Franco Varise
LA NACION
Están al tanto de todas las últimas novedades en tecnologías y redes sociales, son sensibles a las manifestaciones artísticas, tienen una conciencia global y social desarrollada y abrevan en el conocimiento científico para complementar un perfil emprendedor y empresarial.
Son los "modernos renacentistas", adultos de entre 30 y 45 años que en el último TEDX Buenos Aires, hace dos meses, encontraron un rincón a la medida de sus aspiraciones dado que, al igual que Leonardo Da Vinci, esta generación busca formarse de manera interdisciplinaria.
Steve Jobbs, Bill Gates y Mark Zuckerberg son algunos de sus ídolos emprendedores; disfrutan del arte moderno sin reservas; escuchan música de sellos pequeños de todo el mundo; quieren realizar sus propios emprendimientos (aunque trabajan en multinacionales) y consideran un valor importante la independencia y la conciencia ecológica.
Y su principal motor, aunque parezca contradictorio, es el aburrimiento. ¿Cómo? Sí: según Gerry Garbulsky, que podría definirse como un "moderno renacentista", el aburrimiento o la incapacidad de goce en una tarea rutinaria resulta algo movilizador.
Garbulsky, de 44 años, es licenciado en física de la UBA (medalla de oro) y doctor en ciencia de materiales del MIT; luego de su especialización científica se dedicó al mundo de los negocios como consultor de estrategias para una compañía multinacional. También fue cofundador y director de Oblogo , la revista de los blogs de Internet (escribe su propio blog "Miles de Ideas") y, como si fuera poco, es comediante de stand-up .
"Creo que hay una necesidad de interesarse en muchas cosas y quisiera tener varias vidas para desarrollarlas; siento que sería muy triste dedicar la vida a jubilarse", dijo Garbulsky a LA NACION .
"Lo más importante de una formación profesional no es el contenido educativo, sino las capacidades que uno adquiere, porque con los ritmos de evolución del mundo es muy difícil que algo que uno aprende en la facultad después pueda aplicarse tal cual", consideró Garbulsky, que hizo toda su formación en escuelas y universidades públicas argentinas. Como él mismo define, es un producto de la clase media tradicional. "También hice fotografía y llegué a exponer", agregó a la suma de intereses.
La conexión entre distintos ámbitos es el principio más importante en el hombre renacentista, dado que ansía comprender cómo puede integrar sus sueños, sus éxitos, sus valores y las más altas aspiraciones en su vida cotidiana.
Signo de distinción
Al respecto la socióloga del Conicet y de la Universidad Tres de Febrero Valentina Salvi sostiene que los valores de esta generación no están asociados a una visión ética del contexto, sino a una estética. "Es como si se desarmaran en varias partes para tener un contacto actualizado con todo y nada a la vez", opinó Salvi. Entre las aptitudes de los "modernos renacentistas", señala que existe un proceso de estetización e intelectualización, donde los saberes exclusivos de una disciplina ahora están en circulación y se transforman en un capital simbólico. "Son signos de distinción social y de diferenciación de la vieja clase media tradicional -añadió la especialista- donde el trabajo y la familia eran prácticamente los valores únicos."
Uno de los protagonistas del libro Perro Callejero, de Martín Amis, Xan Meo, es un joven actor, escritor y músico con "onda". Y los periódicos lo señalan como "un hombre renacentista" porque abarca varias disciplinas. También el éxito entre los emprendedores del libro Atrévase a pensar como Leonardo Da Vinci, de Michael J. Gelb, marcan una tendencia respecto de algo que hasta hace poco era menos visible. Si ya Davids Brooks en su libro Bobos ( Bourgeois bohemian ) había realizado una certera exploración social del Silicon Valley, ahora, la idea central está en abrazar la curiosidad, la demostración del conocimiento, la sensibilidad, el desafío y, sobre todo, la interconexión de todas las cosas en un sistema que piensa.
