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"El tabaco es un anorexígeno [quita el apetito], y por eso las personas que dejan de fumar engordan", añade Basterra-Gortari. Eso hace mucho más relevante el hallazgo del estudio. Puesto en orden, los que más peso ganan son los que dejan de fumar, luego, los que siguen haciéndolo, y, por último, los que nunca han fumado, indica el investigador. "Por eso lo mejor para mantener una vida saludable es no fumar nunca", añade.
La ganancia de peso de las personas que dejaron de fumar durante el estudio era mayor cuantos más cigarrillos al día fumaban en el momento de comenzar la investigación. "La asociación entre sobrepeso y tabaquismo es especialmente perjudicial para la salud cardiovascular. Por ello, el abandono del hábito tabáquico se ha relacionado con una disminución del riesgo de enfermedades cardiovasculares y de cáncer. Sin embargo, los expertos alegan que la ganancia de peso tras dejar de fumar es, con frecuencia, una razón para no abandonar el tabaquismo, especialmente entre mujeres", indica el trabajo.
El investigador admite que su estudio es epidemiológico, es decir, se limita a reflejar una relación numérica y no buscaba una causa al proceso. Pero se arriesga a dar una idea de por qué puede suceder ese fenómeno. "Quizá la gente que fuma se cuida menos o tiene menos fuerza de voluntad. Por eso, aunque hemos intentado quitar todos los sesgos del trabajo para centrarnos en el efecto del tabaco, es posible que coman peor", apunta.
elpais.com
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