Hay un intruso en mi lecho matrimonial. Brillante, colorido, seductor y fácil de acunar; está captando la atención de mi esposo por las noches. Y ya no lo soporto.
El intruso es el iPad de mi esposo, una adquisición que objeté enfáticamente. Luego de un largo día de mirar con los ojos entrecerrados la computadora de mi trabajo, la de mi casa, mi computadora portátil y mi teléfono celular, estoy feliz de liberar mis globos oculares y retirarme a leer las tranquilas y silenciosas páginas de un libro pasado de moda. El iPad, con sus alegres íconos y su insistente resplandor, siempre hace que aleje mi mirada de lo que estoy leyendo; es una distracción de la que no se puede escapar. No puedo leer si lo tengo a mi lado. Mi esposo lo adora.
Nuestra pelea sobre los lectores electrónicos versus la "madera muerta" (como dirían cruelmente los amantes de la tecnología) no constituye el único desacuerdo relacionado con los dispositivos que se entromete en las relaciones que, de otro modo, serían armoniosas. Recientemente, en un esfuerzo por solucionar un problema técnico en mi iPhone, pedí ayuda a una colega. "He pensado en comprar un iPhone", dijo ella con nostalgia. "Pero mi esposo se opone duramente a todo lo que sea de Apple. Él no quiere que haya ningún producto de esa marca en la casa".
Al lado de estas clases de disputas, los desacuerdos políticos al estilo Mary Matalin - James Carville parecen muy de 1994.
En una relación, el hombre puede insistir con un Kindle mientras su esposa quizás desee utilizar un Nook. Para otras parejas, se trata de la división continua entre BlackBerry o iPhone o el debate sobre la vieja PC versus la Mac. Uno de los integrantes de la pareja usa un Zune en lugar del casi omnipresente iPod. Otros debaten sobre la relativa atracción de las tablets respecto de las laptops.
La tecnología puede acercar a las parejas. ¡Cuán adorable podría verse una pareja maravillándose con los artículos de la tienda de Apple! ¡Qué lindo comprar libros en el Kindle! ¿No es agradable la manera en que intercambian videos de los niños en sus smartphones? Es tan lindo (o insufrible) cuando las parejas envían mensajes por Twitter o coquetean en el muro de Facebook de su pareja.
Pero no todas las parejas se llevan bien tecnológicamente hablando. "Mi novio, Bill, considera que mi teléfono celular es ridículo", dijo Amy Robinson, de 28 años, quien todavía usa un Nokia de los años '90. "Él me carga todo el tiempo: '¿Por qué todavía tienes ese teléfono? ¿Qué te sucede?'" Bill Rice, de 30 años, quien trabaja en una empresa de tecnología recientemente inaugurada, fue una de las primeras personas en adquirir un Motorola Xoom. Cuando se anunció el Android 4G, él contaba los días que faltaban para su lanzamiento.
A pesar de que los integrantes de una pareja puedan ser compatibles como amigos, amantes y compañeros domésticos, la incompatibilidad tecnológica puede llegar a ser exasperante. Esto se debe a que, aunque las personas se amen, también adoran sus aparatos. Algunos estudios han demostrado que la gente desarrolla algo parecido al amor por sus celulares, por ejemplo. Un estudio reveló que los australianos jóvenes creían que "sus teléfonos celulares eran parte de ellos". En otro estudio, únicamente el 1 por ciento de los estudiantes de universidades estadounidenses dijo que si perdiera su teléfono celular "trataría de vivir sin él". La presentación de Siri probablemente exacerbará la ya documentada tendencia a antropomorfizar a nuestros pequeños e inteligentes compañeros electrónicos.
Melody Chalaban, de 35 años, quien utiliza un iPhone y se desempeña como gerente de relaciones públicas en una compañía de software, y Michael Swain, de 35 años, quien es propietario de un Android y es arquitecto, ilustraron las invitaciones para su boda, a celebrarse en el mes de octubre, con una imagen de un robot Android lanzando un logotipo de Apple al aire. (Quién fue el ganador, si es que lo hubo, queda abierto a la interpretación.)
Incluso aquellos que no pueden distinguir una Birkin de una Bottega Veneta pueden tornarse fervorosos respecto de la marca de dispositivos que eligen y feroces cuando se objetan sus méritos. Para muchos, su porción personal de material sintético transparente y de policarbonato se vuelve simbólica, una especie de personaje de banderín que identifica al propietario como un iconoclasta, un ludita, un técnico o un esteta mecánicamente diferente.
Y las identidades electrónicas de una pareja no siempre concuerdan. "Odio sus iPads y su Kindle Fire", dijo sobre la colección de tablets que tiene su esposa, Naomi Novik, de 38 años, Charles Ardai, de 42 años, quien se desempeña como director administrativo de D. E. Shaw Group y también como editor de libros en Hard Case Crime. "Siento un odio atávico por los libros que no están hechos de papel y tinta".
