jueves, 3 de marzo de 2011

El Papa exonera a los judíos por la muerte de Jesús

Línea. “La sangre de Jesús no es derramada contra algunos, sino que se vierte para todos. No es maldición, sino redención”, afirma el Papa (AP).
Ciudad del Vaticano. El papa Benedicto XVI exoneró de manera general a los judíos de ser los culpables de que Jesús fuera condenado a muerte, en la segunda parte de su libro Jesús de Nazaret , que saldrá a la venta el próximo 10 de marzo.
En el libro –del que ayer el Vaticano adelantó algunos capítulos– el Pontífice señala que, cuando en el Evangelio de Mateo se habla de que “todo el pueblo” pidió la crucifixión de Cristo, “no se expresa un hecho histórico”.
“¿Cómo habría podido todo el pueblo (judío) estar presente en ese momento para pedir la muerte de Jesús?”, se pregunta el Papa, quien reconoce que esa errónea interpretación ha tenido “fatales” consecuencias, en referencia a las continuas acusaciones de deicidio a los judíos durante siglos, que propició su persecución.
Benedicto XVI agrega que la “realidad” histórica aparece más correcta en los evangelios de Juan y Marcos.
“Según Juan, fueron simplemente los judíos, pero esa expresión no indica para nada que se tratase del pueblo de Israel como tal y menos que tuviera un carácter racista. Juan era israelita, como Jesús y todos los suyos. En Juan esa expresión tiene un significado preciso y rigurosamente limitado, se refiere a la aristocracia del templo (de Jerusalén)”, escribe el papa Joseph Ratzinger.
Añade que Marcos amplía el cerco de los acusadores a los “ochlos”, la masa que apoyaba a Barrabás y que se había movilizado para lograr que fuera amnistiado con motivo de la inminente pascua. “El verdadero grupo de los acusadores son los círculos contemporáneos del templo y la masa que apoyaba a Barrabás”, precisa el Papa.
Sobre la frase de Mateo “Y todo el pueblo respondió: Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos” (Jesús ante Pilato y frente a Barrabás), Benedicto XVI señala que el cristiano recordará que la sangre de Jesús “habla otro idioma diferente al de Abel”.
“No pide venganza, ni castigo, sino reconciliación. No es derramada contra algunos, sino que se vierte para todos. No es maldición, sino redención y salvación”, subrayó.
El Concilio Vaticano II (1962-1965), que lanzó a la Iglesia hacia el siglo 21, promulgó la declaración “Nostra Aetate”, con la que los católicos retiraron las acusaciones de deicidio contra los judíos. En el texto, el Papa señala que Jesús no fue un “revolucionario político” y que su mensaje y su comportamiento no constituyeron un peligro para el dominio romano.
Benedicto XVI indica que sobre la fecha de la Última Cena los evangelios sinópticos (Marcos, Lucas y Mateo) están equivocados y tiene razón Juan, ya que en el momento del proceso a Jesús las autoridades no habían celebrado la Pascua y debían mantenerse puras.
Afirma que la Última Cena no fue una cena pascual según el ritual judío y que Cristo fue crucificado no el día de la fiesta judía, sino en la vigilia.
Sobre la figura de Judas, Benedicto XVI escribe que Satanás entró en él y no logró liberarse y explica que, además de la traición, su segunda tragedia fue no creer en el perdón.
“Su arrepentimiento se vuelve desesperación. Sólo se ve a sí mismo y sus tinieblas, no ve más la luz de Jesús. Su arrepentimiento es destructivo, no verdadero”, afirmó el Papa.
En el libro también se refiere al Reino de Dios y asegura que sólo la verdad puede llevar a la liberación del ser humano y que las grandes dictaduras únicamente viven gracias a la mentira ideológica. La segunda parte de Jesús de Nazaret será presentada el 10 en el Vaticano.
El camino del diálogo
Continuidad. “No es tan novedoso dentro de la teología católica, ya que el Concilio Vaticano II –convocado por el papa Juan XXIII en 1959 y concluido por Paulo VI en 1965– produjo entre sus documentos oficiales la encíclica denominada ‘Nostra Aetate’, que entre sus párrafos señala: “...lo que se hizo en la Pasión de Jesús no puede ser imputado ni indistintamente a todos los judíos que entonces vivían, ni a los judíos de hoy. Y si bien la Iglesia es el nuevo Pueblo de Dios, no se ha de señalar a los judíos como reprobados de Dios ni malditos, como si esto se dedujera de las Sagradas Escrituras...”, opinó ayer el rabino Marcelo Polakoff en LaVoz.com.ar.
Sin prejuicios. Polakoff consideró que el hecho de que el actual Papa retome y amplíe estas enseñanzas de la Iglesia reafirma un camino de diálogo que avanza. El rabino dijo que “a partir del abandono de prejuicios, el destierro de generalizaciones banales y la apertura real hacia el prójimo como un hermano en la diversidad que nos unifica, estamos también cumpliendo así con la palabra de Dios.
lavoz.com.ar

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