En verano se presta más atención a la piel, y la cuestión, si se quiere, tiene su lógica. Ahora, en invierno, el más externo de nuestros órganos -que es además productor de neurotransmisores, de nutrientes como la vitamina D, entre otras sustancias, y una de las principales barreras inmunológicas del organismo- se vuelve un poco más "interno", bajo múltiples capas de ropa, de pulóveres, camperas, gorros y sobretodos.
Pero no por eso los dermatólogos no se quedan sin trabajo en esta época del año. Hay patologías de la piel que son típicas de invierno, y además, se aprovecha esta estación para efectuar algunos tratamientos, especialmente aquellos que no pueden hacerse en el verano porque requieren usar fármacos fotosensibilizantes.
La piel con mayor gratitud tiende en general a soportar los cambios de temperatura y humedad mucho mejor que las de característica más seca. Pero no en todo el cuerpo tiene la piel la misma textura ni las mismas características.
En la cara, por ejemplo, existen naturalmente áreas con más gratitud, como el mentón o la proximidad de la nariz, y otras más secas, como las mejillas y la proximidad de las orejas. Y estas últimas son las que más tienden a sufrir la irritación y el daño causado por los cambios de temperatura.
La dermatóloga María Antonia Barquín, miembro de la Sociedad Argentina de Dermatología (SAD), recomienda que "la forma de cubrir la piel debe ser adecuada a la temperatura del ambiente, que haya una higiene normal, no exagerada, y que se utilice alguna emulsión hidratante para mejorar la textura de la piel y evitar el resecamiento y el agrietamiento, que en algunos casos pueden ser la puerta de entrada de otras dermatosis".
La piel seca lo pasa peor. En todas las personas normales, la piel se reseca más con la exposición al viento y a los cambios bruscos de temperatura y humedad. Y los pacientes con dermatitis atópica, si bien la sufren todo el año, la sienten más en esta época, en la que es más frecuente la xerosis o eczema por resecamiento.
Estas personas, explica la doctora Graciela Rodríguez Costa, jefa de consultorios externos de Dermatología del Hospital de Clínicas José de San Martín, necesitan una mayor lubricación de la piel y el uso de jabones especiales. "El habón de glicerina es un muy buen jabón neutro -explica Rodríguez Costa- pero reseca mucho la piel, pero eso, para estas personas, preferimos los jabones emolientes, y no perfumados, ya que estos muchas veces tienen sustancias agregadas que provocan pruritos".
La gripe y el jabón. No se han visto muchas dermatitis en las manos por el uso de alcohol en gel, pero sí vale la pena prestar atención con los jabones antisépticos: "Cuando se usan de manera excesiva, baja el pH cutáneo -el grado de acidez de la piel- y se produce un proceso inflamatorio".
El consejo es que, por supuesto, hay que seguir lavándose las manos, pero "usar alguna emulsión hidratante para proteger la piel, especialmente en las manos". Las siliconadas y las que contienen vitamina A y E son, según la doctora Barquín, las más recomendables: "Las siliconadas crean una película protectora que hace que los agentes externos la dañen menos".
En general, a los fines higiénicos es suficiente con un buen lavado con agua y jabón, quitándose los anillo o pulseras para una limpieza completa, durante 10 a 20 segundos, como se aconseja. Y lo ideal es secarse con toallas descartables.
Los famosos sabañones. Aparecen por dificultades en la microcirculación en los dedos, los pies y las orejas. Barquín observa que cada vez son menos frecuentes, tal vez porque los inviernos son menos crudos.
A las personas propensas a tener sabañones -cuyo nombre técnico es perniosis- les conviene acostumbrar la piel a los cambios bruscos de temperatura, mediante el lavado con agua fría y caliente alternadas, usar guantes y evitar los fríos extremos, para prevenirlos. "En los casos muy graves", cuenta Barquín, "se utiliza medicación vasodilatadora para mejorar la microcirculación". En las personas con síndrome de Raynaud esto se torna necesario, ya que la vasoconstricción por frío puede llevarlas a sufrir lesiones más severas.
Maldita calefacción. El eritema ab igne es una mancha de textura reticulada que aparece en la piel, como si fuese una malla de red de color oscuro. Se produce en las áreas vecinas al calor extremo, y entre los "culpables" se sindican a las estufas (cuando la persona se pone frecuentemente muy cerca) y la "bolsita de agua caliente".
La doctora Rodríguez Costa señala que el abuso de la calefacción ambiente es la razón por la que también suele recrudecer en invierno la rosácea, una afección típica del verano. La rosácea afecta la cara y la mucosa ocular (conjuntiva) y produce un color rosado o rojo (eritema) en las mejillas. En algunos varones, cuando se exacerba, produce la rinofima, o hinchazón de la nariz.
La ingesta de picantes en las comidas puede aumentar el efecto de la patología, que se produce por vasodilatación. "Hay medicamentos actuales con los que la rosácea mejora muchísimo, pero si el paciente se descuida y se expone a calores locales, tales como mirar dentro de la olla con agua hirviendo al cocinar, le volverá a aparecer", advierte la dermatóloga del Clínicas.
Época de tratamientos. La especialista señala también que hay otro tipo de consultas que predominan, y son las motivadas por tratamientos que no conviene hacerse en otra época del año: "A las manchas solares hay que topicarlas con ácido, y eso impide que la persona pueda volver a tomar sol por meses, por eso se hace en invierno".
Lo mismo sucede con los tratamientos con ácido retinoico, que no puede usarse en verano, y los tratamientos antiacné basados en la aplicación de isotretinoína, una sustancia fotosensibilizante. Para los peelings y tratamientos antiage también suele ser el invierno el momento más conveniente, señala Rodríguez Costa.