Estas diferencias, expresó Ardai, son más profundas que la opinión superficial de "me gusta este aparato más que el otro". "Naomi es de las primeras compradoras por excelencia porque es fundamentalmente optimista", expresó. "Y yo soy fundamentalmente pesimista, lo cual es la razón por la que escribo ficción negra, de meditación melancólica y tengo curiosas nociones tecnológicas". (La señora Novik, por su parte, se especializa en ciencia ficción y fantasía.)
Resulta interesante destacar que las disparidades de género en la elección de aparatos no son significativas. Algunos estudios, llevados a cabo a mediados de la década de 2000, revelaron que las mujeres están más apegadas a sus teléfonos celulares que los hombres, aunque esa tendencia podría cambiar ahora que los teléfonos inteligentes (con su capacidad para jugar, consultar el precio de las acciones y pasar el tiempo en Internet) se están imponiendo.
Según una encuesta en Internet, llevada a cabo en noviembre de 2011 por InsightExpress, una firma de investigación sobre marketing digital, ubicada en Stamford, Connecticut, de 1300 estadounidenses en línea, es más la cantidad de hombres que poseen un iPad (el 11 por ciento de los hombres en línea tiene uno, en comparación con el 5 por ciento de las mujeres en línea). Asimismo, es un poco más probable que los hombres tengan un teléfono inteligente (42 por ciento y 37 por ciento, respectivamente). Respecto de las marcas, sin embargo, mientras que algunas investigaciones indican que los hombres tienden a comprar Androids y las mujeres iPhones, otros datos demuestran que las variedades de teléfonos inteligentes son igualmente populares entre hombres y mujeres.
Esta armonía demográfica conjunta no hace que un caso particular de disyuntiva tecnológica duela menos. Bill Douglass, de 39 años, un consultor en medios sociales, se sintió traicionado cuando su esposa, Bis Misra, una médica de 37 años, se cambió al iPhone. "Compramos nuestros primeros aparatos juntos", expresó.
¿Pesar? ¿O agravio? Rich Hemlich, de 47 años, quien trabaja como director de marketing en un sitio de subastas en Internet, dijo que lo enloquece la afinidad que tiene su novia con el iPhone. "Ella continuamente jura y perjura que no es una elitista de Apple pero se enciende cada vez que alguien le pregunta qué clase de teléfono tiene", contó Hemlich, un comprometido dueño de un Droid Razr.
Él trató de persuadirla para que se "actualizara", pero dijo: "Es ahí donde comenzamos la batalla. Ella sigue diciendo que cambiará al Android cuando expire su contrato, pero luego lo renueva". Con todo lo demás, "ella es completamente honesta conmigo".
Independientemente de lo que digan sobre respetar las preferencias de cada uno, para muchas parejas, la conversión es el verdadero objetivo. Deborah Sweeney, de 37 años, quien es propietaria de un pequeño negocio en Calabasas, California, fue partidaria del BlackBerry durante mucho tiempo. "Durante los últimos siete años, mi esposo trató de hacerme cambiar al iPhone", relató. "Él constantemente me decía que estaba loca". Cuando BlackBerry tuvo una falla en el servicio , él se regodeó: '¿Ves?'". Finalmente, la persuadió para cambiar los teléfonos en noviembre.
"Honestamente, tuve remordimiento", dijo Sweeney sobre el cambio. "Es como si fuera tu bebé".
Idealmente, quienes se convierten reconocen el error en sus elecciones anteriores. Jenna Chavez-Laszakovits, de 25 años, una consultora técnica de San Antonio, es el tipo de mujer que usa PC, Nook o LG. Su esposo, Eric Laszakovits, de 31 años, es el tipo de hombre que prefieren Mac, Kindle o iPhone. Para la Navidad del año último, él le regaló un iPod. "Para ser honesta, fue un poco abrumador", dijo ella. "Pero él es un gran propulsor de esto y quería compartir su amor por los productos de Apple. Creo que la Navidad fue la mejor salida".
Eric Laszakovits expresó: "Una vez que lo tuvo, lo disfrutó. La batería se agota todos los días porque lo usa demasiado"; esto algo en lo que ella coincide.
Pero para muchas parejas, los esfuerzos por ganarse electrónicamente al otro terminan en frustración. Emma Moore, de 36 años, quien es dueña de una compañía de software, compró un Nook para su novio, Jim, al poco tiempo de haber comenzado a salir con él. Pero su novio todavía tiene que encenderlo. "Le facilitaría mucho la vida", dijo ella. "En cambio, todas las mañanas, carga cuatro diarios hasta el café Peets. Ha sido todo un desafío para ambos".
"Un día, creo que él entenderá lo que estoy tratando de hacer por él", dijo Emma Moore.
¡Ah, sí! Un día, algún día. él cambiará, momento para el cual la tecnología (si no la relación) habrá progresado.
© NYT Traducción de Angela Atadía de Borghetti
lanacion.com
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