Mostrando entradas con la etiqueta demencia.. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta demencia.. Mostrar todas las entradas

domingo, 11 de marzo de 2012

La demencia: una bomba de tiempo en América Latina

Aumento de demencia en América Latina
La demencia se está convirtiendo en una bomba de tiempo en el mundo, en particular en regiones de América Latina y Asia y por eso la enfermedad debe ser colocada en la lista de prioridades sanitarias de la Organización Mundial de la Salud.
Este es el mensaje del profesor Peter Piot, director de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, ex subsecretario general de las Naciones Unidas y ex director ejecutivo de ONUSIDA.
Según el profesor Piot, la demencia es tan grave como la epidemia de SIDA y actualmente una persona es diagnosticada con esta enfermedad mental cada siete segundos.
"La demencia no está en la lista de prioridades sanitarias de la Organización Mundial de la Salud, y lo que no está en esta lista no recibe inversión y no se destinan fondos a su investigación", dijo Peter Piot a la BBC.
"Y las cifras lo están diciendo todo, estamos creando la próxima bomba de tiempo: hay 36 millones de personas viviendo con demencia en el mundo, y para el año 2020 veremos que esa cifra habrá aumentado a 66 millones", detalla.

Mitos

Este drástico aumento de las cifras se debe a que la gente vive hoy muchos más años y también al "paradójico efecto" de la mejora de los servicios de salud en todo el mundo que ha permitido mejorar los diagnósticos.
"Esto es particularmente grave en las economías emergentes de Asia y América Latina donde la gente tiene ahora vidas más longevas y mejores servicios de salud. Y es allí donde las cifras de demencia están aumentado mucho más rápido", afirma el experto.
Piot está instando a los gobiernos de estas regiones a comprometerse en un plan de acción que incluya mejores formas para reconocer y diagnosticar la enfermedad, porque en muchos países, dice, muchos pacientes viven sin recibir un diagnóstico y tratamiento adecuados para la enfermedad.
Uno de los principales desafíos, dice el experto, es cambiar el extenso desconocimiento que existe sobre la demencia.
"Hay dos mitos en particular que deben ser desacreditados: el de que la demencia es parte normal del proceso de envejecimiento y de que no hay nada que se pueda hacer para retrasarla o ayudar a los pacientes", subraya Piot a la BBC.
"Estas son creencias falsas. Por lo tanto tenemos mucho qué hacer, tanto para reconocer la enfermedad como para investigarla más", agrega.

"No son cosas de viejos"

El doctor Roberto Ventura, neurólogo fundador de la Asociación Uruguaya de Alzheimer y uno de los autores del libro "La Enfermedad de Alzheimer, Diagnóstico y Tratamiento: Una perspectiva Latinoamericana", está de acuerdo.
"De los 35.6 millones de personas con demencia, 60% viven en los países de bajos y medianos ingresos", comenta el experto a BBC Mundo.
 "Así que realmente tenemos una bomba de tiempo".
"No es que ahora haya más casos, sino que ahora tenemos mayor conocimiento de la enfermedad y contamos con mejores herramientas para diagnosticarla", agrega.
"Estoy de acuerdo con Peter Piot sobre el gran desconocimiento que hay sobre la enfermedad y esto se debe a que muchas veces hay una negación de no querer reconocer la enfermedad", sugiere Ventura.
Tal como explica el experto, "hay un límite difuso entre el deterioro normal y el deterioro patológico pero cuando no se tiene información muchas veces la gente piensa que son olvidos normales del anciano".
"Esto se junta con la negación de la familia que suele decir: son cosas de viejos, no tiene nada, es normal", describe el especialista.
Y esto conduce a un retraso en la consulta con el médico y a que el paciente no obtenga ayuda o tratamientos adecuados para detener el trastorno y mejorar su calidad de vida.
"Hay un enfoque derrotista con estas enfermedades, sobre todo de parte de los médicos, porque como todavía no hay medicamentos que curen la enfermedad se piensa que no hay nada qué hacer", expresa el neurólogo.
"Pero hoy contamos con muchas medicaciones que retrasan claramente la enfermedad y ayudan mucho al paciente", detalla.
El otro aspecto fundamental, agrega, es el asesoramiento psicofamiliar para ayudar a la familia a entender y aceptar lo que está pasando.
"Realmente hay mucho qué hacer y estoy de acuerdo en que los gobiernos deben adoptar el plan de acción contra la demencia que pide Peter Piot", opina Ventura.
En América Latina, agrega Roberto Ventura a BBC Mundo, se ha hecho mucho para dar a conocer esta enfermedad pero hay enormes contrastes en la región, con comunidades, principalmente en países centroamericanos, donde la información no ha llegado todavía.
"El problema dejará de ser una bomba de tiempo cuando se eduque a la población para lograr un diagnóstico precoz y un mejor cuidado y tratamiento de los pacientes", puntualiza el experto.
bbc.co.uk

jueves, 16 de febrero de 2012

La velocidad al caminar predice riesgo de demencia

Hombre caminando
Qué tan rápido camina una persona y qué tan fuerte puede apretar el puño pueden ser dos indicadores del riesgo que tendrá en el futuro de desarrollar demencia y enfermedad cerebrovascular.
La velocidad al caminar ha sido asociada al estado general de salud y el riesgo de infarto.
Esta es la conclusión de un estudio presentado en la conferencia anual de la Academia Estadounidense de Neurología que se celebra en Nueva Orleans, Estados Unidos.
Pero será necesario realizar más investigaciones para entender mejor cuáles son los mecanismos subyacentes de esta asociación.
Estudios pasados ya han mostrado una relación entre la velocidad al caminar y el estado general de salud.
Una investigación publicada en British Medican Journal en 2009 encontró que las personas que caminan lentamente tienen más riesgo de infarto y otros problemas cardíacos.
Otro estudio en Journal of the American Medical Association reveló una asociación entre la rapidez al caminar a los 65 años y la posibilidad de una vida más larga.