Marcelo Rodríguez
Pero no por eso los dermatólogos no se quedan sin trabajo en esta época del año. Hay patologías de la piel que son típicas de invierno, y además, se aprovecha esta estación para efectuar algunos tratamientos, especialmente aquellos que no pueden hacerse en el verano porque requieren usar fármacos fotosensibilizantes.
La piel con mayor gratitud tiende en general a soportar los cambios de temperatura y humedad mucho mejor que las de característica más seca. Pero no en todo el cuerpo tiene la piel la misma textura ni las mismas características.
En la cara, por ejemplo, existen naturalmente áreas con más gratitud, como el mentón o la proximidad de la nariz, y otras más secas, como las mejillas y la proximidad de las orejas. Y estas últimas son las que más tienden a sufrir la irritación y el daño causado por los cambios de temperatura.
La dermatóloga María Antonia Barquín, miembro de la Sociedad Argentina de Dermatología (SAD), recomienda que "la forma de cubrir la piel debe ser adecuada a la temperatura del ambiente, que haya una higiene normal, no exagerada, y que se utilice alguna emulsión hidratante para mejorar la textura de la piel y evitar el resecamiento y el agrietamiento, que en algunos casos pueden ser la puerta de entrada de otras dermatosis".
La piel seca lo pasa peor. En todas las personas normales, la piel se reseca más con la exposición al viento y a los cambios bruscos de temperatura y humedad. Y los pacientes con dermatitis atópica, si bien la sufren todo el año, la sienten más en esta época, en la que es más frecuente la xerosis o eczema por resecamiento.
Estas personas, explica la doctora Graciela Rodríguez Costa, jefa de consultorios externos de Dermatología del Hospital de Clínicas José de San Martín, necesitan una mayor lubricación de la piel y el uso de jabones especiales. "El habón de glicerina es un muy buen jabón neutro -explica Rodríguez Costa- pero reseca mucho la piel, pero eso, para estas personas, preferimos los jabones emolientes, y no perfumados, ya que estos muchas veces tienen sustancias agregadas que provocan pruritos".
La gripe y el jabón. No se han visto muchas dermatitis en las manos por el uso de alcohol en gel, pero sí vale la pena prestar atención con los jabones antisépticos: "Cuando se usan de manera excesiva, baja el pH cutáneo -el grado de acidez de la piel- y se produce un proceso inflamatorio".
El consejo es que, por supuesto, hay que seguir lavándose las manos, pero "usar alguna emulsión hidratante para proteger la piel, especialmente en las manos". Las siliconadas y las que contienen vitamina A y E son, según la doctora Barquín, las más recomendables: "Las siliconadas crean una película protectora que hace que los agentes externos la dañen menos".
En general, a los fines higiénicos es suficiente con un buen lavado con agua y jabón, quitándose los anillo o pulseras para una limpieza completa, durante 10 a 20 segundos, como se aconseja. Y lo ideal es secarse con toallas descartables.
Los famosos sabañones. Aparecen por dificultades en la microcirculación en los dedos, los pies y las orejas. Barquín observa que cada vez son menos frecuentes, tal vez porque los inviernos son menos crudos.
A las personas propensas a tener sabañones -cuyo nombre técnico es perniosis- les conviene acostumbrar la piel a los cambios bruscos de temperatura, mediante el lavado con agua fría y caliente alternadas, usar guantes y evitar los fríos extremos, para prevenirlos. "En los casos muy graves", cuenta Barquín, "se utiliza medicación vasodilatadora para mejorar la microcirculación". En las personas con síndrome de Raynaud esto se torna necesario, ya que la vasoconstricción por frío puede llevarlas a sufrir lesiones más severas.
Maldita calefacción. El eritema ab igne es una mancha de textura reticulada que aparece en la piel, como si fuese una malla de red de color oscuro. Se produce en las áreas vecinas al calor extremo, y entre los "culpables" se sindican a las estufas (cuando la persona se pone frecuentemente muy cerca) y la "bolsita de agua caliente".
La doctora Rodríguez Costa señala que el abuso de la calefacción ambiente es la razón por la que también suele recrudecer en invierno la rosácea, una afección típica del verano. La rosácea afecta la cara y la mucosa ocular (conjuntiva) y produce un color rosado o rojo (eritema) en las mejillas. En algunos varones, cuando se exacerba, produce la rinofima, o hinchazón de la nariz.
La ingesta de picantes en las comidas puede aumentar el efecto de la patología, que se produce por vasodilatación. "Hay medicamentos actuales con los que la rosácea mejora muchísimo, pero si el paciente se descuida y se expone a calores locales, tales como mirar dentro de la olla con agua hirviendo al cocinar, le volverá a aparecer", advierte la dermatóloga del Clínicas.
Época de tratamientos. La especialista señala también que hay otro tipo de consultas que predominan, y son las motivadas por tratamientos que no conviene hacerse en otra época del año: "A las manchas solares hay que topicarlas con ácido, y eso impide que la persona pueda volver a tomar sol por meses, por eso se hace en invierno".
Lo mismo sucede con los tratamientos con ácido retinoico, que no puede usarse en verano, y los tratamientos antiacné basados en la aplicación de isotretinoína, una sustancia fotosensibilizante. Para los peelings y tratamientos antiage también suele ser el invierno el momento más conveniente, señala Rodríguez Costa.
Marcelo Rodríguez
lanacion.com
1 comentario:
Hace ufff q tenia mancha use de todo hasta láser y nada, me recomendaron un crema BELLE COULEUR super buena, en 4 días ya no tenía casi nada y en dos semanas me quito hasta las marcas de acné que tenia desde que era adolescente,lo máximo
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