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Los eventos meteorológicos extremos han aumentado en cantidad e intensidad desde 1970: inundaciones como consecuencia de grandes lluvias, sequías y tormentas de viento. En un desastre siempre habrá una proporción de mujeres embarazadas o en peores condiciones para tolerar el esfuerzo requerido para escapar; además, tienen menor masa muscular que los hombres.
Sin embargo el informe destaca que son las desigualdades de género las que acentúan la debilidad: recluidas en el hogar, a las mujeres les cuesta huir ante eventos repentinos, son quienes cargan con los hijos, no han aprendido a nadar pese a vivir en zonas costeras, y en muchos países deben usar ropas largas, que no les permiten correr ni trepar.
El FNUP subraya el impacto que tiene en las mujeres "la estrecha conexión entre género, agricultura y cambio climático". Las sequías las obligan a trabajar más para obtener alimentos, agua y leña; y las niñas dejan la escuela para ayudar a la madre. "Debido a su mayor pobreza, su menor poder sobre sus propias vidas (...) y la desproporcionada carga que soportan a raíz de la reproducción y la crianza de los hijos, a medida que va cambiando el clima las mujeres enfrentan problemas adicionales".
El documento indica que son escasos los estudios que vinculan el cambio climático con la demografía, pese a que el aumento de la población mundial va de la mano del incremento de los gases que provocan el calentamiento global. El acceso de las mujeres a la educación y a la planificación familiar implicará entonces no sólo el cumplimiento de derechos, sino también una estrategia para reducir las emisiones contaminantes.
A propósito, ¿las emisiones originadas por las mujeres son diferentes de las de los hombres? En buena medida sí, pero por desigualdad social: viajan menos en automóvil, y menos aún en avión.
Pero por otra parte, las investigaciones existentes señalan que en países industrializados, las mujeres tienden a comprar productos "ecológicos" y alimentos orgánicos, comen menos carne, reciclan más, y están más interesadas en un uso eficiente de la energía. Además, en esos países, las decisiones sobre consumo recaen en las mujeres hasta en un 80%.
Sin embargo, sólo el 15% de los científicos del Panel Intergubernamental son mujeres. Y en las negociaciones sobre cambio climático la proporción es del 28%. "Hay un arma ponderosa que nunca se ha empleado adecuadamente -dice Monique Barbut, directora del Fondo para el Medio Ambiente Mundial-: el sentido común que las mujeres, en su mayoría, poseen".
clarin.com
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