Pruebas sencillas

En la nueva investigación, más de 2.400 hombres y mujeres con una edad promedio de 62 años fueron sometidos a pruebas de velocidad al caminar, fuerza de agarre y funciones cognitivas.
También se llevaron a cabo escáneres cerebrales de los participantes.
Durante el período del estudio de 11 años, 34 personas desarrollaron demencia y 70 tuvieron enfermedad cerebrovascular.
Cuando se analizaron los resultados con las pruebas iniciales se encontró que aquellos que caminaban más lentamente mostraron un mayor riesgo de demencia.
Y los que tenían menos fuerza de agarre mostraron más riesgo de enfermedad cerebrovascular.
"Aunque en las personas más mayores la fragilidad y el menor rendimiento físico han estado asociados con un mayor riesgo de demencia, hasta ahora no estábamos seguros qué impacto tenían estos factores en las personas de mediana edad".
"Estas son pruebas básicas de oficina que pueden ofrecernos información sobre el riesgo de demencia y enfermedad cerebrovascular y pueden ser llevadas a cabo fácilmente por un neurólogo o un médico general", expresa la investigadora.
Y agrega que "ahora será necesario llevar a cabo más estudios para entender porqué ocurre esto o si hay una enfermedad preclínica que pudiera estar causando la lentitud al caminar o la menor fuerza de agarre".
Los hallazgos, sin embargo, todavía deberán ser revisados por otros científicos y publicados en una revista especializada.
Según la doctora Anne Corbett, de la organización Alzheimer's Society, "antes de que empecemos a evaluar la fuerza de un saludo de manos o la velocidad con que se cruza la calle, es necesario llevar a cabo más estudios para entender porqué se presenta el vínculo y si hay otros factores involucrados".
"La buena noticia es que hay muchas cosas que podemos hacer para reducir el riesgo de desarrollar demencia".
"Recomendamos comer una dieta sana y balanceada, no fumar, mantener un peso sano, hacer ejercicio regularmente y llevar un control regular de la presión arterial y el colesterol".
bbc.co.uk

lunes, 12 de septiembre de 2011

Demencia frontal: revisan el diagnóstico


-En una escala de uno a diez, ¿usted cómo se siente?
-¡Cien!... ¡Estoy bárbaro!
-¿Por qué está acá? ¿Por qué vino a verme?
-No sé... No sé... Yo tomo la pastilla y estoy fenómeno. No sé para qué me hacen venir... Dicen «este viejo está loco», pero no me pasa nada, nada...
En el consultorio del doctor Facundo Manes, director del Instituto de Neurología Cognitiva y del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro, el comerciante de la ciudad de Concordia, un hombre de edad mediana y aspecto saludable, no deja de sonreír mientras contesta cada una de las preguntas del médico.
Para el que no conozca el caso, la escena no hace sospechar nada fuera de lo común. Sin embargo, más tarde su esposa dirá: "El siempre fue retraído, era de poco hablar... Ahora está dicharachero, cuenta cosas privadas... La gente me dice: «¡Qué bien que está tu marido! ¡Está mejor que nunca!». Pero yo pienso: «Cómo se nota que no tienen que estar todo el día con él...»".
Desde hace décadas, la aparición de cambios repentinos del comportamiento como desinhibición, pérdida del decoro, respuesta disminuida frente a las necesidades o sentimientos de los otros, conductas compulsivas o de riesgo, por ejemplo, viene desconcertando a familiares y médicos.
Hoy se sabe que pueden ser la manifestación conductual de una variante de la demencia frontotemporal, trastorno devastador que se presenta frecuentemente en personas activas, entre los 20 y los 90 años, cuyo diagnóstico hasta ahora era bastante controvertido.
Ahora, un trabajo publicado en la revista Brain promete ayudar a identificarla de forma más simple y certera. Firmado por un consorcio internacional liderado por John Hodges, de la Universidad de Gales del Sur, en Australia, y Bruce Miller, del Centro de Memoria y Envejecimiento de la Universidad de California en San Francisco, e integrado por 46 destacados especialistas en el tema, entre los cuales Manes fue el único proveniente de un centro hispanoamericano, hace una revisión de la literatura científica reciente para mejorar la sensibilidad del diagnóstico.

Difícil de reconocer

"La demencia frontotemporal es una enfermedad difícil de reconocer porque la gente pierde su capacidad para protegerse, elige opciones riesgosas y cambia taxativamente su personalidad, pero conserva las funciones intelectuales y discursivas intactas -dice Manes-. De hecho, hubo un senador norteamericano, Pete Domenici, que fue reelegido por sexta vez para su puesto cuando ya estaba afectado."
Descripta inicialmente a fines del siglo XIX por el neurólogo y psiquiatra alemán Arnold Pick en un varón de 71 años, es un síndrome que incluye distintas variantes, una de las cuales es precisamente la frontal (que afecta más los lóbulos frontales del cerebro) y se caracteriza por los cambios de comportamiento.
"Esta se caracteriza por un cambio en la conducta social y personal, una pérdida de la inhibición que resulta en conductas impulsivas e inapropiadas, y dificultad en la toma de decisiones -explica el investigador-. La progresión del cuadro lleva a una disminución en el juicio social y financiero, pérdida de la conciencia de enfermedad, rigidez mental, compulsiones, conducta antisocial, y en ocasiones euforia, mientras los pacientes presentan poca o nada de preocupación por sus actos."
Debido a la inespecificidad de los síntomas y a que no se vinculaba con un marcador biológico, este cuadro muchas veces se confunde con otras patologías, como la bipolaridad y las psicosis tardías, la depresión atípica o la hiperactividad, entre otras. Según el científico, los criterios que se seguían hasta ahora eran muy "laxos" o subjetivos.