Victoria Irisarri, de 35 años, estudió comunicación social, trabajó tres años en una empresa de estudios de mercado y luego en una multinacional en el área de análisis de productos. Además es fotógrafa y está por concluir su máster en antropología. "Siento que siempre me interesaron muchas cosas a la vez y que estudié comunicación como podría haber sido biología", explica Irisarri. Y añade: "Es verdad que tenemos conocimientos amplios pero poco profundos y eso tiene que ver con el consumo de información y las lecturas diagonales que hacemos de todo". Para Irisarri, el consumo estético hace a las personas más interesantes y, sobre todo, la postura hedonista es un símbolo del momento. "Tener muchos intereses hoy está bien visto. Sí, por ejemplo, te presentás sólo como abogado o contador es como que sos medio «chatito»", consideró.
Los modernos renacentistas son, generalmente, profesionales curiosos y tienen un alta valoración de la palabra "idea" para conmover a sus pares y a su ego.
¿QUIENES SON?
Tecnología sagrada. Se caracterizan por el consumo de nuevas tecnologías como forma de mantenerse siempre actualizados sobre las últimas tendencias en el mundo y como herramienta de estatus profesional. La iPad es el último objeto venerado.
Nueva estética. Consideran el traje y la corbata símbolos tradicionales de una sociedad antigua que no se ajusta a los nuevos tiempos, donde el conocimiento y el profesionalismo no están determinados por ese tipo de efectos estéticos. Prefieren la ropa informal, de diseño y de alto costo que "comunique algo".
Música y ciencia. Los distingue una visión multidisciplinaria de la vida en la que las artes, la ciencia, el diseño, el deporte y el trabajo deben conjugarse para sentirse satisfechos y completos.
Temor al aburrimiento. Escapar al "aburrimiento" es uno de los motores de esta generación que busca por medio del consumo de "intereses y saberes" crear un estilo de vida alternativo al lineal.
Nuevo orden. Consideran que el sistema de producción corporativo debe modificarse hacia un modelo sustentable y social para poder subsistir. No tienen una visión antisistémica, como otras generaciones; todo lo contrario.
lanacion.com
LA NACION
Están al tanto de todas las últimas novedades en tecnologías y redes sociales, son sensibles a las manifestaciones artísticas, tienen una conciencia global y social desarrollada y abrevan en el conocimiento científico para complementar un perfil emprendedor y empresarial.
Son los "modernos renacentistas", adultos de entre 30 y 45 años que en el último TEDX Buenos Aires, hace dos meses, encontraron un rincón a la medida de sus aspiraciones dado que, al igual que Leonardo Da Vinci, esta generación busca formarse de manera interdisciplinaria.
Steve Jobbs, Bill Gates y Mark Zuckerberg son algunos de sus ídolos emprendedores; disfrutan del arte moderno sin reservas; escuchan música de sellos pequeños de todo el mundo; quieren realizar sus propios emprendimientos (aunque trabajan en multinacionales) y consideran un valor importante la independencia y la conciencia ecológica.
Y su principal motor, aunque parezca contradictorio, es el aburrimiento. ¿Cómo? Sí: según Gerry Garbulsky, que podría definirse como un "moderno renacentista", el aburrimiento o la incapacidad de goce en una tarea rutinaria resulta algo movilizador.
Garbulsky, de 44 años, es licenciado en física de la UBA (medalla de oro) y doctor en ciencia de materiales del MIT; luego de su especialización científica se dedicó al mundo de los negocios como consultor de estrategias para una compañía multinacional. También fue cofundador y director de Oblogo , la revista de los blogs de Internet (escribe su propio blog "Miles de Ideas") y, como si fuera poco, es comediante de stand-up .
"Creo que hay una necesidad de interesarse en muchas cosas y quisiera tener varias vidas para desarrollarlas; siento que sería muy triste dedicar la vida a jubilarse", dijo Garbulsky a LA NACION .
