Por Joe Sharkey
The New York Times
The New York Times
Toda mujer que viaja por negocios que conozco reconoce que ha sufrido algún tipo de acoso sexual en viaje. Por lo general es verbal, aunque a veces es físico.
Sin embargo, rara vez se denuncia a las autoridades o en la oficina, donde una mujer que habla de acoso en un viaje de negocios puede estar preocupada de que la marquen como empleada problemática.
Ahora, sin embargo, se está haciendo algo nuevo y agresivo para abordar de forma pública el acoso callejero. Es un movimiento impulsado por mujeres jóvenes en Estados Unidos y en el extranjero, que usan las redes sociales y análisis de multitudes para iluminar la cuestión y organizar apoyo para hacer algo al respecto. "Este tipo de situaciones siempre ha existido desde la creación de los centros urbanos" dice Emily May, cofundadora de Ihollaback.org , un sitio de la red que alienta a las mujeres a difundir sus experiencias y aportar datos sobre acoso para poder distinguir los lugares donde sucedió.
El tema se hizo presente el mes pasado nuevamente, cuando la corresponsal de CBS, Lara Logan , fue atacada sexualmente por un grupo de manifestantes en la plaza Tahrir de El Cairo. En Egipto, de acuerdo a un estudio de 2008 del Centro Egipcio para los Derechos de la Mujer , el 98 por ciento de las visitantes femeninas extranjeras y el 83 por ciento de las mujeres egipcias, dijeron que habían sufrido alguna forma de acoso sexual en las calles, mayormente verbal pero a veces peor.
"Ihollaback está llevando la conciencia a un nuevo nivel, ayudando a crear una plataforma en la que la gente pueda hablar sobre esto en todo el mundo" dijo Holly Kearl, de 28 años, autora de "Stop Street Harassment Making Public Places Safe and Welcoming for Women" (Terminar con el acoso callejero: haciendo seguros y agradables los lugares públicos para las mujeres) un libro publicado el año pasado por Praeger. Kearl también opera un sitio en la red, Stostreetharassment.com, "en el que la gente puede compartir experiencias de un modo que no siente cómoda compartiéndolas en persona", dijo.
Kearl dijo que había sufrido aquello de lo que escribe. "Mayormente son silbidos, gritos y comentarios sexuales groseros" dijo. "Pero también he sido seguida y un hombre me agarró la entrepierna una vez en la calle". Mientras escribía su libro, su madre le contaba sus propias historias de acoso callejero. Lo mismo hizo su abuela.
Mientras tanto Ihollaback.org creado en New York en 2005 cuando May y seis amigas decidieron que la tecnología y las redes podrían ser aplicadas al problema de larga data. Ahora hay 12 sitios hermanos de Ihollaback en 12 ciudades internacionales y 14 más aparecerán pronto. "Usamos las redes sociales, los blogs, apps y mapas para ayudar a la gente a dar a conocer sus historias y acumular información", dijo. "El acoso callejero de las mujeres ha sido ocultado demasiado tiempo y es hora de quebrar el silencio".
Para mí el aspecto más llamativo acerca del fenómeno es la decisión juvenil de organizarse y adoptar acciones concertadas respecto de un problema que las viajeras enfrentan desde hace mucho, a menudo solas y sin recursos. Si denuncian un incidente, a menudo enfrentan la reacción de "culpar a la víctima", notó Kearl.
"Muchas mujeres viajan por el planeta y se trate de una ciudad como New York o Chicago o Houston o El Cairo, están con la guardia alta" dijo Carol Margolis, consultora de empresas y fundadora de Smartwomentravelers.com .
"He sido sometida a abusos físicos en un ómnibus, me han manoseado en un tren y he saltado de taxis que me llevaban en la dirección equivocada" dijo. "¿Esto me ha hecho dejar de viajar o me alejado de las grandes ciudades? De ninguna manera. Pero me ha hecho más observadora y estoy más preparado y sé más de lo que pasa en la calle".
Algunas mujeres ni siquiera se sienten seguras dentro de un cuarto de hotel, dijo Margolis.
"Una piloto de aerolínea me dijo que los primero que hace es colocar un pañuelo de papel sobre la mirilla. Parece que las azafatas y las pilotos son más neuróticas respecto de estas cosas porque simplemente han estado más expuestas a ellas". Esa preocupación particular por la mirilla se hizo más patente en 2009, cuando apareció en Internet un video que mostraba a una reportera de ESPN, Erin Andrews, desnuda en su cuarto de hotel. El video fue hecho a través de la mirilla de la puerta de su cuarto.
Las viajeras por negocios, muchas de las cuales tienen que equilibrar el trabajo con las responsabilidades familiares son famosas por lo duras y resistentes, pero las preocupaciones por el acoso sexual a menudo agregan un elemento de preocupación, dijo Margolis. Está trabajando con una cadena hotelera, que no quiso identificar, para desarrollar programas sociales para viajeras por negocios. "Creo que impide que algunas mujeres en sus viajes dejen sus hoteles y disfruten su tiempo libre".
© NYT Traducción de Gabriel Zadunaisky
lanacion.com
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