Todo dentro de un contexto

"No todas aquellas personas que comen muchos dulces padecen de demencia frontal -subraya-. Y si uno se basa solamente en observaciones de la familia, es difícil precisar «dicharachero» o «apático», por ejemplo. Ahora se estableció una jerarquía en el diagnóstico que va a ayudar a catalogarla."
De acuerdo con el trabajo de Brain, se considera "posible" la existencia de demencia prefrontal cuando el paciente expresa tres de seis síntomas (ver recuadro).
Pero si además de los cambios de comportamiento, las neuroimágenes (esencialmente, resonancia magnética) muestran atrofia desproporcionada en las regiones frontales del cerebro, entonces ya corresponde considerarla "probable". La confirmación plena de que se está ante un caso de demencia frontal sólo podrá tenerse cuando a los criterios anteriores se sume la presencia de una mutación genética conocida, y la evidencia histopatológica que ofrece una biopsia o un estudio post mórtem.
"Estas nuevas guías para el diagnóstico tienen una particular importancia, porque ayudarán a identificar un trastorno especialmente intolerable para la familia, que durante los primeros años se atormenta ante pacientes que a pesar de los cambios mantienen habilidades cognitivas, como el lenguaje, la memoria, la atención, la orientación y el coeficiente intelectual, y que pueden estar más simpáticos y seductores que nunca -destaca Manes-. Por otro lado, a diferencia de lo que ocurre con el Mal de Alzheimer, hay algo que es clave: quizá en los próximos años, tengamos una medicación no sintomática, sino que nos permitirá modificar el curso de la enfermedad."
Según el especialista, los nuevos criterios diagnósticos para la demencia frontal también contribuirán a proteger a los propios pacientes de sí mismos. "Son personas capaces de incurrir en comportamientos que pueden llevarlos a la cárcel, como los abusos sexuales, o quedar totalmente indefensos frente al engaño", concluye.
SÍNTOMAS
  • Desinhibición conductual temprana (comportamiento social inapropiado, pérdida de los modos o decoro, y acciones impulsivas).
  • Apatía o inercia temprana (falta de interés o motivación).
  • Pérdida de empatía o consideración (respuesta disminuida frente a las necesidades o sentimientos de los otros, disminución del interés social o calidez personal).
  • Conducta estereotipada, compulsiva o con rituales (lenguaje y movimientos repetitivos).
  • Cambios en la alimentación (avidez por los carbohidratos, aumento del consumo de alcohol o cigarrillos).
  • Déficits ejecutivos con relativa preservación de la memoria, y las habilidades visuales y espaciales.
lanacion.com

domingo, 17 de octubre de 2010

AFIRMAN QUE CAMINAR AYUDA A PREVENIR LA DEMENCIA SENIL

El historiador inglés George Macaulay Trevelyan escribió en 1913 que tenía dos médicos: “mi pierna izquierda y mi pierna derecha”. Ahora, un informe demuestra que la simple medicina de dar un paso después de otro es una defensa posible contra la demencia senil y el mal de Alzheimer.
Según un informe elaborado por neurólogos norteamericanos que siguieron de cerca a 300 voluntarios durante 13 años, el hábito de caminar protege al cerebro de la reducción y preserva la memoria en gente de la tercera edad.
El estudio confirmó pruebas anecdóticas con tests neurológicos en individuos libres de demencia de Pittsburgh, Estados Unidos, que aceptaron registrar sus caminatas. Autorizaron también que sus cerebros fueran monitoreados desde 1995. Los análisis realizados nueve años más tarde, seguidos por otra serie más realizada en 2008, mostraron que los que más caminaron habían reducido a la mitad el riesgo de sufrir problemas de memoria.
El estudio sugiere que 14,5 kilómetros por semana –o 72 cuadras de Pittsburgh para seguir los parámetros urbanos de los Estados Unidos– es la distancia óptima para un muy buen “ejercicio cerebral”.
Este trabajo científico, publicado en Neurology, la revista médica online de la Academia Norteamericana de Neurología, no descubrió ninguna ventaja adicional si se recorría un kilómetro más.
La primera ronda de escaneos mostró que quienes caminaban 14,5 kilómetros tenían cerebros más grandes que los que andaban menos. Después de otros cuatro años más, 116 voluntarios, o el 40% de la muestra, habían contraído algo de demencia o discapacidad cognitiva, con efectos un 50% más graves en aquellos que caminaban distancias cortas y en los que no caminaban.
“Nuestros resultados debieran alentar a la realización de pruebas bien diseñadas sobre la actividad física en adultos mayores como enfoque promisorio para evitar la demencia y el mal de Alzheimer” dijo el Dr. Kirk Erickson, de la Universidad de Pittsburgh, que dirigió este estudio.
Este trabajo, que contó con el apoyo del Instituto Nacional sobre el Envejecimiento de los Estados Unidos, sigue a otros estudios médicos sobre los beneficios de la caminata.
clarin.com

jueves, 23 de septiembre de 2010

La demencia del boxeador

Algunos deportistas como los boxeadores y los jugadores de fútbol americano tienen mayor riesgo de sufrir demencia. Las lesiones cerebrales que se pueden producir golpe tras golpe son similares a las que caracterizan a la enfermedad de Alzheimer. Así lo recuerda un artículo publicado esta semana en 'The New England Journal of Medicine'.
Según los autores responsables de este documento, cada año, más de tres millones de estos profesionales americanos sufren traumatismos cerebrales, con o sin pérdida de consciencia. A corto plazo, pueden desarrollar dolores de cabeza, vértigo, depresión, problemas de orientación, irritabilidad... "Normalmente, el estrés postraumático va acompañado de lesiones cerebrales que con el tiempo podrían provocar deterioro cognitivo", expone el artículo.
Uno de los signos típicos del Alzheimer es "la acumulación en el cerebro de "unas fibrillas con cuerpos químicos anormales llamados proteínas tau", explica María de Ceballos, investigadora del grupo de Neurodegeneración del Instituto Cajal, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Al parecer, esto también se ha observado en algunos casos de boxeadores y jugadores de fútbol americano. En este tipo de pacientes, el deterioro cognitivo adquiere un nombre específico: demencia pugilística.
"Los golpes en la cabeza afectan a toda la corteza cerebral, precisamente la zona que está dañada en cualquier demencia", argumenta la especialista española. "Es difícil que un puñetazo aislado cause esta enfermedad neurodegenerativa, pero de forma repetida sí puede originar deterioro mental. Además, este tipo de atletas suele tener muchas hemorragias y microhemorragias, lo que también repercute en el futuro desarrollo de la demencia". En cualquier caso, recalca de Ceballos, "el fútbol americano no tiene nada que ver con el español, no es tan cruento".
Como explica la investigadora, "la única forma de confirmar el diagnóstico de demencia es post mortem, a través de una autopsia". Sin embargo, según los autores del artículo, apenas hay literatura científica que incluya este tipo de pruebas en los deportistas de 'alto riesgo', por lo que "será necesario que nuevas investigaciones continúen estudiando dicha asociación y el rol de proteínas anormales implicadas en esta enfermedad".