"Lo más importante de una formación profesional no es el contenido educativo, sino las capacidades que uno adquiere, porque con los ritmos de evolución del mundo es muy difícil que algo que uno aprende en la facultad después pueda aplicarse tal cual", consideró Garbulsky, que hizo toda su formación en escuelas y universidades públicas argentinas. Como él mismo define, es un producto de la clase media tradicional. "También hice fotografía y llegué a exponer", agregó a la suma de intereses.
La conexión entre distintos ámbitos es el principio más importante en el hombre renacentista, dado que ansía comprender cómo puede integrar sus sueños, sus éxitos, sus valores y las más altas aspiraciones en su vida cotidiana.
Signo de distinción
Al respecto la socióloga del Conicet y de la Universidad Tres de Febrero Valentina Salvi sostiene que los valores de esta generación no están asociados a una visión ética del contexto, sino a una estética. "Es como si se desarmaran en varias partes para tener un contacto actualizado con todo y nada a la vez", opinó Salvi. Entre las aptitudes de los "modernos renacentistas", señala que existe un proceso de estetización e intelectualización, donde los saberes exclusivos de una disciplina ahora están en circulación y se transforman en un capital simbólico. "Son signos de distinción social y de diferenciación de la vieja clase media tradicional -añadió la especialista- donde el trabajo y la familia eran prácticamente los valores únicos."
Uno de los protagonistas del libro Perro Callejero, de Martín Amis, Xan Meo, es un joven actor, escritor y músico con "onda". Y los periódicos lo señalan como "un hombre renacentista" porque abarca varias disciplinas. También el éxito entre los emprendedores del libro Atrévase a pensar como Leonardo Da Vinci, de Michael J. Gelb, marcan una tendencia respecto de algo que hasta hace poco era menos visible. Si ya Davids Brooks en su libro Bobos ( Bourgeois bohemian ) había realizado una certera exploración social del Silicon Valley, ahora, la idea central está en abrazar la curiosidad, la demostración del conocimiento, la sensibilidad, el desafío y, sobre todo, la interconexión de todas las cosas en un sistema que piensa.
Victoria Irisarri, de 35 años, estudió comunicación social, trabajó tres años en una empresa de estudios de mercado y luego en una multinacional en el área de análisis de productos. Además es fotógrafa y está por concluir su máster en antropología. "Siento que siempre me interesaron muchas cosas a la vez y que estudié comunicación como podría haber sido biología", explica Irisarri. Y añade: "Es verdad que tenemos conocimientos amplios pero poco profundos y eso tiene que ver con el consumo de información y las lecturas diagonales que hacemos de todo". Para Irisarri, el consumo estético hace a las personas más interesantes y, sobre todo, la postura hedonista es un símbolo del momento. "Tener muchos intereses hoy está bien visto. Sí, por ejemplo, te presentás sólo como abogado o contador es como que sos medio «chatito»", consideró.
Los modernos renacentistas son, generalmente, profesionales curiosos y tienen un alta valoración de la palabra "idea" para conmover a sus pares y a su ego.
¿QUIENES SON?
Tecnología sagrada. Se caracterizan por el consumo de nuevas tecnologías como forma de mantenerse siempre actualizados sobre las últimas tendencias en el mundo y como herramienta de estatus profesional. La iPad es el último objeto venerado.
Nueva estética. Consideran el traje y la corbata símbolos tradicionales de una sociedad antigua que no se ajusta a los nuevos tiempos, donde el conocimiento y el profesionalismo no están determinados por ese tipo de efectos estéticos. Prefieren la ropa informal, de diseño y de alto costo que "comunique algo".
Música y ciencia. Los distingue una visión multidisciplinaria de la vida en la que las artes, la ciencia, el diseño, el deporte y el trabajo deben conjugarse para sentirse satisfechos y completos.
Temor al aburrimiento. Escapar al "aburrimiento" es uno de los motores de esta generación que busca por medio del consumo de "intereses y saberes" crear un estilo de vida alternativo al lineal.
Nuevo orden. Consideran que el sistema de producción corporativo debe modificarse hacia un modelo sustentable y social para poder subsistir. No tienen una visión antisistémica, como otras generaciones; todo lo contrario.
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