BARCELONA (Diario El País).- El impacto en la salud de la Ley Antitabaco en España empieza a ser apreciable. El primer estudio epidemiológico español que ha analizado la relación entre la prohibición de fumar en los centros de trabajo y otros lugares cerrados ha detectado un descenso significativo de las hospitalizaciones por infarto de miocardio durante 2006, el primer año de vigencia de la ley. Respecto a 2005, los infartos hospitalizados se redujeron un 11% en hombres y un 9%, en mujeres.
El estudio ha evaluado los ingresos por infarto agudo de miocardio en toda la región metropolitana de Barcelona. Aunque en los últimos años se venía observando un descenso paulatino de infartos, "en 2006 se produce un descenso más acusado de lo esperado que tenemos que atribuir a la implantación de espacios sin humo", asegura Joan Ramon Villalbí, epidemiólogo de la Agencia de Salud Pública de Barcelona y uno de los autores del trabajo. "No tenemos ninguna otra explicación alternativa".
Los autores del trabajo, publicado en el número de julio de la Revista Española de Cardiología, estiman que en 2006 pueden haberse evitado 156 infartos en el área metropolitana de Barcelona. Esta área tiene una población de unos cinco millones de habitantes y ofrece una asistencia sanitaria homogénea. En caso de infarto, el tiempo máximo estimado de ingreso en un hospital es de 20 minutos.
El descenso del número de ataques al corazón es apreciable en todos los grupos de edad, excepto en los varones menores de 45 años, donde son menos frecuentes los problemas coronarios. Los resultados del estudio son coincidentes con los de otros realizados en Escocia e Italia, donde también se ha estudiado el impacto de las restricciones al tabaquismo en lugares públicos. En Europa, el descenso de los infartos atribuibles a estas medidas ronda el 10%, mientras que en Estados Unidos es todavía más acusado, según Villalbí.
Aunque los cánceres y otros efectos nocivos del consumo de tabaco sólo son apreciables a largo plazo, el aumento del riesgo de sufrir un infarto es mucho más inmediato. Además, el aumento del riesgo coronario no es muy diferente entre los fumadores de 20 cigarrillos diarios y los de sólo dos. Esto es aplicable a los fumadores pasivos, lo que explica en parte el impacto de limitar el humo en espacios públicos.
Una de las primeras constataciones de que los espacios sin humo podrían reducir la incidencia de infartos se realizó en Helena, la capital del Estado de Montana, en Estados Unidos. En esta pequeña ciudad de poco más de 25.000 habitantes se comprobó que las ordenanzas que limitaban el tabaquismo se asociaban con una reducción de infartos. La posterior revocación de estas ordenanzas municipales permitió comprobar, como si se tratara de un experimento, que los infartos volvían a aumentar.
"Cuando se preparaba la ley de medidas sanitarias frente al tabaquismo no éramos conscientes de este impacto en la reducción de los infartos", dice Villalbí. "La ley española, como las de Irlanda e Italia, se elaboró considerando fundamentalmente que el tabaco era un potente cancerígeno".
El descenso de infartos atribuible a las leyes antitabaco significa, según Villalbí, un respaldo definitivo de las medidas restrictivas al consumo de tabaco en lugares públicos. "Este estudio y otros similares demuestra las virtudes de la ley que entró en vigor en 2006 y refuerza la exigencia de ampliar las medidas y extender los espacios sin humo", afirma. Y recuerda que la salud de los camareros, entre otros afectados, está amenazada.
La acumulación en los últimos años de estudios que constatan los riesgos del tabaquismo pasivo ha llevado al Surgeon General de Estados Unidos a publicar en 2006 un informe que avala las leyes antitabaco.
El Surgeon General, una especie de consejero presidencial para asuntos de salud pública, es una figura única de Estados Unidos, que carece de poder político pero tiene un gran prestigio social. Fue precisamente el Surgeon General quien en 1964 proclamó que el tabaco era nocivo para la salud e impulsó así las medidas sanitarias contra el tabaquismo.
Gonzalo Casino © EL PAIS, SL.
El estudio ha evaluado los ingresos por infarto agudo de miocardio en toda la región metropolitana de Barcelona. Aunque en los últimos años se venía observando un descenso paulatino de infartos, "en 2006 se produce un descenso más acusado de lo esperado que tenemos que atribuir a la implantación de espacios sin humo", asegura Joan Ramon Villalbí, epidemiólogo de la Agencia de Salud Pública de Barcelona y uno de los autores del trabajo. "No tenemos ninguna otra explicación alternativa".
Los autores del trabajo, publicado en el número de julio de la Revista Española de Cardiología, estiman que en 2006 pueden haberse evitado 156 infartos en el área metropolitana de Barcelona. Esta área tiene una población de unos cinco millones de habitantes y ofrece una asistencia sanitaria homogénea. En caso de infarto, el tiempo máximo estimado de ingreso en un hospital es de 20 minutos.
El descenso del número de ataques al corazón es apreciable en todos los grupos de edad, excepto en los varones menores de 45 años, donde son menos frecuentes los problemas coronarios. Los resultados del estudio son coincidentes con los de otros realizados en Escocia e Italia, donde también se ha estudiado el impacto de las restricciones al tabaquismo en lugares públicos. En Europa, el descenso de los infartos atribuibles a estas medidas ronda el 10%, mientras que en Estados Unidos es todavía más acusado, según Villalbí.
Aunque los cánceres y otros efectos nocivos del consumo de tabaco sólo son apreciables a largo plazo, el aumento del riesgo de sufrir un infarto es mucho más inmediato. Además, el aumento del riesgo coronario no es muy diferente entre los fumadores de 20 cigarrillos diarios y los de sólo dos. Esto es aplicable a los fumadores pasivos, lo que explica en parte el impacto de limitar el humo en espacios públicos.
Una de las primeras constataciones de que los espacios sin humo podrían reducir la incidencia de infartos se realizó en Helena, la capital del Estado de Montana, en Estados Unidos. En esta pequeña ciudad de poco más de 25.000 habitantes se comprobó que las ordenanzas que limitaban el tabaquismo se asociaban con una reducción de infartos. La posterior revocación de estas ordenanzas municipales permitió comprobar, como si se tratara de un experimento, que los infartos volvían a aumentar.
"Cuando se preparaba la ley de medidas sanitarias frente al tabaquismo no éramos conscientes de este impacto en la reducción de los infartos", dice Villalbí. "La ley española, como las de Irlanda e Italia, se elaboró considerando fundamentalmente que el tabaco era un potente cancerígeno".
El descenso de infartos atribuible a las leyes antitabaco significa, según Villalbí, un respaldo definitivo de las medidas restrictivas al consumo de tabaco en lugares públicos. "Este estudio y otros similares demuestra las virtudes de la ley que entró en vigor en 2006 y refuerza la exigencia de ampliar las medidas y extender los espacios sin humo", afirma. Y recuerda que la salud de los camareros, entre otros afectados, está amenazada.
La acumulación en los últimos años de estudios que constatan los riesgos del tabaquismo pasivo ha llevado al Surgeon General de Estados Unidos a publicar en 2006 un informe que avala las leyes antitabaco.
El Surgeon General, una especie de consejero presidencial para asuntos de salud pública, es una figura única de Estados Unidos, que carece de poder político pero tiene un gran prestigio social. Fue precisamente el Surgeon General quien en 1964 proclamó que el tabaco era nocivo para la salud e impulsó así las medidas sanitarias contra el tabaquismo.
Gonzalo Casino © EL PAIS, SL.
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