Luego de esa victoria ante el Espanyol de Barcelona siguió siendo ídolo hasta 1916, cuando dejó el fútbol para dedicarse a su profesión de abogado y comandar los campos que tenía en la provincia de Teruel. Allí fue detenido cuando estalló la Guerra Civil. Lo trasladaron y fusilaron en 1939, junto a otros 41 prisioneros.
Su caso está enmarcado en un proceso de beatificación de los llamados “Mártires de la cruzada”, víctimas de ese conflicto. Como al resto de los mártires, la Iglesia Católica no exige la comprobación de milagros para elevarlos a la categoría de beatos o santos.
Si el Vaticano da el OK, sería el primer futbolista en aparecer en estampitas.
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