elmundo.es

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Del sueño inquieto a la demencia

La fase REM del sueño, en la que se producen rápidos movimientos oculares, se caracteriza porque el cerebro está muy activo pero los músculos quedan parcialmente paralizados, gracias a la acción del tronco cerebral. Por ello, aunque se sufran pesadillas o sueños vívidos, el cuerpo permanece cómodamente tumbado. Pero los pacientes con trastorno de la conducta del sueño REM no tienen esa suerte: gritan, lloran, golpean, patalean y a veces se caen de la cama. Esta condición, además, puede ser estar asociada a un futuro desarrollo del Parkinson u otras enfermedades neurodegenerativas.
Un equipo de investigadores del Hospital Clínic de Barcelona acaba de presentar un método que permite determinar, mediante la combinación de dos técnicas de neuroimagen, cuáles de estas personas con trastornos del sueño tienen más posibilidades de padecer Parkinson, demencia con cuerpos de Lewy (un mal que produce delirios paranoides) o atrofia multisistémica (una rara dolencia que afecta a la movilidad y las funciones corporales). Estas enfermedades degenerativas, como el propio trastorno del sueño REM, afectan por lo general a hombres mayores de 60 años.
Los investigadores, dirigidos por el doctor Álex Iranzo, del servicio de Neurología del Clínic, han seguido durante dos años y medio a un grupo de 43 pacientes con trastorno REM, de una media de 70 años de edad. Ocho de ellos (es decir, alrededor del 30%) han desarrollado en este tiempo una dolencia neurodegenerativa. Y todos éstos, según los resultados que publica la revista 'The Lancet Neurology' (http://www.thelancet.com/), habían mostrado en las pruebas al inicio del estudio bajos niveles de dopamina, una hormona que funciona como neurotransmisor cerebral y cuya carencia es la principal causa del Parkinson.
La importancia de esta hormona reside en que su escasez se puede detectar años antes de que se muestren los primeros síntomas de demencia. Los autores del trabajo, por ello, confían en que éste pueda ayudar en un futuro a detectar precozmente la enfermedad y estudiar su desarrollo durante las primeras fases, antes de que se manifieste clínicamente. "Este artículo tendrá importancia en cinco o 10 años", augura Iranzo a ELMUNDO.es, "cuando haya medicamentos neuroprotectores".
Esperar nuevas terapias
La esperanza de este investigador es que, de aquí a ese tiempo, se hayan desarrollado nuevos tratamientos capaces de controlar la enfermedad desde sus primeras manifestaciones. Pero, "por el momento, y por desgracia, lo único que podemos hacer es seguir a los pacientes con más mimo, mirarlos con microscopio más que con lupa, y empezar el tratamiento cuanto antes", comenta el investigador.
Las pruebas constaron de una ecografía [sonografía transcraneal o TCS] y una tomografía [por emisión de fotones, o SPECT], que buscaban carencias de dopamina en dos regiones cerebrales: el 'estratium' y la 'sustancia negra'. Hasta 27 de los pacientes con trastornos del sueño (un 63%) mostraron alteraciones en alguno de estos exámenes, por lo que formarían parte del grupo en riesgo. Algunos de ellos, según temen los autores del estudio, podrían sumarse en los próximos años a los ocho que ya han desarrollado enfermedades neurodegenerativas: cinco tienen Parkinson, dos demencia y uno atrofia multisistémica.
Otras enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer, no están relacionadas con el trastorno REM y quedan fuera del ámbito de esta investigación. A pesar del bajo número de personas estudiadas, los autores consideran que sus resultados son, en cuanto a la posibilidad de detectar pacientes en riesgo, "definitivos". "Lo que vamos a hacer ahora", comenta Iranzo, "es seguir a este grupo a largo plazo".

elmundo.es

jueves, 2 de septiembre de 2010

El ejercicio mental acelera la demencia una vez que esta aparece

El ejercicio mental -hacer crucigramas, leer, incluso actividades tan poco exigentes como oír la radio- retrasa el inicio del deterioro cognitivo, según han comprobado investigadores del Centro Médico Universitario de Chicago. Pero esta ventaja tiene luego una contrapartida: cuando la demencia empieza, va más deprisa.
El trabajo, que se publica en Neurology, la revista de la Asociación Americana de Neurología, se ha hecho con 1.157 personas a las que se ha seguido durante 12 años. Al comenzar el trabajo todas eran mayores de 65 años, y no tenían síntomas de trastorno mental. A los voluntarios se les preguntó con cuanta frecuencia oían la radio, veían la televisión, leían, participaban en juegos de mesa o iban a museos y en función de sus respuestas se les daban unos puntos. La relación de esta escala con la aparición del deterioro mental era clara: por cada punto, los problemas de conocimientos se retrasaban un 52% sobre la media. Pero en cambio, cuando aparecían -se midió sobre todo el alzhéimer- el trastorno se aceleraba, un 42% más rápido. "La demencia no se evita, pero se tiene menos tiempo", dice Robert Wilson, uno de los autores del trabajo.
Los investigadores no encuentran una explicación clara al fenómeno. Solo que parece que un cerebro activo lo está para los dos procesos: para mantener sus funciones en pleno rendimiento durante más tiempo, pero también para perder sus capacidades.
elpais.com

