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El trabajo, publicado en Child development, fue buscando correlaciones entre la edad de las primeras relaciones y otros factores tradicionalmente usados como explicación, pero el sorprendente resultado fue que, aunque en líneas generales había un patrón de comportamiento, cuando las diferencias eran menores era cuando se comparaba a familiares, independientemente de cómo estuviera constituida su familia.
Así, se vio que el 63,2% de los chicos cuyos progenitores estaban siempre ausentes habían tenido ya a los 14 años relaciones sexuales, una proporción que baja al 52,5% de los que tenían padres ausentes "con frecuencia", y del 21% en los que siempre había una autoridad paterna en casa. Pero estas coincidencias eran, sin embargo, menores que las que se daban entre niños que eran familia.
"La asociación entre la ausencia del padre y la sexualidad de los hijos se explica mejor por las influencias genéticas que por el entorno familiar", ha dicho Jane Mendle, directora del trabajo. "Dado que no existe el gen de la ausencia del padre, hay contribuciones genéticas, aportadas por el padre y la madre, que aumentan la propensión a adelantar las relaciones sexuales en los niños. Entre ellas están la impulsividad, el uso y abuso de sustancias, la rebeldía y la búsqueda de nuevas sensaciones", ha dicho Mendle.
Que haya una predisposición genética no quiere decir que no se pueda hacer nada al respecto. "Todas las personas jóvenes necesitan tener acceso a servicios de información sexual que respeten su confidencialidad y a una educación sexual de calidad desde una edad temprana". Pero "tener ya localizados grupos de actuación es una manera de llegar a la población más vulnerable", ha comentado Simon Blake, de la ONG especializada en educación sexual Brook Advisory Centre.
elpais.es
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