La escuela Ridolaina de Montellà (Cerdanya), con tres aulas y 31 alumnos matriculados, ha eliminado en una de las clases las sillas convencionales para fomentar la salud de los niños y corregir las posturas incorrectas y nocivas para la columna vertebral. Hace tres semanas, una profesora decidió sustituir las sillas por pelotas medicinales de goma y la experiencia está siendo tan positiva que la medida podría extenderse a otros escolares del centro si encuentran pelotas más pequeñas.
La idea partió de la profesora Núria Burgada, preocupada por las malas posturas que adoptaban los niños cuando se sentaban en las sillas para trabajar. Primero colocó atriles para conseguir que no doblaran tanto la espalda, después les hizo hacer estiramientos para que mantuvieran una postura más recta, pero como los resultados fueron imperceptibles a la docente, que es la madre del atleta Kilian Jornet, campeón del mundo de esquí y de carreras de montaña, se le ocurrió llevarse a la escuela las pelotas medicinales que su hijo utilizaba en casa para hacer ejercicios de rehabilitación y de equilibrio.
"A veces", explica Burgada, "me había sentado en casa sobre esa pelota y pensé que podía ser la solución al problema que trataba de corregir, por lo que después de las vacaciones de Navidad me llevé dos a clase, una grande y otra más pequeña, para hacer la prueba". Burgada, que tiene en su clase a 13 niños de entre 7 y 12 años, vio el primer día que la pelota pequeña era la que mejor se adaptaba a cinco alumnos de quinto y sexto curso, ya que a los más pequeños les quedaban los pies colgando y no podían mantener el equilibrio.
"Llevan tres semanas sentándose en las pelotas y hemos comprobado que los niños trabajan con la espalda recta durante las seis horas que están en la escuela y además eso no les impide hacer determinados movimientos sin que les perjudique en su salud", señala la profesora. La profesora sonríe cuando se le pregunta si ahora los niños no pierden el equilibrio y se caen al suelo más que antes. "Es lo primero que me preguntan. Todavía no se ha caído nadie, porque cuando se sientan la pelota se achata un poco y tiene más estabilidad", añade. Y como las pelotas son de dimensiones grandes, los niños tampoco las utilizan para jugar o tirárselas unos a otros. "La verdad es que están muy contentos y los más pequeños quieren crecer para poderse sentar en las pelotas como sus compañeros".
De momento, la iniciativa ha gustado a todo el mundo e incluso los médicos y fisioterapeutas consultados la han aprobado, por lo que no sería de extrañar que las pelotas medicinales se introdujeran rápidamente en las aulas para mejorar la salud de los escolares. Por el precio no será, ya que cuestan entre 12 y 9 euros.
elpais.com
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