martes, 27 de julio de 2010

Cuanto más grande es la cabeza, más protege contra el Alzheimer

Las personas con Alzheimer que tienen una cabeza grande poseen una mejor memoria y más capacidad para pensar que aquellos pacientes con la misma enfermedad y una cabeza más pequeña, incluso si el Alzheimer ha acabado con la misma cantidad de neuronas en ambos casos. Así lo ha demostrado un trabajo realizado por investigadores de la Universidad Técnica de Munich (Alemania) y publicado hoy en la revista Neurology.
Según el autor de este estudio, Robert Perneczky, de la Universidad Técnica de Munich, "estos resultados añaden peso a la teoría de la reserva cerebral, es decir, la capacidad individual de resistir los cambios en el cerebro". "Nuestros descubrimientos también subrayan la importancia de que el cerebro se desarrolle de forma óptima en las primeras etapas de la vida, hasta que alcanza el 93 por ciento de su tamaño definitivo, a la edad de seis años", agrega.
El tamaño de la cabeza es una de las vías para medir las reservas con las que cuenta un cerebro y el crecimiento cerebral. Según Perneczky, mientras que el cerebro crece está determinado en parte por la genética, pero también por la nutrición, las infecciones y la inflamación del sistema nervioso central y los daños cerebrales.
"Mejorar las condiciones prenatales y de las primeras etapas de la vida podría aumentar de forma significativa las reservas cerebrales, lo que podría tener un impacto sobre el riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer o la severidad de sus síntomas", indica.
Un total de 270 personas con Alzheimer participaron en este estudio, realizando test de memoria y capacidades cognitivas, además de escáners de resonancia magnética funcional (MRI) de sus cerebros para medir la cantidad de neuronas con las que acabó esta enfermedad. El tamaño de la cabeza se determinó al medir su circunferencia.
El trabajo demostró que un mayor tamaño de cabeza estaba asociado con mejores resultados en los test de memoria y reflexión, incluso cuando existe un grado equivalente de muerte celular en el cerebro. En concreto, para cada 1 por ciento de neuronas muertas, un centímetro adicional de cabeza está asociado con un 6 por ciento mejor resultado en los test de memoria.

muyinteresante.es

La educación previene la demencia senil

Cuanto mayor es el nivel de estudios, menor es el riesgo de demencia senil al envejecer, según revela una nueva investigación realizada por científicos británicos y finlandeses.
Los investigadores descubrieron el importante papel de la educación tras analizar los datos de 872 ancianos europeos ."Nuestro estudio evidencia que la educación permite a algunas personas afrontar un gran número de cambios cerebrales antes de que aparezcan síntomas de demencia", explica Carol Brayne, de la Universidad de Cambridge, coautora del estudio que publica la revista Brain.
En concreto, las cifras apuntan a que por cada año de estudios adicional el riesgo de desarrollar demencia se reduce en un 11%. Brayne y sus colegas han comprobado que las diferencias en el nivel educativo no impiden que el cerebro "sufra demencia", sino que aquellos cerebros que han recibido más educación de jóvenes son capaces de "compensar los efectos de la demencia", retrasando la aparición de síntomas durante varios años. Los resultados, aseguran, demuestran que la educación es importante para la salud, y que es necesario seguir investigando cómo ciertos factores de los primeros años de vida de un sujeto afectan a su esperanza de vida.

