viernes, 14 de mayo de 2010

La muerte de la mascota, como la de un familiar

Sebastián A. Ríos
LA NACION
"La muerte de Mara no sólo me trajo un dolor y una angustia enormes, sino también la preocupación por el dolor de mi mujer y la necesidad de contenerla, ya que ella tenía un vínculo muy maternal con Mara", cuenta Alfredo, de 37 años.
Mara, una cariñosa rottweiler, era un integrante más de la familia que forman Alfredo y Silvia, y su pérdida fue vivida como tal. "Fue como si se hubiera muerto un hijo", asegura Alfredo, al recordar las vivencias posteriores al 23 de diciembre último, en que Mara debió ser sacrificada.
El impacto emocional que tiene la muerte de una mascota en sus dueños puede ser tan significativo como el que causa la muerte de un familiar, concluyeron psicólogos de la Universidad de Nuevo México, Estados Unidos, que revisaron la bibliografía existente sobre cómo reaccionan las personas ante la pérdida de un animal querido.
En otro estudio, en el que se evaluó a personas que habían experimentado la muerte (natural o por eutanasia) de una mascota, investigadores del Departamento de Ciencias Animales de la Universidad de Hawai, Estados Unidos, hallaron que en un 30% de los casos el dolor duró seis meses o más, y que en un 12% de los casos la pérdida fue vivida como un evento severamente traumático de la vida de las personas.
"Los animales de compañía proveen apoyo, amor y lealtad, que van mucho más allá de cualquier medición empírica -escribieron los investigadores de la Universidad de Nuevo México, cuyas conclusiones fueron publicadas en la revista especializada Perspectives in Psychiatric Care -. Debido a estas inmensas contribuciones, la muerte, pérdida o robo de un animal querido se convierte en el final de una relación especial, lo que puede dar lugar a uno de los momentos más difíciles de una persona."
"Desafortunadamente, la pérdida de una mascota no es reconocida en forma cabal por los amigos, los conocidos y los compañeros de trabajo como una ocasión significativa o auténtica para realizar un duelo", afirmó el doctor Paul T. Clements, uno de los autores de la citada revisión.
"Cuando la persona que uno ama muere, es natural sentir tristeza, expesar dolor y esperar que los amigos y los familiares provean a uno comprensión y traten de reconfortarlo. Desafortundamente, lo mismo no siempre ocurre cuando muere un animal de compañía", puede leerse en el sitio web de la Sociedad Humana de los Estados Unidos ( www.humansociety.org ), la organización protectora de animales más gran de ese país.
"Muchos consideran que ese dolor es inapropiado para alguien que ha perdido sólo una mascota." Pero incluso a veces una mascota puede ser mucho más que una mascota, advierten los especialistas. Cada vez es mayor el número de familias que eligen no tener hijos o de personas que evitan relaciones de pareja, y que generan relaciones muy profundas con los animales que tienen a su cuidado.
En cualquier caso, afirmó el doctor Clements, "es importante proveer un ambiente de aceptación y comprensión para los dueños de animales que se encuentran atravesando un duelo, para mejorar, de esa forma, los esfuerzos de adaptación al dolor y al duelo".
Aceptar el dolor
"Los animales proveen compañía, aceptación, apoyo emocional y amor incondicional durante el tiempo que comparte con nosotros. Si uno acepta ese vínculo entre humanos y animales, uno ya ha dado el primer paso para poder hacer frente a la pérdida de una mascota: saber que está bien sentir dolor cuando un animal muere", afirma la Sociedad Humana de los Estados Unidos.
Esa sociedad que ofrece una serie de consejos para sobrellevar mejor y elaborar la pérdida de un animal querido:
Reconocer la existencia del dolor y darse el permiso para expresarlo.
No dudar en buscar en otras personas la posibilidad de contar con una escucha comprensiva.
Escribir acerca de lo que uno siente.
Contactarse con sociedades protectoras de animales que puedan ofrecer apoyo.
Pero todo duelo es una experiencia individual, y las formas de afrontarlo no tienen fórmulas. "Poder compartir el dolor con los seres queridos nos ayudó -dice Alfredo-. Pero hay momentos en que nada sirve, y sólo resta llorar y esperar a que el tiempo pase, no para olvidar, sino para acostumbrarse a que cuando uno llega a casa la mascota no esté."
PARA TENER EN CUENTA
Chicos .
Para ellos, la muerte de una mascota puede ser el primer contacto con la muerte. "Tratar de protegerlos diciéndoles que el perro se escapó sólo hace que el niño espere su regreso y se sienta luego traicionado al conocer la verdad -advierte la Sociedad Humana de los Estados Unidos-. Expresar el propio dolor puede ayudarlos a elaborar sus sentimientos."
Adultos mayores. Enfrentar la muerte de una mascota puede ser particularmente difícil para una persona mayor que vive sola, según advierten los especialistas. En estos casos, la contención por parte de la familia y de los amigos es una herramienta clave para ayudarlos a sobrellevar la situación y evitar el aislamiento y la sensación de vacío que se asocian a la pérdida.
Una nueva mascota . "Cada animal tiene su propia personalidad y un nuevo animal no reemplazará la pérdida -advierten especialistas-. Usted sabrá cuando es el tiempo adecuado para adoptar una nueva mascota después de haberse dado tiempo para elaborar el dolor, y considerar cuidadosamente las responsabilidades de adoptar una nueva mascota."

El eco de un dolor aún mayor
La manera de sufrir una muerte, sea de un humano querido o la de un animal, es difícil de medir. Sin pretender abarcar la totalidad del fenómeno, digamos que personas solas acompañadas por mascotas verán con suma congoja la muerte de éstas. Más allá de la muerte del animal en cuestión, en ocasiones ese dolor es también, y de manera concomitante, producido por la soledad de afectos humanos que por distintas razones han acuñado, quizá, durante años.
El dolor por esa soledad es el que sale a relucir cuando la mascota muere. De allí que la pena sea vivida como superlativa, dado que es eco de un dolor mayor: el de estar ajeno a vínculos humanos significativos.
El nivel de singularidad de un humano no puede ser equiparado por el vínculo con un animal. Si bien es sabido la enorme calidez que los animales pueden ofrecer, es importante señalar que muchas veces son pantalla para las más diversas proyecciones. Tal el caso de aquellos animales vestidos, bañados, tratados, como si fueran humanos, siendo que los animales, por caso, posiblemente preferirían ser lo que son, y vivir, tranquilos, su propia y noble animalidad.
Miguel Espeche
El autor dirige el Programa de Salud Mental Barrial del Htal. Pirovano.

lanacion.com

No hay comentarios: