jueves, 2 de febrero de 2012

CAMBIO CLIMATICO: Pronóstico reservado

Cuando en 2007 los científicos integrantes del Grupo Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por su siglas en inglés), dependiente de la Organización de las Naciones Unidas, elaboraron el último informe sobre el medioambiente, no hubo lugar a más dudas: la Tierra se estaba calentando a pasos agigantados y el peligro de más catástrofes naturales y la extinción de plantas y animales era considerado más que probable. A casi cinco años de aquella contundente presentación -en la que se dio a conocer que la temperatura media de la superficie de la Tierra subió 0,74ºC desde finales del siglo XIX y que se prevé que para 2100 habrá ascendido entre 1,8ºC y 4ºC o más si no se hace nada para impedirlo- la situación no se modificó en absoluto.
A medida que el planeta se calienta, cambian las pautas de las lluvias y se multiplican los episodios extremos, como las sequías que actualmente azotan a la Argentina, inundaciones, temporales, incendios forestales y derretimiento de los hielos polares. Esto último provocó, según el informe del IPCC, que el nivel medio del mar haya subido entre 10 y 20 cm a lo largo del siglo XX. Y se espera que para 2100 trepe entre 18 y 59 cm más, lo que generaría grandes inundaciones en ciudades portuarias y la desaparición de porciones de tierra, incluso, islas completas.
Este calentamiento global pronunciado se debe a la concentración de gases de efecto invernadero -principalmente dióxido de carbono (CO2)-, en la atmósfera de la Tierra, que la vuelven más densa y con menor capacidad para permitir la salida del calor que proviene del sol, lo que provoca el alza en la temperatura media del planeta.
Según los expertos de la ONU, los gases de efecto invernadero, que están presentes de forma natural en la tierra, aumentaron desproporcionadamente durante 150 años desde la era industrial. A medida que crecen las poblaciones y los niveles de vida, aumenta el nivel acumulativo de emisiones de gases de efecto invernadero. En diciembre de 2011, mientras los representantes de 194 países se reunían en Durban, Sudáfrica, en la Convención Mundial de Cambio Climático de la ONU, para elaborar un plan de acción de reducción de gases tóxicos en un acuerdo jurídicamente vinculante, la Organización Mundial de Meteorología (OMM) difundió un estremecedor informe sobre el incremento de la temperatura de la Tierra en los últimos años: 2011 tuvo las décimas temperaturas más altas desde que comenzaron los registros en 1850. Y de los 13 años más cálidos se produjeron sin excepciones en los últimos 15, desde 1997.
Las sequías sufridas durante 2011 en varios puntos del planeta como África oriental, las islas del Pacífico ecuatorial central y el sur de EE.UU., y las crecidas sobrevenidas en el sur de África, Australia oriental y sur de Asia, especialmente Filipinas y Tailandia, están asociadas al cambio climático. "Los gases que generan el efecto invernadero alcanzaron un gran impacto en la atmósfera debido a la actividad humana. Volvió a alcanzar niveles récord desde la era preindustrial", afirmó a LNR el secretario general de la OMM, Michel Jarraud, uno de los científicos más destacados de la ONU. "Si las emisiones cesaran hoy, sus efectos y consecuencias en la atmósfera persistirían al menos 20 años", agregó.
"Cuanto más se invierta en energías renovables, más beneficios a largo plazo tendremos para que las futuras generaciones no sufran la escasez de agua o comida, para que tengan una vida saludable y por supuesto, para disminuir los desastres climáticos que ya se están preanunciando", explicó Jarraud.
Al término de 14 días de acaloradas negociaciones, en lugar de los 12 previstos, la cumbre mundial de Durban culminó con la aprobación de una hoja de ruta para un tratado mundial, como exigía la Unión Europea (UE), que obliga a comprometerse a todos los países sin excepción, incluidos los grandes contaminadores: China, Estados Unidos, Rusia, Japón y la India.
Además, se concretó la estructura del Fondo Verde para el Clima con el que los países especialmente afectados por el cambio climático recibirán anualmente 100.000 millones de dólares a partir de 2020.
El tratado, que se podrá firmar hasta 2013, tendrá carácter jurídico, más débil que si fuera vinculante, y entraría en vigencia a partir de 2015. Además, se acordó prolongar hasta la próxima cumbre la vigencia del Protocolo de Kyoto (tratado que obliga a la reducción mundial de las emisiones de CO2 en al menos un 50% en 2050 respecto de 1990). Sin embargo, en este plazo sólo se han comprometido países cuyas emisiones conjuntas suponen un 15% del total. De ese porcentaje, el 11% corresponde a la UE.
Ocurre que los países como India y China (actualmente, el mayor contaminador del mundo), categorizados por la ONU como naciones en vías de desarrollo, no están obligadas, según Kyoto, a reducir sus contaminaciones. Y Estados Unidos, Rusia y Japón no quieren comprometerse a reducir sus emisiones a futuro -lo que implicaría mayores gastos en su economía para cambiar su patrón energético e invertir en tecnologías verdes- si a la India y China tampoco se los obliga.
En los próximos años las naciones buscarán establecer un acuerdo legal vinculante con nuevos paradigmas para equiparar las diferencias existentes hoy y, así, obligar a todos a reducir sus emisiones de gases tóxicos. De otro modo, se hará realidad el peor pronóstico y el futuro parecerá aún más incierto de lo que se augura.
lanacion.com

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