muyinteresante.es

martes, 6 de julio de 2010

Sufrir depresión puede duplicar el riesgo de desarrollar demencia

PATRICIA MATEY
MADRID.- La depresión, según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud, será en 2020 la segunda causa de enfermedad en el mundo. Una muy mala noticia que ahora se suma a otra nada alentadora. Investigadores del famoso Estudio Framingham del Corazón, iniciado en 1948 con los habitantes de una ciudad de Massachussets (EEUU), acaban de poner en evidencia que padecer dicha enfermedad mental puede casi duplicar el riesgo de desarrollar demencia.
Su autora principal, Jane Sacynsski, ha declarado que "existen muchas vías por las que la depresión tiene un impacto en el riesgo de padecer la patología neurodegenerativa".
Su estudio, de hecho, no es el primero en establecer esta asociación. Tal y como recoge el último 'Neurology', "la depresión se asocia con deterioro cognitivo en adultos de edad avanzada y un metaanálisis de 2001 con varios trabajos prospectivos concluyó que la patología psiquiátrica duplica las posibilidades de padecer demencia. Es más, existe evidencia aportada por estudios clínicos con grupos de casos y controles que constatan la relación entre historia de depresión o síntomas depresivos y un mayor riesgo de sufrir la enfermedad neurológica 10 años más tarde o más", declaran los investigadores en su artículo.
Sin embargo, "los estudios epidemiológicos no han obtenido conclusiones claras... Nuestro trabajo examina la asociación entre síntomas depresivos al inicio del mismo y el riesgo de demencia tras un periodo de seguimiento de 17 años de los participantes del Estudio Framingham", agregan.
Así, los científicos analizaron los datos de 949 personas, con una media de edad de 79 años, que carecían de demencia al inicio del ensayo, según pusieron de manifiesto las distintas pruebas (valoraciones neuropsiquiátricas) a las que se sometieron. Paralelamente, a todos ellos se les realizaron test para evaluar la existencia de síntomas depresivos. Además, se tuvieron en cuenta otros factores como los demográficos, el sexo, la edad, la educación y el uso de alcohol y de tabaco.
También se valoró la historia de accidentes cerebrovasculares, hipertensión, diabetes, los niveles de homocisteína (este aminoácido puede dañar el tejido que reviste las arterias y hacer que la sangre se coagule más fácilmente de lo que debiera) y la presencia del alelo Apoe4, que eleva el riesgo de Alzheimer.
Tras los 17 años de seguimiento, los datos revelaron que 164 participantes desarrollaron demencia. "El 22% de las personas deprimidas al inicio de la investigación desarrolló la enfermedad, en comparación con el 17% de los que no tenían este antecedente psiquiátrico".
Así, según ha explicado la principal autora del estudio, la doctora Jane Saczynski, "el riesgo absoluto de sufrir demencia diez años después fue de 0,21 para las personas sin síntomas depresivos y de 0,34 para los que sí".
Mayor riesgo de Alzheimer
También ponen de manifiesto que la depresión se asocia con un incremento de las posibilidades de padecer Alzheimer. Así, 136 de los 164 participantes obtuvieron un diagnóstico específico de esta enfermedad. "Aquellos con la enfermedad mental tenían 1,5 veces más riesgo de sufrir la patología neurodegenerativa. Y estos resultados se mantuvieron sin cambios cuando tuvimos en cuenta ciertos factores, como la educación, los niveles de homocisteína y el alelo Apoe4, que pueden alterar los resultados", declaran los científicos.
Otro dato que aporta la investigación es que "las mujeres con mejor nivel educativo eran las que tenían mayor probabilidad de padecer depresión. Lo mismo sucedía con las que no bebían alcohol pero tenían historia de enfermedad cardiovascular".
Algunas de las explicaciones aportadas por los investigadores a los hallazgos de su estudio son que, "la inflamación del tejido cerebral que se produce durante la depresión puede contribuir al desarrollo de demencia. También ciertas proteínas del cerebro que se elevan si se sufre la enfermedad mental podrían incrementar las posibilidades de padecer el trastorno neurológico. Adicionalmente, algunos estilos de vida vinculados a una depresión de larga duración, como la dieta, la cantidad de ejercicio que se realiza o el menor tiempo que se dedica a interactuar con otras personas, también pueden afectar al desarrollo de la pérdida cognitiva patológica".
Creen, asimismo, "que el estudio, uno de los más largos y con mayor población analizada hasta la fecha, puede ayudar a aclarar la confusión respecto a los trabajos anteriores que informaron de resultados contradictorios sobre la relación entre depresión y demencia".

elmundo.es

viernes, 28 de agosto de 2009

Detectan una demencia en 7 minutos

Nora Bär

LA NACION

Mujeres de sesenta y pico que súbitamente se enamoran de jovencitos de veinte y pico... Hombres habitualmente meticulosos con el dinero que se convierten en jugadores compulsivos... Otros que de la noche a la mañana abandonan toda cautela y comienzan a ser compradores compulsivos, a tener problemas con el alcohol o pierden todo interés en el mundo real...

La aparición de estos cuadros aparentemente inexplicables, que suelen someter a las familias a años de angustias, puede ser la manifestación de un trastorno neurodegenerativo difícil de diagnosticar: la demencia frontotemporal.

Ahora, un equipo de investigadores argentinos acaba de diseñar una prueba que puede detectarla... en siete minutos.

"Cada vez más necesitamos herramientas breves y útiles para detectar rápidamente las diferentes patologías -explica la licenciada Teresa Torralva, jefa de neuropsicología del Instituto de Neurociencias Cognitivas y del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro, y primera autora del trabajo que se publica en la próxima edición del Journal of the International Neuropsychological Society- . Ya existían tests breves que medían muy bien otros dominios cognitivos, como la memoria, pero no uno que evaluara específicamente el funcionamiento del lóbulo frontal, una suerte de «director de orquesta» del cerebro."

De él dependen la capacidad de organizar, de planificar, la denominada memoria operativa u online (por ejemplo, seguir una conversación sabiendo lo que la otra persona dijo unos segundos antes), la toma de decisiones y la capacidad de abstracción.

Los trastornos de esta área del cerebro se traducen en cambios de la conducta tan insidiosos que frecuentemente sólo son evidentes para los familiares y pueden surgir en personas que están en plena actividad, lo que hace que se atribuyan a problemas psiquiátricos.

"La demencia frontotemporal es una enfermedad neurodegenerativa que afecta las regiones frontales y temporales del cerebro -afirma Torralva-. Se caracteriza por desinhibición (comportarse inapropiadamente y de forma impulsiva), apatía (falta de interés), pérdida de empatía (disminución de la respuesta a necesidades o sentimientos de los otros), cambios en los patrones de alimentación (preferencia por los dulces) y déficits en la toma de decisiones con preservación de la memoria. Todo esto se manifiesta progresivamente, y en etapas avanzadas la resonancia magnética revela atrofia de los lóbulos temporales del cerebro. Los pacientes presentan poca o ninguna preocupación por sus actos, pero tienen preservadas habilidades cognitivas como el lenguaje, la memoria, la atención, la orientación y el coeficiente intelectual."

De un pantallazo

El tema viene estudiándose desde hace años y se desarrollaron pruebas complejas, algunas de las cuales demandan varias horas.

Pero en la práctica clínica no siempre se dispone de neuropsicólogos entrenados, de materiales específicos para la evaluación de ciertos dominios cognitivos o del tiempo que demanda la administración de una batería neuropsicológica completa.

Lo que logró el equipo integrado también por María Roca, Ezequiel Glechgerrcht y Pablo López, y liderado por Facundo Manes, fue analizar y seleccionar una serie de subtests muy sencillos y muy cortos que en alrededor de siete minutos pueden hacer un rastrillaje de estas funciones.

"Existe demanda creciente de una herramienta rápida y concreta que alerte al médico sobre que está ante un proceso disruptivo en el lóbulo frontal -dice Torralva-. En ese sentido, este test es útil no sólo para los neurólogos, sino también para los médicos clínicos."

La nueva batería, llamada Ineco Frontal Screening , fue sometida a prueba en un grupo de 22 pacientes con demencia frontotemporal, otro de 25 que padecía mal de Alzheimer y otro de control (integrado por individuos sanos).

