lunes, 21 de diciembre de 2009

Santa vs Reyes Magos, en México ganan los segundos

Pocas son las ocasiones en que en casa se sigue notando que somos una familia de inmigrantes. Muchos años de vivir en México han cambiado prácticamente todas nuestras costumbres, y aunque mi madre sigue haciendo el arroz a la mexicana con la textura que tiene el de la paella, la verdad es que hablamos, vivimos, comemos y festejamos como cualquier otra familia de mexicanos.
La única temporada en que lo anterior no ocurre es en la Navidad. Somos una familia de inmigrantes y en esta época del año se nos nota, y mucho. Y es que las tradiciones navideñas son tan familiares que parecen resistirse a la mezcla, al sincretismo. Y aunque todos nos hemos casado con mexicanos y nuestros hijos han crecido con base en tortillas y frijoles refritos, aun así Navidad en casa sigue oliendo más a turrón que a ponche, y esta diferencia quedó completamente al descubierto al planear la encuesta que entregamos hoy en elpais.com, porque en la oficina los que hicieron el cuestionario no tenían la más remota idea de lo que era el turrón, y a mí se me había olvidado incluir la pregunta sobre el ponche.
Supongo entonces que si alguien se acerca a estas notas sin estar familiarizado con la forma de festejar de los mexicanos, habrá términos que les sonarán extraños como el mismísimo ponche, que no es otra cosa más que una bebida de frutas de la temporada que se toma caliente y que muchos entonan con un chorrito de ron "pa? que amaice", bebida que según los resultados de esta encuesta será consumida esta Navidad en el 80% de los hogares mexicanos.
En México ocho de cada diez hogares ha puesto ya su árbol de Navidad y en el 68% de ellos tienen listo el Nacimiento -o Belén, como lo llaman en otras latitudes- la inmensa mayoría sin niño Jesús porque ese se pone hasta el día 24 y no antes. Para cuando llegue el momento de poner al Niño casi la mitad de los mexicanos habrá estado al menos una vez en "Las Posadas", que son fiestas que se celebran desde el día 16 de diciembre y hasta el mismo 24 por la noche, en las que, con una letanía cantada, se representa la peregrinación de José y María tratando de buscar alojamiento en Belén antes de que naciera el Niño. En esas posadas siete de cada diez habrá roto una piñata (olla de barro decorada con siete picos de papel representando los siete pecados capitales) llena de dulces o fruta de estación, y se habrá comido su canastita de colación o dulces confitados típicos de la época.
Son pocos ya, apenas 26%, los que antes del día 24 habrán actuado o presenciado una pastorela, que no es otra cosa que una representación teatral donde intervienen pastores, ángeles y diablos traviesos contando historias que son una ingeniosa mezcla entre la crónica del nacimiento de Jesús aderezada con sátiras alusivas al contexto nacional, local y hasta laboral.
La mayoría de los mexicanos no comerán turrón ni tampoco cantarán villancicos, y debido a las restricciones legales que se han impuesto en los últimos años parece que también esta Navidad serán los menos quienes prenderán cohetes y luces de bengala para festejar la llegada del Niño Dios o la del Año Nuevo.
A pesar de los problemas de inseguridad que se viven en muchas ciudades mexicanas, muchas personas (41%) piensan pasear por el centro de su ciudad para ver las luces navideñas que han colocado las autoridades y haciendo caso omiso de las restricciones económicas que estamos viviendo el 37% se apresta a regalar alguna cosa a todos sus familiares y otro 44% ha decidido que mejor harán un intercambio de regalos donde todos darán y recibirán un sólo regalo.
En México hemos vivido un año muy difícil y el que viene no se ve sencillo tampoco, por eso con ponche o turrones, tamales o bacalao, villancicos o posadas, les deseo de todo corazón que estas fiestas sean muy felices. Yo, si todo va bien, aquí los espero el año que viene con más datos sobre lo que somos y opinamos los mexicanos. ¡Hasta entonces!

elmundo.es

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