospital Austral.
Según la SAD, el contagio del herpes simple tipo 1 suele ocurrir en la infancia, como, por ejemplo, a través de un beso de una persona infectada. El virus se transmite también por compartir toallas o utensilios contaminados, como cubiertos o vasos.
Por eso, cuando empiezan las primeras molestias y mientras duran las cascaritas, los dermatólogos recomiendan evitar el contacto con los bebes y las embarazadas, o besar y compartir objetos que pudieron estar en contacto con las vesículas.
"Mientras están los síntomas previos a la aparición de las vesículas y permanecen las lesiones visibles, el virus es contagioso. Además, se sabe que el organismo libera el virus aun sin síntomas ni lesiones", indicó De Pablo.
En los chicos, los brotes son muy molestos; a algunos, las lesiones en la boca les impiden comer. Normalmente, señaló Mássimo, "hasta el sexto mes de vida tienen los anticuerpos que transfiere la mamá. Pero después, hasta los 3 o 4 años, la primera infección es bastante frecuente".
Una vez dentro del organismo, el herpes simple no se puede eliminar, por eso se dice que no tiene cura. En general, las vesículas del primer brote son las más grandes. Luego, como el organismo no puede deshacerse del virus, tiende a agrupar las lesiones en forma de racimo para evitar que se propaguen.
"Eso sucede porque los anticuerpos no pueden destruir el virus, que ataca al organismo desde dentro de las células [nerviosas] y los anticuerpos no actúan dentro de las células", agregó Mássimo, que hace trece años fundó en el país la Residencia en Dermatología Pediátrica y también dirige la Primera Unidad Académica de Dermatología Pediátrica, en el Gutiérrez.
El tratamiento incluye el uso de un antiviral, en crema o por vía oral. Lo más importante, insistió la doctora De Pablo, es iniciarlo apenas comienzan las molestias; el brote no se puede eliminar cuando ya aparecieron las vesículas, que son las que contienen el virus y facilitan su diseminación a otras zonas de la cara o el contagio a otras personas.
También pueden adoptarse algunas medidas para minimizar la gravedad de los brotes. Eso incluye, según el factor que active el virus en cada caso, reducir el estrés o la situación estresante que hace reaparecer las vesículas; usar pantalla solar para evitar los rayos UV en el verano o en la nieve; no humedecer con saliva, morder o frotar los labios para evitar irritaciones, y lavarse las manos durante un brote para no diseminar la infección al resto de la cara.
"Es importante evitar toda situación que ponga al organismo en estado psíquico o físico de alarma y de desequilibrio. Eso basta como para desencadenar un brote", aconsejó Mássimo.
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