Tras comparar los resultados, los científicos pudieron verificar que el nuevo test mostraba una sensibilidad del 96 por ciento.

Para el doctor Fernando Taragano, que no participó de la investigación, el test "tiene un valor superior porque fue diseñado y realizado con pacientes de la Argentina".

"Una cosa es validar una herramienta externa y otra diseñarla con pacientes de nuestro país. Además, tiene gran mérito porque [los investigadores] trabajaron sobre un tipo de demencia que es menos prevalente que el Alzheimer, hacia el cual está dirigida toda la investigación mundial -afirma. Y enseguida agrega-: El beneficio de los tests cortos es que son fuertemente orientadores de la necesidad de profundizar la investigación."

Vale aclarar que el test no es autoadministrable; es decir, se requiere la participación de un médico, psiquiatra o psicólogo.

"El diagnóstico de la demencia frontotemporal siempre es clínico -subraya Torralva-. Esto no es un test de diagnóstico, ningún test lo es, pero aporta una herramienta más para detectar rápidamente si hay algún trastorno en los lóbulos temporales. A las neuropsicólogas nos sirve para saber, de un pantallazo, si está afectada esa área del cerebro lo más temprano posible."

El equipo ya está trabajando para demostrar la utilidad de esta herramienta en otras patologías, como el trastorno bipolar y la demencia vascular, entre otras.

lanacion.com

martes, 4 de agosto de 2009

Jugar a las cartas para retrasar la demencia


LAURA TARDÓN
MADRID.- ¿Qué hacer para retrasar el deterioro cognitivo tan temido a medida que se cumplen años? Seis son las propuestas clave: leer, escribir, jugar a las cartas, hacer crucigramas, debatir y escuchar música. Practicar este tipo de actividades para ejercitar el cerebro puede dar buenos resultados, tal y como afirma un estudio publicado en
'Neurology'.
Según los expertos, las personas que sufren demencia experimentan primero una acelerada pérdida de la habilidad cognitiva, especialmente de la memoria. Esta fase previa de declive es la que, tal y como muestran los autores de la investigación, se puede demorar simplemente leyendo o haciendo crucigramas diariamente.
¿Cómo han llegado a esta conclusión? Los investigadores analizaron la frecuencia con la que las 488 personas incluidas en el estudio (entre 75 y 85 años) participaban en estas seis formas de pasar el tiempo libre. Para cada actividad, la frecuencia diaria fue evaluada con siete puntos; varios días a la semana merecía cuatro puntos y una vez en siete días, un punto.
Aquellos que a lo largo del seguimiento (cinco años) desarrollaron demencia, 101 de los participantes, tenían una media de siete puntos en total, lo que significa que su intervención se había limitado a una actividad diaria. Diez de ellos no realizaron ninguna de estas propuestas y 11 sólo una vez a la semana.
"Observamos que por cada actividad adicional en la que el individuo se implicaba al día, la pérdida de memoria se retrasaba 0,18 años", señalan los expertos.
El retraso de este deterioro era aún mayor, de 1,29 años, cuando la persona participaba 11 veces a la semana. Así lo revelan los resultados de esta investigación, dirigida por Charles B. Hall, del Colegio de Medicina Albert Einstein (Nueva York, Estados Unidos).
El nivel educativo también influye
Participar en este tipo de 'pasatiempos' que estimulan la mente "puede ayudar a mantener la vitalidad cerebral, independientemente del
nivel educativo", concluye Hall.
Varios estudios han demostrado que la formación de cada individuo está asociada con la severidad del deterioro mental. Según la hipótesis de la reserva, propuesta desde hace años para explicar el retraso de la demencia, existe un "vínculo entre el nivel educativo bajo y un mayor riesgo de padecer un proceso neurodegenerativo", tal y como señala en un
artículo, publicado en 'Anales de Psicología', Marina Rodríguez Álvarez, del departamento de Psicología Clínica de la Universidad de Santiago de Compostela.
Esta experta explica que la denominada 'reserva' es como la habilidad del cerebro para tolerar mejor los efectos de la demencia y depende, fundamentalmente, de una aptitud innata y de experiencias vividas, como la educación o la ocupación laboral.
Así, "los individuos con una mayor educación, nivel ocupacional e inteligencia compensarían con mayor éxito la patología de la enfermedad por usar estructuras cerebrales o redes neuronales que no se usan normalmente en los cerebros sanos", argumenta la especialista.
Al parecer, los resultados de la investigación publicada en 'Neurology' fueron similares incluso teniendo en cuenta la formación de cada uno de los individuos. Esto significa que la educación y la práctica de determinadas actividades "son dos elementos independientes que ayudan a retrasar la pérdida de la memoria", concluyen los autores.
. "En este estudio, no sólo queríamos saber cómo afectaban estas prácticas en el declive mental, también intentábamos averiguar la relación entre tales efectos y la educación recibida", puntualiza.
A partir de estos hallazgos, añaden los investigadores, "son necesarios más trabajos para determinar si incrementar la participación en estas actividades podría prevenir o retrasar la demencia".
elmundo.es

viernes, 3 de julio de 2009

Vivir en pareja protege contra la demencia


LAURA TARDÓN
MADRID.- Ya lo decían estudios anteriores. Vivir en pareja ayuda a mantener un buen estado de salud y, además, alarga la vida. Ahora, un nuevo trabajo publicado en
'British Medical of Journal' ha descubierto que compartir el día a día bajo el mismo techo podría tener un efecto protector contra el deterioro cognitivo en edades avanzadas.
Según un equipo de investigadores de Finlandia y Suecia, los individuos de mediana edad que viven solos tienen doble riesgo de desarrollar demencia y Alzheimer que aquellos que viven con su pareja. Y las cifras son peores cuando se trata de una persona viuda o divorciada, ya que las probabilidades se triplican.
"La soledad va unida a la depresión y si este trastorno psíquico se deja cronificar, puede derivar en lo que conocemos como seudodemencia. A diferencia de la demencia neurológica, tiene solución tratando su causa", señala Alberto López Rocha, geriatra y presidente de la Sociedad Española de Médicos de Residencias (SEMER).
"Si analizáramos las demencias, la gran mayoría se producen por depresión, aunque también se pueden originar por procesos desnutricionales", afirma el especialista, quien explica, además, que en España, muchos de los mayores que presentan signos de demencia se han quedado sin pareja. "Pierden a la persona con la que comparten sus vivencias del pasado y del presente y tienden a ver siempre el lado negativo".
Múltiples factores de riesgo
En los últimos años, numerosos estudios han analizado la relación que existe entre el estilo de vida y el deterioro cognitivo. Así, por ejemplo, la educación, el entrenamiento físico, la actividad intelectual o una alta posición en el escalafón laboral influyen en el estado cognitivo del individuo en edades avanzadas. Varias publicaciones destacan también el papel de una vida social activa, que se asocia al bajo riesgo de desarrollar demencia años después.
Esta es la primera vez que una investigación relaciona el 'estado civil' (casados -que viven en pareja-, separados o divorciados, solteros y viudos) de un individuo con sus probabilidades de padecer deterioro cognitivo. "Después de evaluarlo, y teniendo en cuenta otras variables como la edad, la actividad física, el tabaco, el alcohol o la educación, observamos que los resultados no variaron significativamente. Es decir, el 'estado civil' a los 50 podría considerarse como un factor de riesgo independiente para sufrir demencia".
Para llegar a esta conclusión, Krister Hakansson y su equipo entrevistaron a unas 2.000 personas en Finlandia de unos 50 años de edad y dos décadas después, les pasaron de nuevo el cuestionario sobre hábitos saludables, estado de salud y señales de depresión. Se registraron otras variables tales como el peso, la presión arterial y el índice de masa corporal.
"También observamos que aquellos individuos con el
gen ApoE4 que se quedaban sin sus parejas tenían un alto riesgo de desarrollar Alzheimer", puntualizan los responsables del estudio.
Los factores genéticos continúan estudiándose con el objetivo de encontrar una vía terapéutica capaz de tratar esta patología. Por el momento, sólo pueden indicarse fármacos que ralentizan el proceso de deterioro cognitivo y mantener un estilo de vida saludable.
"Desde hace algunos años sabemos que actividades sociales que antes considerábamos lúdicas, como bailes de salón o juego de cartas, retrasan la aparición de la sintomatología. Está comprobado que aquellas personas que mantienen una buena red social viven más y enferman menos", explica Juan Ignacio González Montalvo, jefe del servicio de Geriatría del Hospital madrileño La Paz.
Aunque aún son necesarios más estudios para corroborar los resultados de esta investigación, "lo interesante de nuestro trabajo es que identificamos un nuevo grupo de riesgo. Con ellos se podrían plantear intervenciones para prevenir el desarrollo futuro de una demencia", concluyen los autores del estudio.
elpais.com

jueves, 11 de junio de 2009

Riesgos de demencia por el virus del sida


Sebastián A. Ríos
LA NACION
Los avances en el tratamiento de la infección por VIH ocurridos a partir de la introducción de las terapias antirretrovirales de alta eficacia -los "cócteles" antivirales- han convertido a ésta en una enfermedad crónica. Sin embargo, el control obtenido sobre la replicación del virus no es suficiente para que éste no siga ocasionando daños al organismo.
Escondido dentro del sistema nervioso del paciente, el virus del sida escapa de los medicamentos antivirales y da lugar a un proceso inflamatorio que lesiona el cerebro, y que aumenta el riesgo de desarrollar afecciones neurodegenerativas como el Alzheimer o el Parkinson.
"En un estudio que realizamos recientemente en mi universidad encontramos que después de los 50 años de edad las personas con VIH tienen una probabilidad de desarrollar Alzheimer 3 o 4 veces mayor que la población general; y en el caso de la enfermedad de Parkinson, es de 4 a 5 veces mayor", dijo a LA NACION el doctor Eliezer Masliah, director del Laboratorio de Neuropatología Experimental de la Universidad de California en San Diego, Estados Unidos.
De visita en la Argentina para participar del Primer Encuentro Latinoamericano del Grupo de Investigación de Demencia de la Federación Mundial de Neurología, Masliah presentó avances en el conocimiento del impacto de la infección por VIH sobre el sistema nervioso de las personas que conviven con el virus.
"Cuando el VIH entra en el sistema nervioso, se aloja dentro de unas células del sistema inmunológico llamadas fagocitos. Estas producen factores inflamatorios y partículas virales que son los que indirectamente dañan a las neuronas -explicó Masliah-. Pero contrariamente a lo que se pensaba antes, los efectos cognitivos no aparecen tardíamente, sino muy temprano en el desarrollo de la infección."
Atrincherado en el cerebro
Problemas de memoria o motores leves son los primeros síntomas cognitivos de la infección por VIH. Pero su cronificación va dejando huellas más profundas en el sistema nervioso.
"Allí, el virus queda aislado de los efectos de los antivirales, y ocasiona una cadena de reacciones inflamatorias y de daño celular, que eventualmente se pueden convertir en enfermedades como Alzheimer o Parkinson. Cuando uno analiza el cerebro de estos pacientes se encuentran cambios muy parecidos a los de estas enfermedades."
En los últimos años, los investigadores han comenzado a probar el uso de drogas neuroprotectoras en los pacientes con VIH.
"Lo que se ha empezado a usar son drogas que se utilizan en Alzheimer o Parkinson, como el litio o la memantina; hay algunos otros medicamentos neuroprotectores que se están empezando a utilizar, que son factores neurotróficos que tenderían a disminuir el avance del deterioro cognitivo. Pero por ahora no hay ningún tratamiento definido más allá de la medicación antirretroviral", concluyó Masliah.
lanacion